Por JUAN T H
Rafael Subervi
Bonilla, el viejo Fello, ha sido un hombre afortunado en la política alcanzando
posiciones cimeras que le han reportado grandes beneficios.
Fello ha ocupado
la sindicatura de la capital en dos ocasiones, el ministerio de turismo dos
veces, ministro de Interior y Policía y diputado, militando en la escuela
democrática más importante que tuvo el país: El otrora poderoso, hoy
entelequia, Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del cual fue secretario
general.
Aspiró a la
nominación presidencial de la República por el PRD. Perdió la convención de
Hipólito Mejía y lo aceptó democráticamente.
A un hombre con
esa historia no le luce crear una crisis en el nuevo
Partido Revolucionario Moderno en medio de un proceso electoral donde se
elegirán más de 4 mil cargos incluyendo la presidencia del país con amplias
posibilidades de ganar, porque no lo señalan con el dedo como candidato a la alcaldía
de la capital.
Fello no quiere
encuestas ni convención, solo que lo proclamen. Y si la dirección del PRM y la
Comisión Organizadora de la Convención no lo proclama, hace un lío. Le echa una
vaina hedionda al salcocho para que nadie pueda comerlo.
Con su posición
antidemocrática el viejo dirigente atenta contra la victoria de Luis Abinader
como presidente de la República de miles de dirigentes y militantes que pueden
ser electos como regidores, alcaldes, diputados y senadores.
Fello está fuera
de contexto, de sí mismo y hasta de su propia historia política. Si es cierto,
como asegura, que tiene mayoría dentro
del PRM debe someterse al escrutinio de las bases o permitir que una o varias
encuestas honestas decidan quién debe ser el candidato a síndico de Santo
Domingo. Y el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió. Esa es la regla de oro
de la democracia.
Algunos dicen
que Fello ha negociado con Miguel Vargas para volver al PRD y entregarse a los
brazos del gobierno que le está
ofreciendo “villas y castillos”, razón por la cual está creando una crisis que
justifique ese acto ignominioso. (Quiero dudarlo)
Terminar su exitosa carrera política, a su edad (va
rumbo a los 80 años), como un traidor igual que Miguel Vargas y otros, es una
pena.
A Fello, no le
luce.

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