Por JUAN T H
La Comisión Europea para la democracia a
través del derecho (Comisión de Venecia) integrada por magistrados de España,
Estados Unidos, Francia, Corea, México y Finlandia, se reunió del 17 al 18 de
marzo de este año para tratar el tema de la reelección presidencial a partir de
lo establecido en la Constitución de cada país y analizando la tradición de
muchos de ellos, así como los cambios realizados en la Carta Magna a lo largo
de los años.
Resulta
particularmente interesante el informe en lo relativo a Estados Unidos, cuyo
modelo, tanto Leonel Fernández como Danilo Medina, han sido sistemáticos en
señalar que es el mejor para nuestro
país, pero, ninguno de los dos, han sido coherentes. Los fantasmas del fraude
electoral y de la reelección utilizando
los recursos del Estado, ha sido una constante durante los 20 años que pronto cumplirán en el poder.
Aunque el caso
de Leonel es distinto, Danilo, después de haber jurado que no se respotularia,
compró la modificación Constitución para un segundo –y último- de acuerdo con su
degradada palabra. Ahora quiere un tercero, ignorando al Tribunal
Constitucional y la propia “Ley de Leyes”, para lo cual se está valiendo de
cualquier recursos, jurídico o no.
Ya lo dijo Radhamés
Camacho, con razón: en la cámara que preside “nada adquiere el carácter de la
cosa irrevocablemente juzgada”. Los congresistas tienen la facultad de cambiar
la Constitución cuantas veces lo consideren necesario si reúnen el quórum.
En Estados
Unidos, desde George Washington, que gobernó durante dos mandatos y luego se
retiró, nadie, salvo Franklin Delano Roosevelt, que sufríapoliomielitis, y casi al final de su cuarto mandato una parálisis
cerebral lo llevó a la tumba. Su dimensión histórica es de gran significación
para los estadunidenses, pues fue figura clave durante la Segunda Guerra Mundial
(junto con Stalin y Churchill) y durante la gran depresión de 1929.
Después de
Roosevelt, nadie lo ha intentado más de dos veces. La declaración del Estado de
Virginia, el mismo día de proclamada la independencia, el 4 de julio de 1776,
puso límites al mantenimiento indefinido en el poder.
Ese modelo, que
tanto le gustaba a Leonel, Danilo y al PLD, ahora les resulta inapropiado.
Quieren más. ¡Vamos por más! dice la ambiciosa hermana del mandatario que busca
la senaduría –mochila en la espalda- de San Juan.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, solicitó su
opinión a la Comisión de Viena. Al respeto dice; “El informe contiene un
análisis jurídico exhaustivo, y llega a la conclusión de que el derecho a la
reelección no es un derecho humano en sí, sino que deriva del derecho a la
participación política y no se vulnera con la imposición de límites de mandatos”.
Más claro, ni el agua del mejor manantial del mundo.
Es cierto que la opinión de los expertos de Venecia no es
vinculante, que el país no está obligado. Sin embargo, debe tener, al igual que
los juicios de Almagro, un valor sustantivo que no puede ser ignorado. Como
tampoco puede ser desconocida la decisión del Tribunal Constitucional que
legitima tanto el transitorio como el 246 que impiden la reelección.
Solo la fuerza y el dinero, podría imponer la continuidad en
el poder del Trujillo del siglo 21 como lo bautizara Leonel Fernández.
Ahora, la discusión se traslada a Colombia. Serán los
colombianos -¡que vaina!- los que dirán
si es o no es válida la reelección. (¿Cuánto le costará al pueblo?) No importa
lo que digan, sus juicios tampoco son vinculantes. Una opinión, aun sea del
“padre del derecho universal”, es una opinión, un punto de vista con el que podemos estar de acuerdo o desacuerdo. Pero
que no nos obliga.
Lo que si nos obliga
es la Constitución Dominicana que parió Danilo Medina. No olvidemos ese
detalle.
Otro elemento es la crisis tanto dentro del PLD como fuera
que se producirá. Otro detalle a tomar en cuenta: Estados Unidos no está de
acuerdo con un tercer mandato. Y menos después de establecer relaciones con
China. Y por si fuera poco, Danilo no tiene los votos calificados para la
modificación. Tendría que comprar a la gente de Leonel, Quique Antún, Hipólito
y Luís Abinader, lo esta vez, no creo posible. (Como la descalificación y el
insulto están de moda, espero mi “ramplimazo”)
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