jueves, 22 de octubre de 2015

Cuidado con ese alocado endeudamiento

Por Mariluz Fermín

El Gobierno acaba de anunciar, a través del Ministro de Hacienda, que tomará un nuevo préstamo por un monto de RD$ 189 mil millones, de los cuales unos 73 mil millones se utilizarán para cubrir el déficit previsto para el presupuesto del 2016 y el resto, unos 116 mil millones, para pagar el servicio de la deuda acumulada al 2015. 
    
Ese anuncio hecho de esa forma plantea de inmediato algunos cuestionamientos. Por ejemplo, ¿Cuántos millones se han tomado prestados en lo que va del 2015 para cubrir deudas y qué se ha hecho con esos préstamos? ¿Cuánto de lo tomado prestado se ha aplicado a la deuda? ¿Por qué un monto tan alto de unos 116 mil millones para pagar la deuda del 2015, cuando el déficit que se previó para ese mismo año fue de un monto de poco más de 73 mil millones? Estas preguntas ponen de relieve la necesidad de que el Gobierno sea más claro o, como se dice ahora más transparente. 

Mientras no se cuenten con claridad esas cuentas se hace razonable que la gente común asocie ese anuncio  de un nuevo préstamo tan voluminoso, equivalente a unos 4,200 millones de dólares, con el financiamiento requerido para aplicarlo a la campaña electoral para la reelección. Esa es una sospecha razonable. Pero lo que está de fondo con ese manejo de las fianzas públicas es que el gobierno sigue como su antecesor atado a un modelo presupuestal basado en el endeudamiento cada vez más preocupante; el déficit fiscal elevado y crónico; los reajustes tributarios como ya se vaticina con el próximo “paquetazo” fiscal; y los exagerados gastos corrientes, sobretodo en gastos del personal supernumerario, consecuencia de una estrategia de gobernabilidad fundamentada en el clientelismo patrimonialista.

Ese manejo de las finanzas públicas no solo pone en peligro la soberanía fiscal de la República, como ha sucedido en algunos países de la vieja Europa y a nuestro propio país en tiempos históricos, sino que la misma tiende al derroche de los recursos y a la pérdida del país de la oportunidad de aplicar los grandes volúmenes de recursos allegados, a los renglones económicos y sociales que fomenten el desarrollo sostenible que la propia ONU ha asumido, recientemente, como meta de los países.

En consecuencia, esa forma de dilapidar los recursos, unido al flagelo asociado de la corrupción, hacen que la Nación tenga que pagar un altísimo costo de oportunidad, que hasta ahora solo ha servido para enriquecer a unos cuantos oligarcas, viejos y nuevos, y para crear una gran incertidumbre y desesperanza en la mayoría de la población que resulta excluida de los beneficios del crecimiento económico.
Cambio de rumbo

Por esas razones es que se justifica y se hace necesario un cambio de rumbo, que sanee el manejo presupuestal que la nueva clase gobernante ha instaurado, para que el país haga un uso más racional de los recursos públicos y presupuestales, que permita enrumbar al país hacia un estado de prosperidad, orden y seguridad para todos. 

¡Cuidado, pues, con ese alocado endeudamiento!


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