Por JUAN T H
He leído la
novela histórica “Morir en Bruselas”, de Pablo Gómez Borbón, casi de un tirón.
Se trata, a mi modo de ver, de un trabajo serio, fruto de una larga investigación,
sin apasionamiento ni prejuiciopara culpar del hecho trágico a un sector
político determinado ni para saciarlos requerimientos de un grupo. No busca,
igualmente, incentivar o promover el morbo fruto de las conjeturas y
especulaciones en torno al hecho al asesinado, no del accidente, -lo cual queda
claramente establecido- de Maximiliano Gómez, el Moreno, y de Miriam Pinedo,
viuda de Otto Morales, a quienes el pueblo dominicano no ha colocado, 50 años
después, en su justo lugar.
“Morir en
Bruselas” es una novela apasionante, escrita con claridad expresiva y sobre
todo con movilidad informativa”, dice el poeta, y embajador en Italia, Tony
Raful, en el prólogo. En efecto, Gómez Borbón tardó años en recopilar una
montaña de informaciones entrevistando testigos, amigos y relacionados,
recabando documentos, estudiando los acontecimientos que provocaron los asesinatos
del Moreno y de Miriam, sin que el dedo acusador señale a uno u a otro porque
las pruebas no fueron concluyentes. Tras leer el libro, llego a la conclusión
de que nadie es culpable y que todos lo fueron al mismo tiempo, como sugiere
Raful al citar la obra de Lope de Vega “Fuenteovejuna” publicada en el llamado
“Siglo de Oro” español.
Por el relato
que hace Gómez Borbón al Moreno y a Mirian los mataron la coyuntura de la “Guerra
Fría”, las circunstancias, las posiciones políticas e ideológica que sustentaba
el líder del Movimiento Popular Dominicano, los mataron sus propios compañeros,
los mataron la Central de Inteligencia (CIA), los mataron los esbirros del
régimen de Joaquín Balaguer; los mataron entre todos, unos intelectualmente,
otros físicamente, algunos por complicidad y silencio, otros por conveniencia, incluso por celos y
ambiciones personales y grupales. Es por eso que la apreciación de Raful es
correcta.
Desde mi punto
de vista, la novela, que más que una novela me parece un excelente reportaje
que bien puede ser llevado al cine, la muerte trágica del Moreno era previsible
desde que abandonó el país canjeado junto a otros presos políticos tras el
secuestro en marzo de 1970 del agregado militar de Estados Unidos, Donald J.
Crowley, porque en ningún momento el dirigente izquierdista dejó de trabajar
para retornar al país con fines de derrocar al régimen de Balaguer. Más aún,
junto a otros militantes revolucionarios latinoamericanos planeaba un frente
antiimperialista que operaría en todo el hemisferio. La CIA en ningún momento
dejó de acosarlo y vigilarlo. Además el MPD, como todos los partidos y
movimientos progresistas del país estaban infiltrados en sus órganos de
dirección. Estados Unidos no permitiría que los planes del legendario líder se
llevaran a cabo aunque fueran descabellados o imposibles de llevar a la
práctica por la falta de respaldo popular y el aislamiento al que fue sometido.
El Moreno estaba rodeado de traidores, de incapaces y de elementos que no
creían en sus ideas.
Ahora bien, no
quiero terminar estas breves líneas sin destacar el crimen salvaje de Mirian
Pinedo, a quien el morbo mediático internacional,que en principio la acusó de
la muerte del Moreno afirmado que lo había envenenado. Creo sinceramente que
quienes planearon la muerte de El Moreno, la utilizaron como chivo expiatorio.
Alrededor de ella se tejieron muchas especulaciones y conjeturas que la prensa
amarilla difundió por todo el mundo, y que en nuestro país mucha gente creyó y
la condenó sin darle siquiera un espacio a la duda. Lo que no logro entender es
porqué fue asesinada moral y físicamente de manera tan horrorosa. Fue
secuestrada después de haber salvado la vida milagrosamente, violada, torturada
y descuartizada y sus restos distribuidos por distintos puntos de Bruselas, la
capital de Bélgica. ¿Por qué tanto sadismo, tanto horror, tanto dolor, tanta
rabia, tanta venganza? Humanamente no lo entiendo. ¿Para que no hablara y
delatara a los verdaderos autores? No había porque matarla de ese modo. Lamento
que la prensa y el pueblo dominicano no haya puesto a Miriam en otro sitial. No
creo, en lo absoluto, que ella haya matado al Moreno por venganza atribuyéndole
la responsabilidad del vil asesinato de Otto Morales. No tiene sentido.
Quiero terminar
este breve comentario con la expresión que Gómez Borbón pone en boca de un
escritor: “…la muerte de todo ser humano me lastima en lo más profundo, pero no
con la misma intensidad. Lamento la muerte de Maximiliano Gómez. Pero su muerte
tiene algo de heroico. Es la muerte de un combatiente, de un hombre dispuesto a
defender sus ideales con su propia vida. Y aunque fue una muerte a traición, la
misma le confiere un aura de mártir, esa muerte a traición le dio sentido a su
vida. Y, seguramente, le garantizó un lugar en la memoria colectiva de su
pueblo, un antídoto contra el olvido… La muerte de Miriam, en cambio, no es
heroica, es trágica. Horrible, inexplicable, humillante. Es como si se hubiera querido
borrarla, no solo a ella, sino también su reputación y memoria. La horripilante
muerte de Miriam Pinedo es una metáfora de la Historia.”
Los que luchan
en contra de la violencia femenina en este país deben colocar su nombre junto a
las Hermanas Mirabal y de muchas otras, sin prejuicios. Su cuerpo mutilado, una
pierna en una maleta, su dorso decapitado en otra, y su cabeza lanzada a un
lago artificial, fue un atentado contra la propia raza humana.
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