viernes, 28 de septiembre de 2018

Después de la tempestad, ha de llegar la calma



POR ROLANDO ROBLES

La historia, ese registro memorial del paso de los políticos por la vida, no suele dar oportunidad a recapacitar, a corregir errores; y esto sucede, no importa si ellos han sido exitosos o no. Ya sean maquinales, ocasionales o voluntarios, los entuertos, quedarán en el dosier de cada personaje, como una prueba de su falta de sentido común o de su imprudencia al actuar. De ahí que, si se presenta la oportunidad de enmendarlos, siempre debe aprovecharse.

El pasado proceso electoral del Partido Demócrata en Nueva York, dejó grietas en la comunidad dominicana que, de no cerrarse debidamente y a tiempo, podrían transformarse en heridas incurables, en lesiones de esas que al final, pueden causar hasta la muerte. Y todo vino, a consecuencias de un par de palabras insensatas: “traidor” y “traidora”.

Todos sabemos que, en la política pura, las “traiciones” no alcanzan ese significado extremo y profundo que tiene en las relaciones personales. Son como “la may de play”, aquel insulto tan común entre los fanáticos criollos que, al calor de la jugada, le recuerdan su madre al oponente; pero que se olvida al salir del estadio, o talvez, en el próximo “inning”. Solo hay que recordar la máxima del partido de Joaquín Balaguer: “los reformistas ni agradecen ni guardan rencor”. Todo se reduce a negocios políticos.

Y “negocios políticos” es lo que yo propongo, a los unos y a las otras. Es que “la sangre no debe llegar al río”, porque por encima de los egos y del orgullo, está la comunidad dominicana, que aún espera por el disfrute de los beneficios que han de brindarle sus líderes.

El motivo que me mueve a proponer un arreglo inmediato entre los líderes dominicanos de Manhattan Arriba y El Bronx, es bien sencillo: nuestro vecindario está cambiando vertiginosamente y la correlación de fuerzas, no nos favorece; entiéndase bien, nosotros no somos la mayoría votante y dentro de poco tiempo, tampoco seremos la población mayor. Si no logramos hacer conciencia de esa realidad, para las elecciones venideras, talvez ya será muy tarde.

Cuando se conozcan los datos del censo del 2020, necesitaremos tener la mayor cantidad de oficiales elegidos posible, a fin de que se nos garantice, con la redefinición de la población, los distritos electorales a los diferentes niveles de co-gobierno. Esta práctica, ya favoreció ayer a los hermanos de origen puertorriqueño y debe favorecernos hoy a los dominicanos. Pero necesitamos estar unidos para triunfar en la demanda.

Bajo ninguna circunstancia, debemos promover la esperada venganza de la comunidad dominicana contra Adriano Espaillat en el 2020 y mucho menos, ésta puede estar encabezada por Marisol Alcántara. Es obligatorio que se produzcan los acuerdos necesarios, para que se subsanen errores cometidos al calor de la contienda y de la lucha por el control político de los presupuestos que deben llegar hasta nuestros barrios.

En el escenario actual, no se puede evadir la responsabilidad de rehacer el balance existente antes de la confrontación de septiembre, porque ello ha de redundar en beneficios para la comunidad. Si el partido se propuso y logró la caída seis de los ocho senadores rebeldes, esto no puede ser la agenda futura de Adriano Espaillat, porque él sería el más afectado.

Sustituir a Marisol Alcántara por Robert Jackson, no conviene a ningún dominicano, ni siquiera a Espaillat, que, en un futuro no muy lejano (2020) se verá desafiado por algún afroamericano o judío, en las primarias. Él no puede asumir que de nuevo se le reservará el pase a las elecciones generales de noviembre, sin someterse al escrutinio partidario en el mes de septiembre. Porque las condiciones serán otras muy diferentes a las de hoy día.

De modo que debe pactar lo antes posible con los otros dominicanos ya electos y con los activistas políticos de Manhattan Arriba, si es que quiere conservar su puesto. La iniciativa, claro está que debe partir de Ydanis Rodríguez y ser secundada, tanto por Marisol Alcántara, como por Carmen De La Rosa. Y desde luego, que debe incluirse a Luis Tejada, Guillermo A. Pérez, Tirso Piña y Tomás Lebrón, entre otros.

El objetivo debe ser, asegurarnos que Adriano Espaillat mantenga su curul en Washington, Carmen De La Rosa en la Asamblea, Marisol de nuevo en el Senado y el que mejor posicionado esté entre Luis Tejada y Guillermo A. Pérez, ha de ser el candidato nuestro en el distrito 71 de la Asamblea. Al mismo tiempo, deben proponerse sendos dominicanos en los distritos 9 y 10 del Consejo Municipal, para las próximas elecciones.

Lo que estoy proponiendo, es el juego de “ganar-ganar” para la comunidad dominicana. Si hubiéramos actuado con tal sentido unitario y planificación, es muy probable que un dominicano hubiera resultado ganador en el distrito 71 de la Asamblea; y muy probable también, que si los votos de Tirso Piña y Tomás Lebrón, se hubiesen sumado a los de Marisol, les habría resultado más difícil a la cúpula demócrata imponer al ex concejal Jackson en el distrito 31 del Senado.

Pero antes, es necesario reconocer que la participación de Piña, Lebrón, Pérez y Tejada, aunque imprudentes -en las circunstancias actuales- no constituye acto de traición alguna, porque es absolutamente legítima y por demás, muy común, en la historia política dominicana de Nueva York y Estados Unidos. De lo máximo que podríamos calificarla, es de inoportuna y/o irreflexiva.

Repito, corresponde al concejal Ydanis Rodríguez dar el primer paso en este plan unitario y de futuro, porque él representa las posiciones más centristas en esta escaramuza sin sentido en que estamos envueltos los dominicanos.

¡Vivimos, seguiremos disparando!


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