Por Roberto Valenzuela
No conforme con eso, patrocinaron económicamente a la
candidata a diputada (“la más votada”) por la misma circunscripción, la esposa
de Simón, Yaquelín Ortiz. Apoyaron al aspirante a síndico por Santo Domingo
Norte, René Polanco.
República Dominicana cambió, no es la misma de hace 30
años. Lo alarmante es que las autoridades tienen la mentalidad y la misma
estructura de la sociedad de hace 30 años. La militancia del Partido de la
Liberación Dominicana (PLD) cambió, son masas diferentes al pequeño
partido de cuadros de 13 mil miembros. Todos se conocían. Para llegar y
mantenerse en el poder se convirtió en una maquinaria electoral, uno de los
partidos más fuertes del continente americano, pero (el “pero” es
siempre lo malo).
El “pero” es que la cúpula del PLD tiene la misma
estructura y mentalidad del partido pequeño de la Guerra Fría, del país de 30
años atrás. Y, por supuesto, no controla la militancia, no la conoce. En el PLD
nadie respeta a nadie, la ideología se fue al carajo. La violencia (dos muertos
y decenas de heridos), incursión de narcos en las primarias muestra el
descontrol. La cúpula no controla los procesos internos; y por eso
se mostraron desconcertados y sorprendidos con los últimos líos.
Para aspirar a cualquier cargo hay que ser millonario, no
importa de donde venga su riqueza. Cada voto debe ser comprado. Se compraron
votos en el último proceso a RD$300, RD$500, RD$1,000. Iba subiendo: en
Santiago se compraron hasta a RD$2,000. ¿Qué obediencia puede tener
un candidato por la dirección de su partido si tuvo que gastar millones para
ser regidor, síndico, legislador? El votante se vende al mejor
postor, sabe que no hay ideología, los candidatos no volverán
más al barrio: sólo van en tiempo de campaña. Y al llegar al cargo sacarán “sus
inversiones”.
Lo quieren todo
En la degradación del PLD no sólo hay que ser millonario
para aspirar a una posición, hay que tener la “bendición” de uno de
los influyentes clanes de familias en el gobierno. Estos nombran la
esposa, hijo, tío, primo, novia, amigos y más. A veces, son tan
insaciables acaparándolo todo que creo que tienen en
nómina hasta el perro de la casa. El dirigente medio o
activista del barrio no tiene ni la más mínima oportunidad de ocupar
una posición, aunque sea meritorio.
Cristina Lizardo es presidenta del Senado; su hermano,
Simón Lizardo, ministro de Hacienda. Son miembros del poderoso Comité Político
y cercanos al presidente Danilo Medina. Simoncito (como lo llaman sus amigos)
es presidente de la circunscripción número uno de la capital. No
conforme con eso, patrocinaron económicamente a la candidata a diputada (“la
más votada”) por la misma circunscripción, la esposa de Simón, Yaquelín Ortiz.
Apoyaron al aspirante a síndico por Santo Domingo Norte, René Polanco.
Freddy Pérez, exministro de Obras Públicas, cercano al
expresidente Leonel Fernández, impulsaba su esposa, Margarita Feliciano, como
candidata a diputada, también por la circunscripción número uno de la capital.
El Ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, llevaba a su hijo, Víctor,
como aspirante a diputado por Santiago.
El ministro de Educación, Carlos Amarante
Baret, llevaba a su hijo (tiene su mismo nombre) como
diputado por Moca. El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Juan
Temístocles Montás, hizo hasta lo imposible para que su hermano, José Montás,
ganara la candidatura a síndico por San Cristóbal. La lista es
larga, le prometemos los demás nombres para un próximo artículo.
No hay que ser un genio para comprender que
para tener un gobierno decente se necesita un partido decente
que proteja su militancia del tráfico de influencia de las familias
que acaparan los empleos del Estado. Si la dirección del PLD no conoce
y controla su militancia, y protege a los más débiles, tampoco conoce
la sociedad que está desbordando los límites de la violencia. Un partido honrado hará un gobierno honrado.
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