Por Miguel Ángel Cid Cid
La vejez insulsa, sin experiencias positivas acumuladas, es distintiva
en los partidos políticos dominicanos. Si se observa la dirigencia de la
mayoría de las organizaciones políticas, se verá que la juventud brilla por su
ausencia. Es tradición en el Partido de la Liberación Dominicana exagerar los
factores negativos, de ahí que su mutación a la vejez iniciará muy temprano.
En efecto, el PLD es un partido que evaluado por los años que tiene de
fundado, es relativamente joven.El nacimiento de la corporación púrpura data de
diciembre de 1973. Es decir, que el partido morado cumple 45 años de su
constitución legal en diciembre de 2018.
No obstante, que un partido sea joven o viejo lo indica la frescura de
sus ideas y acciones sociopolíticas. Igual, por su experiencia en la
administración del Estado y la gestión de la democracia interna. Es
improcedente determinar su madurez
política en razón de los años que tiene de vida la organización.
En ese contexto, al evaluar en retrospectiva al PLD se dejan ver sus
arrugas desde 15 años atrás. Es decir, que desde la adolescencia organizacional
ya asomaba el apresuramiento de su senectud.
¿Cuáles son los factores que influyen en el proceso de deterioro estrepitoso
del peledeismo?
Las razones que dieron pie al ascenso del PLD al Poder político de la
nación, son paradójicamente, las mismas que lo empujan al abismo. Estos
factores pueden ser tantos como le parezca a cada observador, yo por mi parte,
resaltaré seis de las que creo son las principales. Veamos.
Primero: un liderazgo joven.
Luego de las elecciones de 1990, en el PLD se produjo una ola ascendente,
muchos de sus líderes de base destacaron en posiciones municipales y
congresuales. En su mayoría, esos líderes con ideas frescas, pasaron a ser
dirigentes nacionales, pero se acostumbraron con facilidad a los beneficios
superfluos del poder.
Segundo: el abandono del
pensamiento de Juan Bosch. Concitar el apoyo de los poderes fácticos
nacionales, implicó tirar a Bosch al zafacón. Esta fue la condición de Balaguer
para encaminar los morados en su carrera hacia la silla de alfileres. Arrinconar la ética boschista en materia política y
administrativa, trajo aparejada la adopción de la práctica política balaguerista.
El partido de la estrella amarilla se aferró con tanto ahínco al pragmatismo de
Joaquín Balaguer que a la postre, superó de manera desmedida al maestro. Incluso,
lo que hoy existe como PLD, es en sí, el original Partido Reformista de Joaquín
Balaguer.
Tercero: el ascenso al poder
político del país. Ahora, cuando se tipifica el ascenso al poder político como
uno de los elementos que envejece el PLD, me refiero a la forma como se produjo
ése ascenso. Llegar al poder al precio que sea es poco aconsejable. El PLD no
entendió que no siempre “el fin justifica
los medios”. Esta ignorancia, a la corta o a la larga, terminó malogrando
la moral y la ética entre ellos.
Cuarto: dilatada experiencia de
gobierno. En la discursiva política se dice con frecuencia que el poder
desgasta. Siendo así, el PLD en el 2020 cumplirá 20 años gobernando. “Veinte años no es nada”, decía Gardel y tenía
razón. Ahora, cuando se administra antojadizamente cientos de miles de millones
de dólares, un año es suficiente para corromper hasta el tuétano al más serio.
Quinto: abandono del sistema de
educación política interno. La educación interna en el PLD, al tiempo que
propició una formación política coherente, sirvió para depurar a los aspirantes
a miembros del partido. De modo, que abandonar la educación facilitó, no solo
la entrada sin control, sino también la proliferación de la corrupción
administrativa en todos los niveles.
Sexto: existe una dirección sedentaria,
inamovible. Los principales dirigentes del PLD datan en sus puestos desde la
misma fundación del partido. El Comité Central, de poco más de 20 integrantes,
hoy supera los 600 miembros. Y seguirá aumentando en razón de que entren otros
sin que salgan los ancianos.
En consecuencia, el partido morado se acostumbró a la dictadura disfrazada
y cayó en su propia trampa. El PLD se
auto sedujo por la más antigua de las dictaduras, misma que al decir de Alberto Cortes es “La vejez, la más vieja de las dictaduras”.
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