Por Ysócrates Andrés Peña Reyes
Las estrategias formuladas por el Consejo Regional de Desarrollo,Inc.(CRD) en torno a
la solidificación sociopolítica, socioeconómica y de los valores morales del país en este nuevo año,
contemplan que para redefinir nuestros roles y tareas sociales, descubrir y
fortalecer la familia como el lugar ideal para forjar los valores y la sanidad
social, constituye una meta alcanzable y
necesaria para lograr un modo de vida más humano y sustentable, que
posteriormente se difundirá positivamente en forma general a la sociedad y al
Estado en el que convivimos.
Como parte vital de este cometido, aconseja que
debemos asumir a toda plenitud en nuestros hogares, que constituye un principios capital que los valores se viven
en casa y se transmiten a los demás como
una forma natural de vida, es decir, dando ejemplo, siendo primordial la acción
de los padres, a fin de que los niños y los jóvenes reciban verdaderas
lecciones de cómo practicarlos en su mayor expresión y dimensión.
Resalta, que si bien es cierto que corresponde a los
padres la responsabilidad de formar y educar a los hijos, estos últimos no
quedan exentos de las tareas que deben asumir en pro de una sociedad mejor, sobretodo, por
depender sus éxitos de valores
que se aprenden en casa y se perfeccionan a lo largo de la vida, según la
experiencia y la intención personal de mejorar.
Para lograr lo anterior expuesto, llama a seguir
profundizando los esfuerzos para aumentar los niveles educativos de todos los
estratos sociales de nuestra población, para que se comprenda en su mayor
dimensión, que el valor de las familias se reconoce y valora cuando cada uno de
sus miembros asume con responsabilidad y conciencia el papel que les ha tocado
desempeñar dentro de ellas, procurando no sólo el bienestar y felicidad
propios, sino también del conglomerado social del que forman parte.
En procura de dichos objetivos, entiende que es de
gran importancia encarar dentro de los núcleos familiares las gravísimas
repercusiones que genera la práctica enfermiza del egoísmo, procurando
desarrollar en quienes las integran una vocación de bien y amor por el prójimo
que les reivindiquen y dignifiquen, y a la vez, que les permitan cumplir los cometidos
sociales que reclaman sus comunidades para poder encarar los males que les
afectan.
También, que las familias deben soportarse en la
insustituible presencia física, mental y espiritual de las personas en el
hogar, con plena disponibilidad al diálogo y a la convivencia, teniendo por
enlace un esfuerzo consolidado destinado a cultivar y solidificar los valores
en la persona misma, para que por su
intermediación se transmitan y enseñen a las generaciones presentes y
futuras.
En los referidos propósitos, ve muy beneficioso asumir
los resultados positivos que muchas familias han encontrado en la religión y en
la práctica de la piedad, como guía y motor para elevar su calidad de vida,
viviendo los valores humanos de cara a Dios y en servicio de los semejantes,
teniendo en la fe un motivo más elevado para formar, cuidar y proteger a sus componentes, así como también, a los demás núcleos
sociales que conforman la sociedad.
Formar y llevar a las familias en un camino de
superación y crecimiento constante,
no resulta una tarea fácil, dadas las
exigencias de la vida actual, pero eso no lo hace imposible, por tanto, como bien lo sugiere el Consejo regional de
Desarrollo, Inc. (CRD), es necesario dar
orden y prioridad a todas nuestras obligaciones y aprender a vivir con ellas,
para una saludable supervivencia de los hogares y la sociedad, y sobretodo, de
la paz que requerimos, para encauzarnos hacia un real desarrollo y para
conquistar la solidificación que necesitan los estamentos de nuestra sociedad y
de nuestro Estado.
Ysócrates Andrés Peña
Reyes
Director General del
Consejo Regional de Desarrollo (CRD),
Abogado y Politólogo.-
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