Amor a todas y todos

Por Juan Santos

La cantidad de desfiles que organizan las diferentes comunidades dominicanas en los Estados Unidos de Norte América muestran la ternura de una nación hambrienta de hacer notar sus raíces, sus encantos y lo que es más importante sus gentes, las cuales se amontonan en un disfrute colectivo lleno de eufórica alegría, capaz de enrolar en ella a todos un vecindario compuesto por una multiplicidad racial y cultural que sumados todos trae como resultado el mosaico social del pueblo americano.

Nadie comete el error de ausentarse de tan refrescantes eventos, reflejándose en cada uno de ellos la creatividad del dominicano, el de a pies y el de no tan a pies, pues tanto el uno como el otro comparten la mismas carrozas adornadas por el manto azul y rojo que invoca nuestra profunda fe en Cristo, al ser este dividido en cuatro parte que expresan la existencia en tan adorable terruño de un carnaval de colores que para su existencia no necesitó de la presencia de pintores y diseñadores pues el mismo es el resultado de una pigmentación de la piel de sus gentes con tanta originalidad que sólo compite con ello el arcoíris que anuncia la calma y el final de la tormenta.

Hecho como lo descrito son sólo muestra de la condición excepcional y única de un pueblo que ha decidido estar representado por dos gigantescas avenidas blancas que se entrecruzan formando una cruz y a la vez una intercepción donde se entrecruzan los anhelos de un pueblos que ora por un mejor mañana y ríe en señal de paz y bienvenida a todo el que lo visita.

El más humilde conocimiento de nuestra historia, de nuestras gentes, confirma que el derroche de colorido, fervor y alegría que se vive en cada desfile de la dominicanidad en comunidades, calles y avenidas de tierras extrañas es una muestra clara de que estos tienen como soporte la tradición cultural y artística de un pueblo que se levanta como el gran oasis de amor y ternura dentro del revoltoso y candente mundo caribeño.

Viva el país, el Sol que lo alumbra y los hombres y mujeres que los habitan, Viva la República Dominicana.