Por Rafael
Méndez
Para nadie es un
secreto que la República Bolivariana de Venezuela está siendo víctima de una
guerra comunicacional, que tal como afirman los dirigentes de la revolución y
sus aliados en todos el mundo, el objeto es aislar al país, desfigurar su
realidad y no desdeñar ninguna medio o recurso para buscar su
desestabilización.
Esa ofensiva
imperial no duerne, es una versión de la guerra fría, y como conflagración en otro
terreno, como dijo alguien, “La verdad
es la primera víctima en la guerra”.
Bajo ningún
concepto pretendo establecer que el recurso de la manipulación y la
desinformación, más aun en un contexto caracterizado por los grandes avances de
los medios de comunicación,sólo es utilizada por las agencias y los medios de
prensa al servicio de los grandes capitales y de los países ricos.
Pero les puedo
asegurar que son esos grandes capitales y países ricos quienes han tenido más
medios técnicos, científicos y económicos a su sobrada disposición para
utilizar esos recursos, a su antojo y conveniencias, y ponerlo al servicio de
sus grandes intereses económicos y político en todo el mundo.
“No hay nada nuevo en política, sólo existen
reinvenciones ingeniosas de la rueda”, advierte Dick Morris, en su libro Juego
de Poder, y añade: “En cada generación política, el primero en dominar una
nueva forma de tecnología de la comunicación tiene una gran ventaja”.
Esa ha sido “una
gran ventaja” histórica que la ofensiva imperialista ha tenido a su favor para
deponer gobiernos, asesinar líderes, producir matanzas, justificar
intervenciones, aislara países, hacernos creer que son los dueños del mundo,
etc…etc…
Y para la
implementación de “gran ventaja” han
contado con sus enclaves en cada uno de nuestros países, como muchos
líderes locales, la Iglesia Católico, la prensa, a partir de esos medios sus
campanas de reafirmación.
Y así, sobran
los ejemplos para justificar el
derrocamiento de Juan Bosch y la intervención de 1965, derrocar al presidente Salvador
Allende, intervenir en Afganistán y pretender derrocar el gobierno de Siria y
dominar la geopolítica regional, las matanzas en Palestina y la masacre de
Hiroshima y Nagasaki.
En la República
Bolivariana de Venezuela la ofensiva imperial no duerme a pesar de las derrotas
consecutivas que el chavismo le ha venido propinando, al extremo de sus
enclaves políticos están aislados, divididos y desacreditados.
Y en medio de la
incertidumbre, con un chavismo fortalecido y con grandes posibilidades de
retener el poder por medios democráticos, y líder que encarnen sus nefastos
intereses, buscaron inspirar la creación de un mártir encarcelado, y luego un
mártir muerto como símbolo de la inspiración y enervación que no tienen a
manos.
Y ahí fueron por
lana y quedaron trasquilados. Ni mártir preso, ni mártir muerto.
El
autor de periodista y diputado.
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