Por Roberto
Monclús
Era de
madrugada, estábamos al cierre de la edición de los resúmenes noticiosos que
preparábamos en el Centro de Información y Comunicación (CICOM) para diversos
clientes corporativos, institucionales y personales. El trabajo iniciaba a las
4 de la madrugada y el producto final debía estar en la casa, apartamento o
residencia de los clientes a las 7 de la mañana. No había espacio para ¨perder el tiempo¨.
Todo estaba cronometrado.
El experto y
consultor en comunicación estratégica y propietario de CICOM, Manuel Quiterio
Cedeño, daba los toques finales a un plan de trabajo para el Ministerio de
Educación, que para entonces dirigía la doctora Milagros Ortiz Bosch, que
ostentaba la doble condición de la primera mujer Vicepresidente de la República
y Secretaria de Educación, en el período gubernamental 2000-2004.
Quiterio me
dijo: ¨Prieto, quiere trabajar en Educación con doña Milagros?¨. Antes de decir
que sí, presumí que había sido evaluado y aceptado para un buen cargo en el Banco Central por recomendación de Radhamés
Gómez Sánchez (CHIQUI). Fue por recomendación de Quiterio Cedeño que me integré
a un formidable equipo de hombres y mujeres y debuté como funcionario y empleado de la Administración Pública. Eso
ocurrió en noviembre de 2000.
Doña Milagros Ortiz
Bosch escogió a un excelente equipo de
colaboradores a la cartera educativa: la fenecida Jules Ares (fallecida), Clara
Joa, Rafael Espinal, Deligne Sención Burgos, actual ministro de Obras Públicas;
Eduardito Pérez, Omar de León, Julio
Cordero y don Ángel Hernández, fueron designados por el presidente Hipólito
Mejía como Subsecretarios de Educación. La semana pasada el presidente Luis
Abinader destituyó a Roberto Fulcar y en su lugar nombró al educador don Ángel
Hernández, fundador y rector de la Universidad
para Adultos (1995).
Durante la
gestión de doña Milagros, don Ángel Hernández, manejó todo lo relativo a la planeación educativa. Recuerdo que cada
lunes (7:30am), en la sede principal; se
realizaba una reunión con todos los directores generales de la cartera
educativa. Esa reunión era conducida religiosamente por don Ángel Hernández.
Nunca impuso un criterio. Hablaba con voz suave y pausada y se dirigía con
decencia a cada responsable de área.
En mi condición
de director general de Comunicación y Relaciones Públicas, participaba en esas
reuniones y allí don Ángel Hernández me bautizó como ¨el profesor Monclús¨. Los
viernes don Ángel Hernández no asistía a su oficina del Ministerio de
Educación. Tenía un permiso para continuar dirigiendo la primera universidad de
educación superior virtual de la República Dominicana.
Estoy vinculado,
como periodista al sector educativo, desde del año 1995, cuando comencé a
cubrir esa fuente en el desaparecido periódico El Siglo por sugerencia de la
Jefa de Redacción, Patricia Arache. Visitando
la sede de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) fue donde conocí
al destituido Roberto Fulcar. No sabía que había tanta animadversión hacia su
persona y gestión. Cerrado ese capítulo y abriendo un nuevo episodio en la
cartera educativa, puedo asegurar que ha llegado a ese ministerio, un
visionario, un ser de luz que con el consenso de toda la sociedad puede
provocar reformas tangibles al sistema educativa dominicano.
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