Leonel y la Constitución
Por JUAN T H
La actual
Constitución de la República le pertenece, en sentido histórico, a Leonel
Fernández. El país pagó un alto precio económico y político por ella. Por lo
tanto, es necesario su cumplimiento al país de la letra para que podamos hablar
de un verdadero Estado de Derecho.
“Todas las
personas y los órganos que ejercen potestades públicas están sujetos a la
Constitución, norma suprema y fundamento del ordenamiento jurídico del
Estado”. Vean bien. Dice: “Todas las
personas”. No hace excepción, según el
artículo seis. No dice “todas menos Leonel Fernández·
Esa Constitución
establece en su artículo 146, que “Será sancionada con las penas que la ley
determine, toda persona que sustraiga fondos públicos o que prevaliéndose de
sus posiciones dentro de los órganos y organismos del Estado, sus dependencias
o instituciones autónomas, obtenga para sí o para terceros provecho económico”.
“De igual forma
–sigue diciendo- será sancionada la persona que proporcione ventajas a sus
asociados, familiares, allegados, amigos y relacionados”. (No lo digo yo, lo
dice la Constitución de Leonel)
Y lo más
importante, ¡atención!, “es obligatoria, de acuerdo con lo dispuesto por la
ley, la declaración jurada de bienes de las y los funcionarios públicos, a quienes corresponde siempre probar el
origen de sus bienes, antes y después de haber finalizado sus funciones o a
requerimiento de autoridad competente”.
Quiere decir que
los ciudadanos tenemos derecho a saber cuál es el patrimonio de todos los
funcionarios públicos, incluyendo el Presidente. Cuando Danilo salga del cargo
debe, por mandato de la Constitución, no solo decir, sino probar el origen de
sus bienes. Leonel también.
Durante las
gestiones de gobierno de Leonel se hicieron
cerca de 200 denuncias serias de corrupción, malversación, prevaricación o robo
de fundos públicos. ¡Ninguna fue investigada! Algunas de esas denuncias
involucraban al propio Leonel o sus allegados más cercanos, como su esposa, sus
hermanas y varios ministros, viceministros, embajadores, y directores
generales. El Banco Interamericano de Desarrollo calculó entre tres y cinco por
ciento del Producto Interno Bruto, lo que la corrupción se llevaba en los
bolsillos durante los gobiernos de Leonel. Hablamos de cien mil millones de
pesos todos los años. (En los pasillos del Palacio Nacional aseguran que el
grupo de Leonel se llevó en seis meses más de 150 mil millones de pesos. De ahí
el famoso maletín de los gallegos de Danilo que en vez de un tesoro, encontró
facturas por pagar)
Los casos más
escandalosos de corrupción involucran al senador de San Juan de la Maguana,
Félix Bautista, que Leonel dijo querer como a un hijo.
De acuerdo con
la Constitución, los ciudadanos tenemos derecho a saber, dónde están los 130
millones de dólares de la SunLand. La
Suprema Corte de Justicia de Subero Isa, con más miedo que vergüenza, dijo que
se había violado la Constitución.
Todos tenemos
derecho a saber por qué Solano, deportado por tráfico de drogas, recibió del
gobierno de Leonel, según sentencia de la Suprema Corte de Justicia, más de
cinco mil millones de dólares en obras del Estado. De igual modo alguien debe
explicarnos de dónde salieron los fondos para patrocinar campañas electorales
en Haití, Perú, Panamá y otros países del área. Que nos digan, atendiendo al
rigor constitucional, como es posible que Arturo del Tiempo fuera recibido en
Palacio por el Presidente, luego le diera inicio a la obra y posteriormente intervino
para que el Banco de Reservas financiera la Torre Atiemar donde la Policía
tenía intereses a tal grado que un coronel asistente del jefe de esa
institución era el “jefe de seguridad de la obra”.
La Fundación
Global, Democracia y Desarrollo, desde mi óptica, es “cuerpo del delito”. La
querella presentada por Guillermo Moreno y Alianza País, está bien fundamentada
desde el punto de vista jurídico. No
puede ser rechazada con bravuconadas. Las pruebas presentadas en el libro
“¡Nunca Más!” son demoledoras. Leonel tiene que explicarle al país la
procedencia de los fondos de la Funglode. Es obligatorio. Lo manda la ley. (¡Lean
esa vaina, por favor!)
Los ciudadanos
no tienen nada que probar en los tribunales contra Leonel y su gente. Ni
Guillermo Moreno tampoco, aunque tenga
las pruebas para hacerlo. Es Leonel quién tiene que demostrar la procedencia y
legitimidad de los mismos, según el artículo 146 de la Constitución del propio
Leonel.
Nadie tiene que
sentirse ofendido ni ultrajado porque un ciudadano en pleno ejercicio de sus
derechos constitucionales reclame transparencia. Nadie está culpando a nadie
por “envidia”, ni por prejuicios políticos. Es una cuestión de ley. Todos los ciudadanos, menos los que la
Policía le “da pa bajo”, son inocentes hasta tanto se les pruebe lo contrario
siguiendo el debido proceso.
El Comité
Político, el Comité Central y todos los demás comités del PLD, en vez de
amenazar y amedrentar, deberían demandar que la justicia actúe, con rigor, con
honestidad y con absoluta independencia. No amenazar fiscales, ni presionar
jueces, ni utilizar periodistas corrompidos para que insulten y denigren a
quienes reclaman se cumpla con lo que establecen la Constitución y las Leyes.Leonel
debería ser el primero en permitir ser investigado. (El que no tiene hechas no
tiene sospechas)
Los ciudadanos están
en el deber de exigir transparencia, explicaciones, justicia. Y que los que resulten condenados por robo le sean
expropiados sus bienes, como ordena la Constitución: “A las personas condenadas
por delitos de corrupción les será aplicada, sin perjuicio de otras sanciones
previstas por las leyes, la pena de degradación cívica, y se les exigirá la
restitución de lo apropiado de manera ilícita”. Después, como dijera el poeta
nacional, “no quiero más que paz”.
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