POR ROLANDO ROBLES
La historia, ese registro memorial del paso de los políticos por la vida,
no suele dar oportunidad a recapacitar, a corregir errores; y esto sucede, no
importa si ellos han sido exitosos o no. Ya sean maquinales, ocasionales o
voluntarios, los entuertos, quedarán en el dosier de cada personaje, como una prueba
de su falta de sentido común o de su imprudencia al actuar. De ahí que, si se
presenta la oportunidad de enmendarlos, siempre debe aprovecharse.
El pasado proceso electoral del Partido Demócrata en
Nueva York, dejó grietas en la comunidad dominicana que, de no cerrarse
debidamente y a tiempo, podrían transformarse en heridas incurables, en
lesiones de esas que al final, pueden causar hasta la muerte. Y todo vino, a
consecuencias de un par de palabras insensatas: “traidor” y “traidora”.
Todos sabemos que, en la política pura, las “traiciones”
no alcanzan ese significado extremo y profundo que tiene en las relaciones
personales. Son como “la may de play”, aquel insulto tan común entre los
fanáticos criollos que, al calor de la jugada, le recuerdan su madre al
oponente; pero que se olvida al salir del estadio, o talvez, en el próximo
“inning”. Solo hay que recordar la máxima del partido de Joaquín Balaguer: “los
reformistas ni agradecen ni guardan rencor”. Todo se reduce a negocios
políticos.
Y “negocios políticos” es lo que yo propongo, a los unos
y a las otras. Es que “la sangre no debe llegar al río”, porque por encima de
los egos y del orgullo, está la comunidad dominicana, que aún espera por el
disfrute de los beneficios que han de brindarle sus líderes.
El motivo que me mueve a proponer un arreglo inmediato
entre los líderes dominicanos de Manhattan Arriba y El Bronx, es bien sencillo:
nuestro vecindario está cambiando vertiginosamente y la correlación de fuerzas,
no nos favorece; entiéndase bien, nosotros no somos la mayoría votante y dentro
de poco tiempo, tampoco seremos la población mayor. Si no logramos hacer
conciencia de esa realidad, para las elecciones venideras, talvez ya será muy
tarde.
Cuando se conozcan los datos del censo del 2020, necesitaremos
tener la mayor cantidad de oficiales elegidos posible, a fin de que se nos
garantice, con la redefinición de la población, los distritos electorales a los
diferentes niveles de co-gobierno. Esta práctica, ya favoreció ayer a los
hermanos de origen puertorriqueño y debe favorecernos hoy a los dominicanos.
Pero necesitamos estar unidos para triunfar en la demanda.
Bajo ninguna circunstancia, debemos promover la esperada
venganza de la comunidad dominicana contra Adriano Espaillat en el 2020 y mucho
menos, ésta puede estar encabezada por Marisol Alcántara. Es obligatorio que se
produzcan los acuerdos necesarios, para que se subsanen errores cometidos al
calor de la contienda y de la lucha por el control político de los presupuestos
que deben llegar hasta nuestros barrios.
En el escenario actual, no se puede evadir la
responsabilidad de rehacer el balance existente antes de la confrontación de
septiembre, porque ello ha de redundar en beneficios para la comunidad. Si el
partido se propuso y logró la caída seis de los ocho senadores rebeldes, esto
no puede ser la agenda futura de Adriano Espaillat, porque él sería el más
afectado.
Sustituir a Marisol Alcántara por Robert Jackson, no
conviene a ningún dominicano, ni siquiera a Espaillat, que, en un futuro no muy
lejano (2020) se verá desafiado por algún afroamericano o judío, en las
primarias. Él no puede asumir que de nuevo se le reservará el pase a las
elecciones generales de noviembre, sin someterse al escrutinio partidario en el
mes de septiembre. Porque las condiciones serán otras muy diferentes a las de
hoy día.
De modo que debe pactar lo antes posible con los otros
dominicanos ya electos y con los activistas políticos de Manhattan Arriba, si
es que quiere conservar su puesto. La iniciativa, claro está que debe partir de
Ydanis Rodríguez y ser secundada, tanto por Marisol Alcántara, como por Carmen
De La Rosa. Y desde luego, que debe incluirse a Luis Tejada, Guillermo A.
Pérez, Tirso Piña y Tomás Lebrón, entre otros.
El objetivo debe ser, asegurarnos que Adriano Espaillat
mantenga su curul en Washington, Carmen De La Rosa en la Asamblea, Marisol de
nuevo en el Senado y el que mejor posicionado esté entre Luis Tejada y
Guillermo A. Pérez, ha de ser el candidato nuestro en el distrito 71 de la
Asamblea. Al mismo tiempo, deben proponerse sendos dominicanos en los distritos
9 y 10 del Consejo Municipal, para las próximas elecciones.
Lo que estoy proponiendo, es el juego de “ganar-ganar”
para la comunidad dominicana. Si hubiéramos actuado con tal sentido unitario y
planificación, es muy probable que un dominicano hubiera resultado ganador en
el distrito 71 de la Asamblea; y muy probable también, que si los votos de
Tirso Piña y Tomás Lebrón, se hubiesen sumado a los de Marisol, les habría
resultado más difícil a la cúpula demócrata imponer al ex concejal Jackson en
el distrito 31 del Senado.
Pero antes, es necesario reconocer que la participación
de Piña, Lebrón, Pérez y Tejada, aunque imprudentes -en las circunstancias
actuales- no constituye acto de traición alguna, porque es absolutamente
legítima y por demás, muy común, en la historia política dominicana de Nueva
York y Estados Unidos. De lo máximo que podríamos calificarla, es de inoportuna
y/o irreflexiva.
Repito, corresponde al concejal Ydanis Rodríguez dar el
primer paso en este plan unitario y de futuro, porque él representa las posiciones
más centristas en esta escaramuza sin sentido en que estamos envueltos los
dominicanos.
¡Vivimos,
seguiremos disparando!
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