Por Reynaldo Peguero
Este comentario analítico de hoy lo hizo el sector de las artes visuales y
escénicas de Santiago, cuando entre todos, formulábamos el exhaustivo
diagnóstico para la Agenda de Cultura para el Desarrollo (ACD). Muchos artistas
cumplen lo que sus contratistas le piden para los monumentos, efigies,
esculturas y bustos que se colocan en parques, espacios públicos y centros
educativos. Pero en privado se quejan: “basta de simplezas, ruralismos
y mediocridades en lo que se refiere a las artes visuales, especialmente en la
escultura urbana”. Todo viajante a cualquier ciudad del mundo ha
notado las solemnes grandes estatuas en contraste con la nimiedad, ridiculez y
baratija de los bustos colocados en Santiago.
Disponemos de pequeñas estatuas, efigies y monumentos de carácter histórico
que pretenden aquí honrar a extraordinarios, valerosos y portentosos héroes,
patriotas, intelectuales y personalidades históricas tanto nacionales como
internacionales. En contraste a muchas ciudades de América, en Santiago predominan
ridículos adefesios de “cabecitas de bustos” en vez de las majestuosas estatuas
a escala humana o de mayor dimensión que encantan y estimulan a escribir
ensayos, inspirar versos, realizar visitas guiadas, tomarse fotos y selfies.
El arte de representar personajes en bustos viene de la antigüedad
greco-romana, y aunque existen esculturas que se remontan a la antigüedad, sin
embargo fue durante el imperio romano cuando se inició la representación
profusa de personajes familiares o héroes en bustos para los interiores de
palacios y viviendas privadas. Generalmente, el personificado es un héroe, un
artista o un individuo importante. Para recordar el personaje, los bustos
antiguos eran tallados en materiales duraderos tales como mármol, bronce o
granito.
Los bustos son uno de los modos más pretéritos que le históricamente
valieron para representar a dioses y héroes en el hogar. Fueron los romanos la
referencia histórica de los bustos, pues acostumbraban a colocar en
el vestíbulo o atrio de sus casas, los bustos de sus parientes difuntos,
cada uno con una inscripción o leyenda que indicaba el nombre, el sobrenombre y
su calidad, representándolos con su vestido ordinario o con aquel de la mayor
dignidad con que habían sido condecorados.
Estos bustos eran conservados dentro de una especie de “armario” que se
abrían en ciertos días, y se les hacía formar parte en todos los sucesos
patrimoniales de la casa, fueran de placentero recordatorio o de carácter
fúnebre por medio de vestidos de fiestas o lutos que los romanos les cambiaban
según la fecha. Tenían que ser pequeños para que estuvieran accesibles, para
ser vestidos y homenajeados en las diferentes fechas públicas o
familiares.
En este orden, el proactivo programa de remozamiento de Parques y Rescate
de Espacios Públicos de la ciudad de Santiago de los Caballeros que ejecuta el
Ayuntamiento de Santiago será complementado con una iniciativa de la Agenda de
Cultura de Santiago (ACD) que fue muy discutida por los más de 250 artistas,
creativos e instituciones provenientes de los sectores de las artes visuales,
artes escénicas, industrias creativas y equipamiento cultural de Santiago y su
entorno metropolitano: colocar estatuas o efigies solemnes a escala
humana.
Citemos y analicemos algunos graves ejemplos locales. Es vergonzante que el
insigne patriota Benito Juárez, uno de los Padres de la Independencia Mexicana,
político visionario, escritor de fuste, gestor del gobierno itinerante para
asegurar autonomía y estratega detrás de la derrota de la invasión francesa a
México a finales del siglo XIX, pretenda ser honrado en Santiago, con un busto
nimio encaramado en una mole asquerosa de cemento de más de dos metros
dispuesta de forma horrible en la esquina noroeste del Parque de Villa
Olga.
Es profano, impúdico y mediocre que el héroe viviente de la Águilas
Cibaeñas Winston “Chilote” Llenas sea honrado con una efigie o busto
“microscópico” ubicado en el parque que lleva su nombre recientemente remozado
por el Ayuntamiento y el sector privado. Es otra vergüenza histórica que
en el Parque Duarte de Santiago, el antiguo “parque central” de la ciudad de
Santiago de los Caballeros, se colocara otro busto pequeño del Padre de la
Independencia Dominicana, Juan Pablo Duarte, donde no se muestra ninguna de las
virtudes que hicieran que este prohombre dominicano generara, el pensamiento y
el abordaje político que culminó exitosamente en el nacimiento de una nueva
Nación. Lo mismo acontece con el busto de Cristóbal Colón en el Parque
que lleva su nombre en la Calle Del Sol. Vergüenza ajena.
Igualmente es un apocamiento histórico y causa pavor que en el parque
Ercilia Pepín al frente del Hospicio San Vicente de Paul y del Hospital Cabral
y Báez, la insigne educadora santiaguera no se haya colocado a escala humana o
superior, impartiendo clases o disfrutando de una lectura para sus alumnos.
Las nuevas estatuas y monumentos que deben diseñarse y esculpirse para
todos los parques y espacios públicos de Santiago con la participación del
sector público y privado, tienen que estar a cargo del conjunto de artistas
visuales de Santiago que tallan con mucha calidad y de los cuales existen pocas
obras en lugares públicos. Con estas obras se trata de “agregar valor y
fortalecer la masiva reconquista de los espacios públicos que impulsa
inteligentemente el Ayuntamiento de Santiago. En eso debemos estar.
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