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sábado, 8 de marzo de 2014

Un año más, Peña


Por: Nélsido Herasme

Si el doctor Dr. José Francisco Peña Gómez estuviera vivo, hoy los suyos estaríamos celebrando su cumpleaños 77, pero para nuestro lamento hace casi 16 que nos abandonó.

El líder de muchos dominicanos vino a la luz un 6 de marzo de 1937, que como los poetas nació, creció y voló hasta el cielo a ocupar el lugar que Dios le había reservado. Hoy, mezclando dolor y tristeza muchos  recordamos su amor y desprendimiento.

El vuelo de Peña nos dejó un sabor amargo en nuestras gargantas y un dolor que aun nos embarga, porque perdimos al maestro y guía, dejando de oler el perfume de la rosa blanca que por años sin términos adornó el jardín del Partido Revolucionario Dominicano.

A Peña, en su día, le damos gracias por enseñarnos hacer política sin odio ni rencores. Gracias, porque a pesar del escarnio al que fue sometido, supo mantener encendida, hasta la hora de su partida, la antorcha de la dignidad, el amor y del perdón.

Para muchos Peña seguirá siendo el líder eterno del Glorioso, el mentor de las masas irredentas y el guía más grande que ha producido la historia de la República Dominicana.

Peña será por siempre nuestro estandarte, el de corazón puro, el que nunca sintió animadversión y, quien con su ejemplo, enseñó a soportar con tesón y estoicismo el látigo inmisericorde de sus adversarios.

Hoy recordamos aquellos discursos que nos hacían vibrar de emociones y esa oración suya, que días antes de su partida dejó impresa con todo el amor que le caracterizó: “Mis enemigos pueden contar conmigo, porque yo los perdono”…

En este nuevo aniversario los perredeistas seguimos aferrados al amigo sincero y leal; al generoso y solidario; al artista y poeta y al símbolo del futuro del gobierno compartido que los dominicanos queremos construir.

A pesar de lo accidentada que fue su vida, Peña nos dejó como legado su testimonio, su valor y decisión, como muestras fehacientes de que vale la pena vivir.

Sabemos del drama que padeció y de los rigores del dolor que sufrió, cuando su familia muy pobre, se vio obligada a huir en 1937 de la persecución de las bestias trujillistas que habían propiciado una hecatombe humana en el país.

Los perredeistas jamás olvidaremos sus enseñanzas, a pesar de que traidores, sin juicio y sin corazón están conspirando contra la salud de su partido.

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