Por Reynaldo Peguero
Se sabe que la SEGURIDAD VIAL es la puesta en operación de un
conjunto de intervenciones dirigidas a la prevención de accidentes de
tránsito. Asimismo son acciones orientadas a reducir los efectos adversos
a la propiedad, la salud y la vida de las personas, cuando tuviera lugar
un hecho no deseado en el tránsito.
Igualmente se refiere a la colocación de tecnologías y herramientas
empleadas para dicho fin en cualquier medio de desplazamiento terrestre. La
seguridad vial es el buen producto generado cuando se previenen y controlan en
un territorio, todos los factores de riesgo asociados a las vías, las personas
que transitan en las vías y los medios de transporte que se utilizan.
Un control efectivo salvaría la vida de las más de 2,450 personas que
fallecen cada año, y ahorraría cientos de millones de pesos al Ministerio de
Salud Pública, para tratar en hospitales las lesiones y daños humanos causados
por los accidentes, la patología más costosa del sistema de salud. Todo
programa de Seguridad y Educación Vial exitoso debiera orientarse, tal como el
Master costarricense Roy Rojas predica, a intervenir los FACTORES DE
RIESGO de muertes por accidentes. La tasa de mortalidad por
accidentes de tránsito en República Dominicana de 41 fallecidos anuales por 100
mil habitantes, una de las más altas del mundo, es una “Espada de Damocles” que
apunta sobre las cabezas de los que dirigen la gestión pública de prevención,
muy en especial sobre el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).
El abordaje de la Tríada Ecológica de Leavell y Clark es fundamental
para salvar miles de vidas. Ellos demostraron que en la ocurrencia de cualquier
daño a la salud, en especial los causados por las energías desatadas por
accidentes, interactúan tres grandes factores. Primero, las víctimas
de los resultados adversos del accidente constituidos por conductores, peatones
y acompañantes. Segundo, la transmisión de las energías destructoras que
origina el accidente, compuesta por las vías primarias, secundarias y
terciarias. Tercero, el agente precipitante de las lesiones y daños, los
vehículos de tracción motorizada (camiones, buses, coches y motocicletas) y los
transportes de tracción física: bicicletas, triciclos y otros. Vale decir que
posterior a Leavell y Clark, el planificador canadiense Marc
Lalonde, propuso un modelo causal de los procesos que demostraba que en
todo accidente, el factor humano es determinante y precipitante.
Este fue el tema objeto sobre el cual versó la investigación con que obtuve
mi primera maestría y especialización en Epidemiología y Planificación del
Centro de Investigaciones y Estudios de la Salud (CIES) de Centroamérica:
Epidemiología de los Accidentes de Tránsito en Nicaragua, un estudio premiado
con “galardón oro” en las II Jornadas de Investigación en ese país, abordaje
realizado en conjunto con mi amigo y compañero de maestría, el doctor Ofilio
Mayorga, Oficial Médico del Ejército Popular Sandinista.
¡Las Carreteras que perdonan, señales que salvan vidas! es lema y
programa estratégico que observamos en operación en el Consejo de Seguridad
Vial de Costa Rica (COSEVI). Una intervención que se concentra en uno de los
tres componentes de la triada ecológica: las vías. Se trata de rediseñar las
vías para que aseguren la corrección de diversos defectos físicos y
estructurales que precipitan los accidentes. Asimismo corregirlas físicamente a
bajo costo y señalizarlas de una manera preventiva para que en caso de que
ocurriera el accidente, las vidas sean protegidas mejor. Eso es lo que el amigo
y experto latinoamericano Roy Rojas denomina “diseño vial con rostro
humano”.
Para tales fines se requiere un mapa de riesgo, colocar puntos rojos o
negros en la cartografía en los lugares de mayor prevalencia de casos de
accidentes y establecer causas o factores causales de los accidentes. Estos son
los puntos que deben ser privilegiados a nivel de la seguridad y educación
vial. La nueva campaña del MOPC al privilegiar el tránsito, las luces de
semáforos y las intersecciones está desenfocada, pues no prioriza la
prevención de los accidentes mortales de más de 2,450 personas que se pierden
en las vías.
Debemos invertir en una seguridad y educación vial que salve
vidas. Antes que enseñar a la ciudadanía y los conductores a eficientizar
el tránsito, debemos asegurar la vida y la salud de la gente. Para
tales fines hay que involucrar a los gobiernos locales; donde Santiago de los
Caballeros lo puede hacer muy bien por la calidad del laboratorio cartográfico
existente en el Ayuntamiento.
Las exitosas experiencias de Chile y Costa Rica subrayan que un buen plan
para lograr “Carreteras que perdonen y Señales que salven vidas” debieran
ejecutarse las siguientes acciones: i) elaborar un plano que muestre
todos los accidentes ocurridos en la ciudad o en su entorno metropolitano, sean
estos graves, moderados o leves; ii) selección concertada de los
sitios o focalización de territorios donde acontece la mayor cantidad y
gravedad de accidentes (se recomiendan de 6-7 puntos); iii) identificación
de factores generadores del accidente; iv) identificación de las
medidas correctivas concretas de señalización o ajustes costo-eficiente de la
estructura de la vía y finalmente iv) evaluar las acciones tomadas.
En las vías dominicanas se presentan todos los factores riesgo y hechos a
registrar e intervenir de urgencia. Acumulación o concentración de
peatones en vías primarias interurbanas; frecuencia de peatones atropellados;
centros educativos o empresas con niños y trabajadores, sin señalización, ni
protección; vías sin iluminación; trayectorias de vehículos causantes;
colisiones entre dos vehículos; protectores de la vía en mal estado; choques
frecuentes de vehículos estacionados, colisiones en vehículos esperando girar;
choques de vehículos por rebases; postes eléctricos de riesgo, zonas de
acumulación de agua pluvial sin escorrentía proclives a volcaduras; kioscos o
puestos de ventas ambulantes que interfieren la visibilidad; ramas de árboles
que impiden la circulación; entre muchas otras. Todos estos factores requieren
acciones concretas de seguridad vial para que las “vías perdonen y las
señales salven más vidas”.
El autor es Reynaldo Peguero. Director del Plan
Estratégico de Santiago.
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