Por Juan TH
Cada vez son mayores las posibilidades de sacar al Partido de la Liberación
Dominicana del poder debido a su incompetencia para resolver los problemas
nacionales a pesar de los años que lleva administrando la cosa pública, (16
años, 12 ininterrumpidamente) el endeudamiento externo exorbitante, la
corrupción rampante, la impunidad que impide castigo a los prevaricadores, el
aumento de la pobreza, la inseguridad ciudadana, etc.
La gente simplemente se hartó del Comité Político convertido en una casta
privilegiada supranacional; de los funcionarios enriquecidos al vapor, de las
carreteras clandestinas, de las mansiones, los helicópteros, los vehículos de
lujo, las villas y los castillos, los salarios millonarios, las “segunda
base” (amantes) nombradas en posiciones importantes del Estado, las
nóminas y las nominillas, el barrilito y el cofrecito, las evaluaciones y las
sobrevaluaciones, etc., etc., etc.
Ahora bien, toda la rabia y la impotencia de la gente acumuladas tienen que
convertirse en votos en las elecciones venideras para lograr erradicar la peste
morada que amenaza, como un cáncer, con destruir todas las células del cuerpo
social dominicano.
El PLD es un monstruo de muchas cabezas poderosas y peligrosas con nombres
en la Justicia, el Congreso, la Prensa, con sus bocinas, la Junta Central
Electoral (JCE) y el Tribunal Superior Electoral (TSE), la Policía y las
Fuerzas Armadas, además del Presupuesto Nacional.
Solo la voluntad férrea del pueblo a través de la unidad de sus
organizaciones más representativas podrá erradicar la peste, es decir, derrotar
al PLD y su candidato Danilo Medina.
El acuerdo del Partido Revolucionario Moderno con el Reformista Social
Cristiano que se suma a la Convergencia, es un paso importante, trascendente
diría, para arrinconar y aislar aún más al partido de gobierno. Faltan otras
fuerzas, pero el avance es indudable.
Es necesario, sin embargo, darle contenido programático al entendimiento
entre los partidos. En las alianzas no pueden primar las reparticiones de
candidaturas y cargos, pues estaríamos en lo mismo. Y no puede ser. El interés
nacional tiene que primar en los acuerdos a través de un programa o plan
de gobierno.
No es cuántos senadores, diputados, alcaldes o regidores se repartirán los
aliados. Es ¿qué haremos con el país? Me pregunto junto con Fafa
Taveras, ¿para qué queremos el poder? ¿Cuáles son las transformaciones
que haremos desde el poder? ¿Qué giro le darán las fuerzas populares,
verdaderamente progresista, al Estado y sus instituciones?
Apuesto por un cambio de verdad, no un lavado de cara para que todo siga
igual, no un cambio gatopardiano; hablo de un cambio del modelo que sacuda toda
la estructura podrida y mafiosa del Estado dominicano.
Respaldo de manera entusiasta los acuerdos de toda la oposición siempre y
cuando prime el interés nacional, no el simple reparto del Estado como si fuera
un botín o una piñata.
Pero esos pactos o acuerdos deben tener sentido político y programático. El
plan elaborado por los técnicos del PRM bien puede servir de base para la
discusión. Es un buen documento.
Para sacar al PLD del Palacio Nacional,
erradicar el mal, curar la peste, cortarle las cabezas al monstruo morado, será
necesario tomar las calles, aplicar una correcta línea de masas que impida el fraude
dentro y fuera de la JCE y el TSE para que no pueda robarse las
elecciones como ya lo ha hecho. Los árbitros del proceso no son imparciales. No
lo olviden.
¡Unidad y lucha es la clave del triunfo!
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