Por Nélsido Herasme
Muy pocas veces
suelo hablar y referirme a una parte de mi familia, en este caso la que lleva
el apellido Herasme, porque muchos de ellos no necesitan presentación.
Son hombres y
mujeres de recias formaciones y personalidades, con aval público, algunos de
los cuales han pasado por la administración, específicamente por la diplomacia sin
dejar rastros negativos.
Algunos somos
comunicadores, otros militares y una franja importante, ejerce el derecho, es
decir son abogados.
Yo me siento
orgulloso de llevar el primer apellido de mi padre, el cual es un desprendimiento
de la estirpe de nuestro abuelo don Albertano Herasme Santil.
Puedo decir que esta
honorable, trabajadora y bien formada familia, la que tiene sus raíces enclavadas
en la lejanía de la región sur del país, la que a pesar de no ser numerosa, hoy
no tiene nada de qué arrepentirse y si una página hermosa que exhibir.
Traemos estas
informaciones a colación, a propósito de que en estos días se nos acercó con
dejo de tristeza uno de nuestros parientes, el recio y reconocido abogado de
los tribunales de la República, doctor José Manuel Herasme, quien nos enseñó un escrito de alguien que,
desde las redes sociales pretende embadurnar su limpia carrera profesional.
El Dr. Herasme además de ser abogado tiene en su
haber una licenciatura en mercadeo además maestría en derecho laboral y
posgrado en derecho administrativo; con más de 25 diplomados en ambas ramas.
En el escrito de
marras, sin firmas, plagado de incongruencias y faltas ortográficas, el o los
irresponsables buscan denostar, denigrar
moralmente y manchar el buen nombre de nuestro pariente.
Le sugerimos a
José Manuel no temerle a las basuras que desde páginas apócrifas y medios digitales se están escribiendo.
En ese sentido le
hicimos recordar la vieja máxima que dice “que cuando progresas y dejas a ciertos
“amigos” detrás, no puedes esperar el lanzamiento de flores perfumadas.
A mi familiar le
mencioné la frase de José Ingeniero: “Si quieres que tu mejor amigo se vuelva
tu peor enemigos, supéralo, porque quien te lastima te hace fuerte, quien te
critica te hace importante y quien te
envidia te hace valioso, pero sobre todo, lo peor es qué quienes te
desean el mal tienen que conformarse con verte triunfar.
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