Por Pablo Vicente
Recientemente hemos estado viendo por
las redes sociales actividades de recaudación de firmas con el propósito de
proponer la eliminación del financiamiento público que reciben los partidos
políticos, me parece que esta acción para nada contribuye con el fortalecimiento de la democracia y el
sistema de partidos.
En las democracias, el financiamiento
público de los partidos políticos es mucho más que un simple aporte económico;
es una inversión en la equidad, la transparencia y la estabilidad y
fortalecimiento del sistema de partidos. Aunque este mecanismo es
frecuentemente objeto de críticas, su correcta implementación es esencial para
garantizar la representación plural y evitar que el dinero ilícito entre a la
política.
En muchos países latinoamericanos,
incluido República Dominicana, el financiamiento público se ha convertido en un
componente clave del sistema electoral y es un tema central en las democracias
modernas. Este mecanismo busca garantizar igualdad de oportunidades en la
competencia política, asegurando que todos los partidos, independientemente de
su tamaño o de su capacidad para recaudar fondos privados, puedan participar en
igualdad de condiciones, pero además busca reducir la dependencia de intereses
privados y fortalecer la institucionalidad democrática, es evidente que también
plantea retos importante relacionados con la transparencia, la eficiencia en el
uso de los recursos, si la lucha fuera esa, ahí estaría totalmente de acuerdo,
pero jamás pensar en la eliminación total del financiamiento público.
Los partidos políticos tienen
básicamente 4 formas en la que financian sus actividades, financiamiento
público, financiamiento privado, cuotas de los miembros y actividades de
recaudación. De toda ellas, las grandes preocupaciones tienen que ver con el
financiamiento público, sobre ese particular la ley 33-18 de Partidos,
Agrupaciones y Movimientos Políticos establece en el artículo 23 como derechos
de los partidos, acceder al financiamiento público para la realización de las
actividades, de hecho, la misma ley plantea el cómo se deben de gastar esos
recursos que reciben los partidos y destaca en el artículo 62, el 10% para
educación y capacitación, 50% gastos administrativo y 40% apoyo a las a
candidaturas a puestos de elección popular.
Es importante destacar, además, que el
artículo 66 plantea que la supervisión de los recursos estará a cargo de una
unidad especializada de control financiero de los partidos, agrupaciones y
movimientos políticos, dependiente de la Junta Central Electoral.
Los partidos, movimientos y agrupaciones
políticas, tienen que presentar cada año, ante la Junta Central Electoral, una
relación pormenorizada de los ingresos y gastos, hasta seis meses después del
cierre del ejercicio presupuestario del año correspondiente.
Decir "sí" al financiamiento
público no implica una aceptación ciega, sino un llamado a perfeccionar su
implementación. La democracia requiere partidos fuertes, transparentes y
conectados con los ciudadanos, y el financiamiento público es una herramienta
fundamental para lograrlo. Ahora bien, es deber de todos, desde la JCE, los
partidos políticos y la sociedad civil, garantizar que estos recursos se usen
de manera eficiente y en beneficio de un sistema político que represente
verdaderamente los intereses de la población. Solo fortaleciendo este modelo y
ajustándose a las exigencias de transparencia y eficiencia, podremos construir
una democracia más equitativa y transparente.
El
autor es abogado, magíster en derecho electoral, presidente de FUJUDEL
fujudel@gmail.com
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