Por Elvi Paredes.
El pasado 29 de mayo, escribí un artículo donde analizaba la coyuntura por
la que atraviesa Colombia, a raíz del proceso de paz desarrollado por el
presidente Juan Manuel Santos, y las distintas opciones que se le presentaban
al pueblo colombiano.
Ante la disyuntiva de escoger ante las opciones conservadora y progresista,
y bombardeados por medios de comunicación parcializados y dominados por los
sectores dominantes, con el mensaje del miedo, los colombianos asistieron a las
urnas este domingo 17, y votaron en paz.
Votaron, y escogieron al candidato conservador, Iván Duque, un duro crítico
del proceso de paz, y quien desde ya, amenaza con revisarlo.
A pesar del triunfo del conservadurismo, la izquierda democrática,
representada por el candidato Gustavo Petro, se alcanzó con más de 8 millones
de votos, de colombianos amantes de la paz y la conciliación.
Hoy Colombia cuenta con un nuevo jefe de la oposición, representada por el
senador, Gustavo Petro, quien desde ya anuncia su intensión de defender el
proceso de paz, y avanzar hacia la total conciliación de la sociedad
colombiana.
El pasado domingo 17 de junio, los colombianos expresaron su inequívoca
intensión y deseos de paz.
De progresar y trabajar en paz. De reír y laborar en paz. De construir una
sociedad más equitativa y participativa.
Los colombianos expresaron su deseo de dejar atrás, mas de 50 años de
violencia, de muertes, de destrucción y divisiones, nacidas de aquel 9 de abril
de 1948, cuando el entonces carismático candidato progresista, Jorge Eliecer
Gaitán, fue asesinado, -dicen- por orden del sector conservador que vieron en él
una amenaza a la perpetuación de sus intereses y sus privilegios.
Aquellos polvos, trajeron los lodos de la sangre y la muerte, provocadas al
cortar la flor de la esperanza que significaba Gaitán, para millones de
colombianos, y que dieron al traste con el surgimiento del más antiguo
movimiento guerrillero de América Latina, Las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC), así como el Ejercito de Liberación Nacional y el Movimiento
Revolucionario M-19.
Ahí reside la trascendencia del proceso de paz, impulsado por el presidente
Juan Manuel Santos. Preservar la paz es un compromiso de todos los colombianos
y latinoamericanos. Volver al pasado seria dar un paso al vacío, y no creo que
luego de saborear el gusto de la paz, deseen volver al pasado.
Un proceso electoral, marcado por la paz, por la tranquilidad y el sosiego,
es un logro que los colombianos defenderán con sus uñas, y por lo cual más de 8
millones de ciudadanos votaron.
Iván Duque, presidente electo, debe tener estos elementos en cuenta,
corrigiendo para avanzar. Corrigiendo para consolidar los puntos ya alcanzados,
eso desea Colombia.
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