Por Miguel Ángel Cid Cid
La
pandemia nos mantiene todavía circunscritos a escuetos espacios personales,
mudando las prácticas sociales habituales al terreno de los gestos sospechosos.
Pero para bien o por mal, los dominicanos nos las arreglamos y creamos
maravillas. De ahí que la Covid-19 implantó sus postes en el país y algunos de
nosotros, en tiempo récord, nos los hemos saltado.
1. --
Un italiano fue quien trajo consigo el primer caso de contagio. En vez de
confinarlo por una cuarentena, el latino casi superó la centena. En la calle la
gente expresaba una sospecha y con desparpajo comentaban que el propósito del
europeo era ahorrarse los pagos de hotel, cuidados médicos y la alimentación.
2. – Abel
Martínez, alcalde de Santiago de los Caballeros, importó camiones especiales de
exterminación viral desde China para pulverizar el virus. Esos equipos
fumigadores eran de los mismos usados en Wuhan. Martínez se volvió tan previsor
que no se conformó con triturar el virus, sino que cavó dos pencas fosas
comunes. No para enterrar al coronavirus, sino para meter en el hoyo a los
muertos por la Covid-19.
De todo ese
aparataje montado por el flamante alcalde, el único del equipo de batalla que
se contaminó fue, precisamente, él.
Sin perder
tiempo, cuando vio que tenía tos, fiebre y dificultades para respirar, Abel
Martínez se internó en la clínica Unión Médica del Norte.
Se creó una gran
expectativa en la Ciudad Corazón. Vi una vieja llorándolo prematuramente. Se
formó una cadena de oraciones por la salud del niño mimado, donde todos y cada
uno de los participantes, son ateos militantes. Lo querían sano y salvo para
que no se cumpliera la paradoja de ser el primero en ser metido en uno de los
hoyos que tan diligentemente excavó.
Pero en ese
proceso de lloro y oraciones el ánimo cambió. Desde la habitación del hotel,
perdón, desde la habitación de la clínica comenzó a dar entrevistas a la
televisión, la radio y a las redes sociales que hizo parecer que eso de padecer
la Covid-19 es un estado de salud juguetón y entretenido.
3. – A los
peledeistas no les valió de nada todo lo que hicieron durante la campaña, y en
medio de la pandemia, para mantenerse en el poder. Rescataron cuantos viajeros
quedaron varados, sin importar lo lejos o cerca que estuvieran del país.
Gonzalo los traía gratis en el confort de sus aviones.
Crearon
programas de ayuda por decenas. El Fase, Solidaridad, Pa’mi, Pa’ti, Pa’ellos…
bueno, la conjugación total del verbo. Pero tampoco sirvió para gran cosa.
De hecho, según
se colige de las recientes declaraciones del ex presidente Danilo Medina, los
miembros de su partido se convirtieron en estatuas humanas. Sí estatuas
humanas, de esas que pululan en la calle El Conde, que si no le tiras unas
moneditas, no se mueven. Un millón de ellas no se movieron a las urnas. No hubo
moneditas, “logísticas”, se quejaron.
4. -- El
diputado de la patria, Pedro Botello, rompió todos los parámetros. Él es el
único funcionario público que le ha dado la Covid-19 cuatro veces, cuatro. Pero
fue una Covid-19 secreta. Nadie se enteró y ni siquiera ha ido al médico.
5. -- En
Estancia del Yaque, una comunidad del municipio de Navarrete, un comunitario
asegura haber tenido Covid-19 en cinco ocasiones, en cinco. Al igual que al
diputado Botello, también padeció una enfermedad discreta. Si el comunitario
hubiese sido un funcionario electo, le hubiera ganado por una Botella a
Botello.
6. --
¿Se acuerdan cuando el Peregrino llegó a Puerto Plata, en plena cuarentena? Lo
recibió una multitud increíble de creyentes. Había llegado a la Novia del
Atlántico, enviado por el mismo Dios, para exorcizar a sus habitantes. Hasta
Sánchez Cárdenas, ministro de Salud Pública de entonces, pronosticó que allí
iba a suceder lo peor y declaró un cerco epidemiólogo a toda la demarcación.
Pero Sánchez Cárdenas no tiene idea del misterioso poder de la Cruz que trajo
el humilde hombre sobre sus hombros desde Villa Altagracia y a pie.
Cuando el
Peregrino lanzó la cruz sobre el mar, tal y como su Dios le ordenó, el agua
salpicó por doquier. Y esas gotitas se elevaron, rociaron a la muchedumbre y la
inmunizó.
7. – El caso del
Dr. Cruz Jiminián, 68 años -- filántropo que admiro y respeto--, fue de veras
sorprendente. Contrajo El Dengue y la Covid-19 al mismo tiempo.
Según su
testimonio, él realmente murió. Pero al llegar al cielo San Pedro tomó sus
papeles, incluido el pasaporte. Chequeó por un momento los papales, miró a la
cara al migrante y, con una sonrisa divina, se los devolvió.
Cruz Jiminián
abrió esos ojos verdes azules que tiene y cuando se disponía a hablar, San
Pedro le dijo:
-- Tienes que
regresar a la tierra a terminar las obras de caridad en marcha. Son órdenes de
Dios. Si quieres vuelves en un año.
8. – En Don
Pedro vive una dinámica compueblana que se hace llamar por un sobrenombre:
Covid Bryan. Ella es persona de espíritu emprendedor, una MIPYME, dedicada a
los negocios del ocio y el entretenimiento. Covid Bryan le puso el nombre a su
negocio cónsono al de ella: La Covid Bar.
Y eso que
todavía la pandemia sigue firme. El número de contagiados ronda los 30 millones
de personas en el mundo y casi un millón de fallecidos.
¿Se
atrevería usted a ir a botar el golpe a La Covid Bar?
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