Por Miguel Ángel Cid Cid
El conservadurismo en el Partido de la Liberación Dominicana hizo
metástasis. A tal punto que sustituyó al balaguerismo como partido comprometido con el sistema.
Desde el fatídico 1996, cuando se consumó el “Frente Patriótico”, la nación quedó
sin una tercera fuerza que hiciera contrapeso a la voraz repartición y manejo del
poder político del país.
A dos décadas del nefasto frente, el proceso electoral del 2016 brinda
a Alianza País la oportunidad de ocupar ese espacio de equilibrio de poder, al
través de un ejercicio de oposición responsable y catalizador de las energías de amplios sectores comprometidos
con la decencia y la democracia.
Por ello resulta alarmante ver cómo los partidos tradicionales y, por
supuesto, con mayores recursos y experiencia electoral, definen temprano sus
candidaturas; mientras Alianza País se mantiene rezagada.
Esa inercia contradice la actitud vanguardista de Alianza al momento
de denunciar actos de corrupción en el Estado. Incluso, la temprana definición
de su candidato a la Presidencia de la República, refuta la parsimonia en la
elección de sus candidatos en lo local.
Declaran a la prensa “querer líderes y dirigentes que no estén comprometidos
con la corrupción y que estén dispuestos a aceptar nuestro programa de
gobierno”. En otras palabras, buscan candidatos de higiene ética a toda prueba.
¿Será que la pureza inmaculada de Guillermo Moreno ya está probada?
Amigos dirigentes de ese partido aseguran que todo quedará resuelto
desde que se instalen las “Mesas de Dialogo y Concertación Política”. Las Mesas
están diseñadas como espacio de debate entre líderes sociales, comunitarios,
sindicales y empresariales con la organización política. En estas reflexiones también
convergen ciudadanos y ciudadanas independientes que están interesados en la
política como herramienta para mejorar la sociedad.
—“Es en el marco de estas discusiones que iremos detectando quienes
pueden ser nuestros representantes en el congreso y los municipios” —, nos
dicen.
El método de selección de candidatos luce novedoso e inclusivo, pero
la morosidad del proceso puede ser fatal. Ojalá no se den cuenta de ese hecho al
llegar a la curvita de la Paraguay.
Paralelo a la instalación de las citadas Mesas, nos consta que Alianza
País realiza un intensivo esfuerzo por concitar aliados. Tratan de aprovechar a
su favor las injusticias cometidas por la Junta Central Electoral cuando
negaron el reconocimiento a decenas de movimientos políticos locales.
En el municipio de Baitoa, provincia Santiago, por ejemplo, se
conformó el movimiento Iniciativa Ciudadana. Esta agrupación fue la responsable
de librar la lucha que culminó con elevar a Baitoa de Distrito Municipal a
Municipio. Por tanto, en las elecciones
del 2016 se escogerán sus primeras autoridades municipales.
Los dirigentes de Iniciativa Ciudadana, consiguientemente, son líderes
probados, forjados en un proceso que implicó agitaciones político-sociales y la
propensión a la concertación con todos los sectores de la comunidad. Pero para
la JCE no fue suficiente, y le negó el derecho a participar en las elecciones venideras.
Pues a partir del desplante de la JCE, Alianza País le ofreció la
oportunidad a IC de ir aliados en el municipio. Y eso es beneficioso para ambas
partes. Pero más provechoso resultaría para Alianza País, si analiza sus
propios actos y saca sus propias consecuencias.
El punto es el siguiente: si Alianza País logró en Baitoa un acuerdo
con fuerzas locales emergentes, exitosas pero sin experiencias de índole
administrativas y con ética que sólo a posteriori la podremos valorar, ¿por qué
tanto periquitos para ponerse de acuerdo en los demás municipios y provincias
del país?
El país electoral exige a Alianza País asumir con gallardía el reto. Le
demanda mostrar, no sólo discursos políticos, sino gestos claros de vocación de
poder. Candidatos y candidatas con talento y don de servicio tienen de sobra en
las diferentes provincias y municipios del país.
El camino impone abrir nuevas trochas para alcanzar nuevos ámbitos. Y
ello obliga a dejar de lado, por el momento, el puritanismo tartufiano.
Miguel Ángel Cid
Twitter:
@miguelcid1
4 noviembre 2015
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