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sábado, 4 de septiembre de 2021

Diogenes, Abinader y yo


 

Por JUAN T H

 

Tengo un amigo, al que quiero y respeto, Diógenes Céspede, un intelectual de vanguardia, Premio Nacional de Literatura, que siempre dice lo que piensa, y lo hace -por supuesto- con mucha integridad y propiedad. Diógenes ocasionalmente comenta algunos de mis artículos, lo cual agradezco. Digamos que mantenemos una silenciosa complicidad epistolar donde por lo general yo salgo perdiendo conceptualmente.

 

Recientemente me envió una nota a propósito de mi artículo sobre la “necesidad” de un Trujillo que ponga orden y termine con el caos que vive el país desde hace años, produciendo los cambios que demanda la sociedad dominicana a gritos de la historia. Le pregunté: ¿“puedo publicar tu comentario aunque sea sin usar tu nombre? Y me respondió: “no hombre, publícalo con mi nombre. Tú y yo votamos por Abinader y quisiéramos que hiciera las reformas que se ha propuesto, pero como que hay una pasividad que mete miedo. Estoy viviendo el 1963, pero sin anticomunismo”.

 

Diógenes me escribe: Estimado Juan TH. Los que no estudiaron, ni saben que vivimos en un Estado clientelista y patrimonialista ni saben cómo cambiarlo son los politólogos, los sociólogos y los historiadores del PRD que pasaron a fundar el PRM con la misma ideología perredeísta.

 

Como aquí no hay lugar para una revolución burguesa, mucho hace Abinader con decir que él es un reformador. Pero hasta contra las reformas que él está llevando a cabo, conspiran la burocracia perremeísta y los aliados oligarcas del gobierno. Y eso produce la impresión de que Abinader gobierna solo. Se me parece a Bosch en el 1963.

 

Yo digo que la burocracia perremeísta solo está al acecho para entrarle a saco al botín del Estado, si Abinader se descuida. Esa burocracia perremeísta no sabe hacer otra cosa que lo que hizo con Guzmán, Jorge Blanco e Hipólito.

 

TH y creo que aramos en el mar. Tu defensa de lo que realiza Abinader para lograr estas pequeñas reformas es recibido como un purgante por los que aspiran a hacer negocios con el Estado. La burocracia perremeísta es la variante egoísta del comesolismo. Los comesolos del PLD eran solidarios entre sí, pero en el PRD/PRM cada quien debe empujar su propia carreta.

 

A veces me da pena todo ese esfuerzo descomunal de Abinader por reformar en solitario las instituciones y que las violaciones a las leyes tengan consecuencia.

 

Pero un Estado clientelista y patrimonialista es un sistema donde todas sus instancias y estructuras son solidarias. Si se afecta una, como en el caso del ministerio público independiente, las otras instancias se resienten y se ponen en guardia y obstaculizan la justicia independiente, para ponerte solo un ejemplo. Termina el comentario del escritor.

 

Creo que mi dilecto amigo tiene razón. Pienso lo mismo. Lo he dicho en ocasiones anteriores.

 

Me siento compromisario con los esfuerzos que denodadamente hace el presidente Luís Abinader para sanear el Estado y convertirlo en un instrumento de desarrollo. Sin embargo, lo siento muy solo o mal acompañado en las metas que se ha propuesto. El PRM no hizo los ajustes políticos e ideológicos para corregir los errores cometidos por el PRD. Voy más lejos: El PRM no se preparó para mirar detrás de la curva, como dijera Peña Gómez, ni se preparó para, desde el poder, al que no sabía que llegaría tan pronto, realizar los cambios necesarios -algunos radicales- para transformar el país y colocarlo de cara al desarrollo en los próximos años. Esa es la verdad.

 

Como dice el proverbio chino: “El árbol quiere la paz, pero el viento no se la concede”. Luís Abinader quiere cambios políticos, económicos y sociales, pero hay fuerzas poderosas que se lo están impidiendo, a veces soterradamente, a veces, públicamente, tanto dentro como fuera de su propio partido y de su propio gobierno. Es duro decirlo, pero es cierto. Como he dicho antes, el presidente va rápido, pero muchos de los suyos van lentos.  De todos modos seguiré respaldando al presidente Abinader por entenderlo un hombre transparente, honesto y trabajador, que, estoy seguro, quiere lo mejor para su país. Lo prefiero mil veces que a sus antecesores del Partido de la Liberación Dominicana que no hicieron más que saquear impunemente el Estado convirtiéndolo en una piñata.

 

 

 

 

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