Por Juan Bolívar Díaz
Con los US$708 millones
adicionales que pide Odebrecht y las pérdidas por 18 meses de retraso que
incrementa el costo financiero, más las redes de transmisión, reducción de
impuestos y adquisición del terreno las plantas superarían los US$3 mil millones
Con su reclamo de 708 millones de dólares para terminar,
con 18 meses de retraso, las plantas de carbón de Punta Catalina, el Consorcio
Odebrecht-Tecnimont- Estrella propina un golpe severo a la obra cumbre del
presidente Danilo Medina, afectada desde el inicio por denuncias de
sobrevaloración y sobornos en su contratación y financiamiento.
El gobierno la tiene muy difícil, pues por lo menos
tendrá que reconocer siquiera una parte del incremento de costo para evadir una
recurrencia al arbitraje internacional que retrasaría la obra por al menos
hasta el 2020, con pocas posibilidades de ganarlo porque el complaciente
contrato dejó abierta la posibilidad de escalamiento de costos.
Jaque mate al Gobierno
Aunque hace meses que se sabía que el consorcio Odebrecht
preparaba una solicitud de incremento de costos de las plantas de carbón de
Punta Catalina, ha impactado el volumen de 708 millones de dólares, tanto que
se podría creer que fue inflado expresamente para posteriormente reducirlo a
los entre 300 y 500 millones de que se hablaba, dejándole a la Corporación de
Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) un margen de reducción que pueda
amortiguar el golpe de cara a la opinión pública.
En lo inmediato la respuesta de la CDEEE, con los altos
funcionarios evadiendo involucrarse en la nueva fase del escandaloso contrato,
ha sido que no pagará ni un centavo más de los 1,945 millones de dólares
convenidos, además de 95 millones deducidos por impuestos que completaban el
monto original de 2,040 millones, y su principal ejecutivo, Rubén Bichara,
llegó a advertir que no descarta ninguna opción, incluyendo la posibilidad de
concluir las plantas buscando otra constructora.
Esperan ahora la reacción del consorcio, dudándose
que ya pueda decir que lo deja así y que concluirá el año próximo, como se
había sostenido hace meses. Primero porque la empresa no puede sorprenderse de
tal reacción dados los tremendos cuestionamientos que se han formulado desde el
comienzo al costo, que muchos denuncian sobrevaluado, y segundo porque su
mermado crédito se hundiría hasta el fondo, si admite que pretendía 708
millones de dólares de regalo. Otra cosa es que negocie y asuma una parte de
ese costo adicional. Según la contratación, la primera planta debió ser
entregada en agosto recién pasado y la segunda en octubre próximo. Con el
reclamo de incremento de costos, llegó un nuevo calendario de entrega para
febrero y mayo del 2019.
Sería 36.4% de incremento
Odebrecht podría argumentar que de todas las obras que ha
construido en el país, las Catalina sería las que menor proporción de
incremento de costos tendría, ya que los 708 millones adicionales “sólo”
implican el 36.4% sobre lo contratado. De una decena de obras de las que se
dispone información total, en las que menos se incrementó el costo del contrato
fueron en las carreteras Bávaro.Miches y Río-Jarabacoa, con 40 y 41% . El
Corredor Duarte y la Autopista del Coral le siguieron con 79 y 86%. Los
extremos se dieron en el Acueducto Hermanas Mirabal con 236%, la
hidroeléctrica Palomino 164%, carretera Casabito-Constanza 157%, presa de
Pinalito 140%, y el acueducto de Samaná con 103% de sobreprecio.
Se cree que en la mayoría de los casos esos
incrementos de pecios fueron parte de la corrupción metódica confesada
por Odebrecht ante la justicia norteamericana, que en el caso dominicano
implicaron sobornos por 92 millones de dólares, de los que derivó beneficios
adicionales por 163 millones. Cuatro de las diez obras más sobrevaluadas por la
constructora en toda la región fueron ejecutadas aquí, la segunda el acueducto
Mirabal.
El expediente de la Procuraduría General por sobornos
dice que en todas las obras ejecutadas por Odebrecht medió el soborno
para su contratación y financiamiento, aunque posteriormente se rectificó
sosteniendo que en las plantas eléctricas sólo ocurrió para la aprobación del
financiamiento y que por ello hay un senador y un diputado imputados, pero sin
identificarlos. Ni tampoco han explicado por qué hubo que pagar para aprobar el
financiamiento de la obra prioritaria del gobierno, y sólo a dos legisladores,
cuando el partido gobernante controlaba los 32 senadores y el 57 por ciento de
los diputados.
De licitación al contrato
La contratación de las plantas ha sido turbia desde el
inicio, cuando se dejó sin efecto una licitación que tenía en marcha el
anterior gobierno y se convocó otra que ha sido considerada a la medida de
Odebrecht. Las bases de la nueva licitación establecían en su artículo 14
“Oferta de Financiamiento”, que “Todo participante oferente deberá adjuntar a
su oferta el financiamiento”, indicando luego detalles fundamentales para
la evaluación. El 14.9 se titula “Exclusión de Ofertas por No Incluir el
Financiamiento Mínimo requerido”, que equivalía al menos el 80% del
costo, razón que eliminó algunos licitantes.
Pero, tras adjudicarse la obra a Odebrecht, único
ofertante validado, al firmarse el contrato se estableció, en el artículo
6.5.1, que la CDEEE “se compromete a realizar todas las gestiones que fueren
necesarias paa disponer durante la ejecución del contrato De EPC, de la
financiación oportuna para efectuar cualquier pago de sus obligaciones bajo el
contrasto de EPC, presentes y futuras, con los fondos provenientes del
financiamiento, alternativas interinas, y/o de las asignaciones
presupuestarias correspondientes”.
Siempre se habló de un costo fijo determinado en 2040
millones de dólares, firmado por 1,945 millones tras exonerarle los impuestos
por gestión directa del presidente Medina, por la que la Comisión Presidencial
que investigó la contratación de las Catalina concluyó que “Este es un
proyecto llave en mano y, por lo tanto, no se debe aceptar ajustes de precio
hacia arriba de lo establecido a precios constantes acordados en el presupuesto
contratado”.
Hasta US$ 3 mil millones
El contrato deja brechas para que Odebrecht haya reclamado
ajustes de precios, incluyendo algunos por no haberse realizado los estudios de
impacto ambiental del puerto en Punta Catalina. En su número 9.1 indica
“Sin perjuicio de lo establecido en el artículo 12 del presente Contrato de
EPC, el precio del contrato de EPC podrá ser ajustado en virtud o como
resultado de una Variación emitida de conformidad con los términos y condiciones
que se indican más adelante en este Artículo 9”. Se contempla que “cualquier
variación que implique el aumento de precio del contrato o la extensión de su
plazo de ejecución, tendrá que ser sometida para la aprobación de la
Vicepresidencia de la Corporación”. El 12 deriva al gobierno la responsabilidad
del costo de “implementación de medidas de protección, contención o remediación
derivadas del posible impacto ambiental”.
Es obvio que el contrato fue generoso con la Odebrecht y
que le deja margen a sus actuales reclamos de ajustes de costo y postergación
del plazo de entrega, poniendo al Estado en dificultad de afrontar un arbitraje
internacional, y determinando una posible transacción. Las perspectivas indican
que el costo pasaría de los dos mil 500 millones de dólares y se aproximaría a
los 3 mil millones que los críticos más duros vaticinaron desde el comienzo,
cuando se le sumen los costos financieros del atraso de por lo menos 18 meses,
además de la inversión en líneas de transmisión, en los terrenos y la deducción
de impuestos. Peor si se parte del estimado de la Comisión Presidencial sobre
Catalina de que se pierden 25 millones de dólares por cada mes de retraso, lo
que implicaría 450 millones de dólares.
El contrato prevé sanción por los retrasos, que sería
aplicable a Odebrecht si se demostrara su responsabilidad y no del
financiamiento lento como ella alega. Pero está limitado a un máximo del 10%,
es decir 194 millones de dólares. El Estado ha tenido que financiar las plantas
del presupuesto y en bonos soberanos porque el préstamo de 650 millones de
dólares acordado con el Banco de Desarrollo de Brasil, quedó congelado con el
escándalo Lava Jato, y de otros 600 millones firmados con un pool de bancos
europeos quedó a medias por la corrupción envuelta.
Un auténtico desastre
Por más vuelta que se den, no hay manera de que el
gobierno del presidente Medina salga bien de su obra emblemática, que le
perseguirá hasta el final. El acuerdo de impunidad firmado por la Procuraduría
con la Odebrecht y homologado por un juez le resta posibilidades de negociar y
accionar penalmente contra la empresa y lo deja a sus expensas. El altísimo
coso de las plantas reducirá la promesa de energía barata.
Lo de buscar otra contratista para terminar las plantas
es una simple bufonada, después de haber fundado el cuestionado acuerdo de
impunidad en que sería muy costoso y casi imposible cambiar la constructora.
Ahora menos porque el reclamo de incremento de costos involucra a todo el
Consorcio Odebrecht-Tecnimont -Estrella. No vieron a tiempo el palo que se le
venía encima, que era secreto a voces desde fines del año pasado, y por lo que
la Comisión Presidencial advirtió que no deberían aceptar ajuste de precio.
Pero al mismo tiempo, la comisión de notables reconoció
que la responsabilidad del financiamiento, de acuerdo al contrato, es del
Estado y no del contratante, como indicaba la licitación. Y la Odebrecht
atribuye el retraso en la obra al difícil flujo de caja, y funda su reclamo de
ajustes en imprevisiones de estudios ambientales que determinan cambios en el
puerto, a modificaciones de planos y cronogramas de trabajo, con las
consiguientes alzas en mano de obra, y pago de seguros.-
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