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sábado, 23 de enero de 2016

"Bello Durmiente" en la azotea


Por J. Casado

SANTO DOMINGO.- Al terminar la jornada de su fresca temperatura la noche anterior, el Sol tibio con un tímido amanecer en el plácido sector de Gazcue.

Pero para los que madrugan, algunas sorpresas se les pueden presentar en el preludio del día.

Así es mi caso, tome un puñado de arroz crudo para desde un quinto piso saludar a más de una docena de palomas que anidan en el edificio del frente, pero que se cruzan diariamente y a todas horas del día, a la azotea de una casa de dos niveles, donde se le arrojan alimentos de su gusto.

Suelto el puñado de arroz y me percato que el escenario donde comen las palomas sirve de cama a un desconocido que trepó altas paredes quién sabe a qué horas de la madrugada para echarse a dormir sobre el concreto al aire libre, de una propiedad invadida, que nunca le autorizó para su aparente descanso.

Tenía una cámara a mano y violé su sueño con varias tomas fotográficas que de algo podrían servir más luego, eso pensé.  Al ver su espacio invadido, las palomas nunca se acercaron a buscar el alimento mañanero.

El desconocido, tal cual “bello durmiente”, permanecía plácido sin importar la poca ropa roja que tenía y los rayos del sol que lo cubrían como sabana transparente. 

Desde lo alto, estoy en la incertidumbre de si será un ladrón, un delincuente o simplemente un discapacitado mental, que actuó con cierta "inteligencia" para conseguir un lugar seguro y tranquilo donde dormir.

La mañana estaba tan buena para dormir que los ocupantes de la casa nunca se percataron de lo que pasaba. 

Al acecho me mantuve por largos minutos para comunicarle lo que pasaba a dos soldados que prestan servicios de seguridad en una oficina estatal y que semanas antes habían apresado a otro joven, en el mismo lugar, pero esa vez con intensiones no sanas.
De inmediato, los guardias se pusieron en atención y subieron a la azotea donde dormía el desconocido y lo despertaron con tono de autoridad hasta invitarlo a bajar con la amenaza de que en otra ocasión, de que sea visto por los predios, sería apresado o violentado a tiros con consecuencias reservadas.

Sin mediar palabras y soñoliento el supuesto discapacitado mental se echó paredes abajo solo alegando que buscaba colillas de cigarrillos donde lo agarró Morfeo en sus brazos hasta quedarse rendido


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