Sentencia y nacionalidad
Por Rey Guerra
El tema de la migración haitiana a RD no tiene por que dividir a los dominicanos en pro- haitianos y anti-haitianos. No es una guerra, es simplemente un problema sociopolítico, cuya solución empezó en 2010, con la proclamación de una Constitución Dominicana que aborda y organiza el problema, desde el punto de vista formal. Ahora, lo que falta es que ese régimen nuevo, madure.
Con el paso del tiempo, las generaciones futuras de niños nacidos de
ciudadanos extranjeros ilegales bajo ese nuevo régimen, ya no podrán
reivindicar la nacionalidad dominicana, la cual no les corresponde. Pero ese es
un tema muy distinto a la discusión que nos ocupa en este tiempo, acerca de la
sentencia reciente del Tribunal Constitucional.
En relación a la sentencia del TC esta tiene una gran importancia actual
y futura en la vida de los dominicanos. La justicia dominicana, entiéndase el
aparato judicial, es una de las instituciones peor valoradas y con peor crédito
en este país.
La gente no cree en ella, debido a que existe la percepción de que juzga
mal y con lentitud en la mayoría de los casos. Y en muchos casos esta
percepción es correcta, precisamente por la abundancia de decisiones parecidas
a la del Tribunal Constitucional.
Esta sentencia es mala en el fondo y peor en la forma. En la forma:
viola principios jurídicos elementales que deben ser observados por todos los
tribunales al momento de administrar justicia,
por ejemplo, no examina la competencia del TC para juzgar el caso que se
le sometió, además, la base legal sobre la cual funda su fallo es errada, muy
errada, porque primero juzga en base a la Constitución haitiana, arrogándose la
competencia de un tribunal internacional, sin serlo y luego, utiliza la
Constitución Dominicana de 1929, pero su fallo contradice el contenido de ese
texto de ley, y muy especialmente la razón sociopolítica que le da origen, es
decir, su espíritu, finalmente, utiliza el principio de legalidad de manera
equivocada porque no es aplicable en este caso eso de que "una ilegal no
puede producir una legalidad."
En cuanto a la sentencia de 2005 de la Suprema Corte de Justicia, que ahora usa el TC para "legalizar" su decisión, es un adefesio judicial, ridículo y risible. La manera en que esa sentencia pretende reglamentar el tránsito en este país es tan ridícula, que si juristas internacionales la leyeran, se morirían de risa. Un ciudadano en tránsito es un ciudadano con un status jurídico regular, no un ilegal, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, y mucho menos puede una persona en tránsito por ningún país del mundo durar treinta años en tránsito.
Esa sentencia, aparte de ridícula, es un acto de mala fe, en contra de
un grupo, y en consecuencia, carece de legitimidad y la legitimidad es más importante que la legalidad.
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