POR JOSE ANTONIO
MATOS PEÑA
Desde varios años atrás, en que empezamos a observar
un crecimiento inusitado, brusco a nuestro sentido perceptivo, del lago
Enriquillo, nos acercamos a un prominente hombre , con los fines de que se
comience a dar la voz de alarmas sobre
algo que para nosotros representaba una probable tragedia local a parte
importante de la región Enriquillo, la contesta de nuestro distinguido
contertulio fue de que no importa, que crezca, que conviene al medio ambiente, que eso era un
evento positivo para la ecología, le riposté de inmediato, que pasaría con todo el conglomerado humano y
los recursos medioambientales que pudieran quedar bajo las salinas aguas del
Enriquillo, nos dijo que no, que el crecimiento es positivo y beneficioso que
las pérdidas argüidas por mi eran insignificantes… Me dejó con la palabra en la
boca y un gran vacío en el alma.
Esta conversación no pudo seguir pero nuestra curiosidad y preocupación sí, no estaba en
boga para esos tiempos en nuestro país los efectos del cambio climáticos ni
nada por el estilo, fenómeno este, de gran incidencia en nuestras vidas y
futuro, el cual tiene a diario efectos nocivos para la vida, pero no así en la
inmediatez de muchos descalabros e inclemencias, estos son acelerado por el
accionar humano.
Mientras el cambio climático nos va corroyendo paso
a paso, aunque su destrucción masiva y total pudiera esperar cientos de miles
de años, el efecto invernadero nutre este maligno cuadro de vida, devolviendo energías
en diferentes expresiones a nuestro
entorno por depósitos en nuestras capas superiores de substancias de efectos
del mundo del hombre, por falta de regulación ò por malas prácticas industriales
y colectivas.
Los efectos referidos anteriormente nos van minando
la vida, pero prácticas lesivas al medio ambiente, como la tala, quema y destrucción ò desequilibrios provocados por el de quehacer humano le dan
celeridad a nuestra hecatombe, ejemplos, industrialización del carbón vegetal en nuestra isla, las
quemas masivas en nuestra orografía, con evidentes signos de intencionalidad.
En nuestro lago Enriquillo el jueguito del crecimiento significó un costo
medioambiental y humano tal, que solo con referirnos a los más de 198 kilómetros
cuadrados de espejos de aguas extras, el alcance de su nivel con el incremento
de 23 metros en el período comprendido entre el año 2007 al 2013, podemos
hacernos la idea de que sepultó cientos
de miles de tareas de tierras en bosques, mayoritariamente constituidos en
Mangles, Bayahondas, Frutales y Maderables, con fauna y flora agregados.
¿Todo este daño es del cambio climático y el efecto
invernadero?, ¡NO!, aquí entró la mano del Hombre, con probable principalía, a ver: 1.- El director del INDRHI, en esos
tiempos, año 2007, dijo en Barahona que las aguas del río Yaque del Sur no volverían
al mar Caribe, don David Volquez y el obispo de ese momento en Barahona son
testigos presenciales de ese pronunciamiento. 2.- las aguas del Yaque del Sur no
habían sido afluentes fundamentales, sino que marginales y minoritarias del Lago Enriquillo, sino que lo fueron del
mar Caribe, millones de años antes por Azua y un movimiento telúrico posterior
lo desvió a la Bahía de Neiba, por Puerto Alejandro, para que en estos tiempos,
después de la destrucción del dique de Mena ò Trujillo, la inversión de la
pendiente del aliviadero de Canoa por falta de mantenimiento ò limpieza
desviaron al Enriquillo u hoya del lago
Enriquillo el 75% de las aguas que anteriormente iban al mar, resultados, por
esta situación en tan solo tres períodos de alta pluviometría, es decir en los
años 2007, 2010 y 2012 al lago Enriquillo llegaron alrededor de 6 mil millones
de metros cúbicos extras, es decir que además de la que normalmente le llegan
al través de los 73 acuíferos que lo alimentan.
¿Es esto efecto simple y único del cambio climático?,
NO, además está la mano de hombre y su inacción, y… su imprevisión.
La mano del hombre tiene que accionar para que las prácticas
dañinas sean minimizadas, esto va con la quema de árboles, preservación de
bosques, que para la región Enriquillo por ejemplo, que con atención a los
productores de 417 tareas de café se aporta a todo, con la presa de Monte
Grande, que además de ser el gran amortiguador de inundaciones, pero también de
sequías, recordemos los sueños del faraón, (los siete años de vacas gordas y
los siete años de vacas flacas ), en aquella ocasión inducía a almacenamiento
de cereales ahora de aguas, que lo
contempla todo.
Pensemos que en el futuro, las aguas ò parte de
ellas que depositamos en la parte baja de la isla estuvieran acumuladas en
lugar estratégico, con ello, amainamos los desmanes del cambio climático y
soportamos mejor el efecto invernadero.
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