Por Salvador Holguín
Hilando Fino
A su salida de la Presidencia en el 2012
el mandatario Leonel Fernández Reyna empezó a probar de inmediato el trago
amargo de la traición y la soledad del poder por parte de sus propios
compañeros de partido y paladines de la política. Al León no lo dejaron
descansar ni que se acomodara en su jaula de Funglode, de una vez le montaron
los juicios políticos en los principales parques del país, donde lo procesaban
por corrupto logrando condenarlo de manera simbólica y ficticia, ya que en la
vida real no será posible por lo menos en estos momentos de justicia morada.
No conforme con lo que le habían hecho
en juicios sociales simulados en diferentes lugares del país, le montaron una
encerrona en los Estados Unidos en un lugar llamado South Beach propiedad
de un “empresario” de nombre Félix Cabrera, supuestamente amigo de él que fue
beneficiado en su gobierno pero que nada en todas las aguas, el cual fue
utilizado para humillar a Leonel vociferándole “ladrón, ladrón, ladrón”, todo
esto fue coordinado según nuestra fuente neoyorkina por Francisco
Javier García, actual ministro de Turismo por ordenes del Palacio Presidencial,
para crearle una imagen negativa ante el mundo y empezar a debilitarlo, debido
a la gran proyección que había tenido de líder político mundial.
Detrás de la cabeza del expresidente Leonel Fernández montaron el plan
Félix Bautista y comparte; Víctor Díaz Rúa, Carlos Osoria, Haivanjoe Ng
Cortiñas y Freddy Pérez, los mismos fueron acusados de malversación de fondos,
lavado de activos, enriquecimiento ilícito, testaferrato y corrupción,
aunque finalmente archivaron los expedientes en la Suprema Corte de Justicia,
claro después que lograron pasar la reelección, cosas que Fernández y sus
seguidores nunca llegaron a pensar que les podía pasar después de que su
“pupilo” forzoso o por obligación, Danilo Medina, llegara a la Presidencia de
la República con el apoyo de ellos, si se lo hubiesen imaginado no se la juegan
cerrándole el paso a Hipólito Mejía que sólo ladra y no muerde, a diferencia
del Trujillito del siglo 21 que no ladra, pero si muerde.
En el 2015 cuando el Quirinazo
palaciego, Leonel Fernández nunca habló de las acusaciones que le hizo el capo
Quirino Ernesto Paulino Castillo del cobro de los 200 millones que según el Don
le prestó para la campaña de su retorno al poder del 2004, ahora Leonel habló
de Odebrecht, lo que confirma que no es mudo y que sólo habla cuando le
conviene, aunque sus cálculos le fallaron, porque esta vez “metió la pata”,
habló cuando no tenía que hacerlo, provocó que todos los cañones de la prensa,
la Sociedad Civil y la oposición fueran apuntados hacia él, logrando con esto
darle oxígeno a sus verdugos detractores que están en el gobierno y se vienen
desplomando con el escándalo Odebrecht, a pesar de que han querido usar el caso
para destutanarlo otra vez.
Leonel Fernández tiene que revisarse porque le trancan varios de los suyos
con el expediente de Odebrecht y escribe un artículo que provoca que nueva vez
le caigan arriba acusándolo de confabulador, simulador y justificador, por lo
que el encantador de serpientes debe tener tacto y saber cuándo y cómo debe
hablar. No
entendemos cómo un líder político de su estatura y estirpe comete dos errores
tan tontos; primero publicó un artículo el lunes pasado diciendo que la corrupción ha
sido un elemento intrínseco de los dominicanos, y el otro es cuando Fernández
sostiene que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ha sido la
organización política que desde el poder ha hecho los mayores aportes para
combatir ese flagelo de manera efectiva en el país, cuando es todo lo
contrario, por eso justo en estos momentos estamos en medio del escándalo más
grande de sobornos y sobrevaluación de nuestra historia por la impunidad y
permisividad de los gobiernos del PLD, es decir de Danilo Medina y de él.
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