Por
Miguel Ángel Cid Cid
El
respeto a los procedimientos es un elemento fundamental en la administración de
justicia. Aquí, país del absurdo perpetuo, siempre que un delincuente de cuello
blanco es sometido, el juez lo pone en libertad por violación del debido
proceso.
Los
acontecimientos recientes, dejan ver que la justicia y las cárceles cambiaron.
De un lado, el cambio en la justicia obró en perjuicio de los imputados, en
cambio, la modernización carcelaria los benefició.
En
efecto, en estos días han sido inculpados 14 funcionarios y ex funcionarios del
gobierno, inclusive un cabildeador privado. Al hacer su declaración ante el
juez, los incriminados se declararon inocentes.
¡Ay!,
si usted los viera, seguro que quedaría convencido de que ninguno de ellos es
capaz de romper ni un plato. El quid del asunto está en que, según algunos
juristas consultados, con estos inculpados se violentaron todos los
procedimientos penales. A su pesar, los
14 fueron sentenciados a cumplir prisión preventiva y otros castigos menores.
¿Sera
que el tribunal tenía orden expresa de sacrificar los chivos expiatorios? De
ser así, ¿Quién impartió la orden?
¿O
acaso el magistrado sintió el peso de la presión ciudadana que clama a voz y
cuello el cese de la corrupción y la impunidad?
Creo,
sin temor a equívocos, que la segunda opción sería la más saludable. No quiere
esto decir que sea la correcta, ya es sabido que un juez debe abstraerse de
cualquier influencia externa al momento de impartir justicia.
Ahora,
lo que en realidad quiero reseñar, es el hecho de que así como la justicia ha
cambiado, el sistema penitenciario no se le queda atrás.
La
transformación carcelaria en el país, puede marcar el ejemplo universal en
cuanto a respeto de los derechos humanos de los detenidos. Para muestra, un
botón.
Uno
de los sentenciados por el caso de sobornos de Odebrecht fue confinado a la
cárcel de La Victoria. El preso preventivo se negó a internarse en el centro
penitenciario, bajo el supuesto de que su vida ahí dentro corría peligro. La
voz del sentenciado se dejó escuchar a través de sus familiares y un ex rector
de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Parafraseando
la palabra del señor, “el clamor de los
familiares y amigos subió al cielo y fue atendido por Dios”
En
consecuencia, el hombre del maletín, como también se le denomina al influyente
encarcelado, fue trasferido por el magistrado a la Cárcel de Najayo. Aquí,
convivirá con sus compinches y su vida será respetada.
Todavía
inconforme, los familiares del reo aplazaron su traslado hasta tanto la celda
donde seria hospedado fuera inspeccionada por estos. El propósito de los familiares con la evaluación,
era verificar que la celda-habitación estuviera a la altura de su majestad, el
Soberano Rondón I.
Toda
esta insistencia, viene a cuento porque yo quiero saber si a los demás internos
se les permitió escoger la cárcel de su preferencia. Más aun, sería saludable
dar a conocer los procedimientos a emplear para evaluar la viabilidad de las celdas
de los internos en Najayo.
Por
ejemplo, ¿Los familiares y seguidores del “mambero” Omega, inspeccionaron la celda
donde lo trancaron?
¿Será
que los privilegios otorgados a Rondón, son para compensar la violación de los
procesos judiciales en el juicio de instrucción?
Es
suficiente, ¡basta de tantas preguntas!, lo real es que el sistema
penitenciario y de justicia ha sido transformado. Este juicio y posterior
encarcelamiento de los imputados solo facilitó poner en marcha los cambios
introducidos.
En
consecuencia, de ahora en adelante, todos los condenados tienen derecho a
escoger la cárcel donde ser confinados y evaluar la celda-habitación donde
dormirán.
“Lo que está a la vista, no necesita
espejuelos”
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