POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA
A primera hora del amanecer del 19 de diciembre del
año 1965, hacen ya 49 años, se disponía a salir del cementerio de santiago de
los caballeros, a donde habían llegado en tempranas horas, con la mayor parte
del estado mayor del ejército que constituyó en el gobierno de más
de cuatro meses de duración, justo prácticamente, lo que duró la revolución de
abril el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, luego de rendir homenaje y una
misa en su honor a su compañero de armas y líder del levantamiento
militar coronel Juan Tomás Fernández Domínguez, muerto en la intentona de
recuperar el palacio nacional, el anterior 19 de mayo de ese mismo año.
Se aprestaban a salir del cementerio cuando tres
disparos de fusiles que les fueron lanzadas por dos guardias regulares
obedientes a al gobierno de transición encabezado por Héctor García Godoy, los
guales fueron apresados desarmados y hechos prisioneros por la escolta
del coronel Caamaño, encabezada por el jefe de inteligencia y
contrainteligencia del gobierno en armas anterior, Claudio Caamaño
Grullón.
El coronel Caamaño y su estado mayor en el momento,
que sumaban algo más de 20 hombres, con tan solo 31 armas largas, siguieron su
destino hacia el hotel Matum, de las afueras de Santiago de los Caballeros,
ciudad que aun cuando no escenificó enfrentamientos Bélicos en la revuelta del
1965, era objeto de la visita en su honor también, ya que había aportado
recursos, alimentos y el mayor número de combatientes aportados al
movimiento revolucionario y patriótico, que buscaba la vuelta a la constitución
del 1965, interrumpida por el funesto golpe de estado al profesor Juan Emilio
Bosch y Gabiño el 25 de septiembre del 1963.
Llegaron al hotel Matum, donde desayunarían esperados
por una gran cantidad de excombatientes de la guerra, la mayoría de Santiago,
entre los que se encontraba el señor Silvestre Antonio Guzmán Fernández, el
doctor Salvador Jorge Blanco, miembros del gabinete del coronel Caamaño, más de
quinientos niños vestidos con ropa dominguera, como se suele decir, ya que era
domingo y día de misa, fueron a hablar en el patio del hotel, con un
grupo de sacerdotes que participaron en la revolución, cuando llega a una
esquina del hotel un camión con más de sesenta soldados, los cuales acto
seguido empezaron a disparar por lo que los militares constitucionalistas, con
escasas armas empezaron a ejecutar la resistencia, con un combate que se inició
a eso de las 9:30 AM. y se extendió corrido hasta la una de la tarde.
A esa hora se pactó un cese al fuego, para
recoger heridos, en el frente del hotel se encontraban cincuenta ó
sesenta, entre muertos y heridos. Llegan a ellos unos sacerdotes, más un
teniente coronel de la armada interventora, con un traductor, legaron con un
jeep extranjero, el vicecónsul norteamericano de Santiago y el coronel Caamaño
dispuso que todos los huéspedes del hotel que quisieran irse que se vallan, en
horas de la tarde, coordinaban también, con combatientes que estaban
afuera, una ofensiva para tan pronto llegara la noche romper el
cerco y adentrarse a la ciudad de Santiago para desde allá seguir el combate.
Evidentemente la mano maestra del imperialismo
norteamericano estuvo presente en la intentona, como parte de la guerra tibia,
guerra post guerra del 1965 y preludio de la cruenta guerra fría que llego
después de los exilios con expulsión de dominicanos de su territorio y los
nombramientos mal intencionados (agregados militares) hechos por el lacayato
que encarnaron malos dominicanos, desde una intervención firmada por Benoit y
sus acólitos, sus adlátere de el Balaguerismo con Balaguer a la cabeza,
principalmente en los doce años en que gobernó subsiguientemente.
Los militares del honor, encabezados por Caamaño,
combatieron contra más de dos mil soldados, tanques de guerra, cañones de
artillería, aviones y helicópteros, para lograr, al igual que en meses
anteriores, a base de valor y patriotismo, obligar a las fuerzas interventoras
a llegar a una salida negociada, en la que en horas posteriores, el líder
dominicano junto a Claudio Caamaño y otros más fueron los últimos en
abandonar el hotel Matum, en helicóptero, los demás lo hicieron en
vehículos, Claudio y Caamaño aterrizaron en el hotel el Embajador de la
Capital, de ahí pasaron a la casa del presidente García Godoy, el cual quería
que Caamaño se presentara en la televisión como signo de que estaban vivos y
que no se estaba peleando ya. Caamaño se molestó y se negó a presentarse
aduciendo que ese presidente era tan culpable como los interventores, nada más
convincente de quien era el autor de la agresión e intentona de matar a
toda la jerarquía militar de la revolución de abril del 1965.
Los muertos, directamente tres en el combate del hotel
Matum, el coronel del estado mayor Juan Lora Fernández y el sargento
Domingo Báez Peña, los cuales murieron por efecto de un cañonazo disparado por
un tanque de guerras de los sicarios dominicanos, que hirió a cuatro o cinco
patriotas entre los cuales estaba un hermano de Claudio y dos primos, un tercer
muerto lo fue un mecánico de la Volkswagen que dentro de un callejón fue
impactado en la cabeza por un proyectil calibre 50 que antes de darle atravesó
una pared. Un montón indeterminado de muertos fueron tirados por los
antinacionalistas del cerco, de constitucionalistas que intentaron ir al hotel
a reforzar la patria. Al final de la lucha, Claudio Caamaño cuenta que
recogieron 117 fusiles de los de los contrarios que cayeron en combate.
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