POR RAFAEL PERALTA ROMERO
El presidente Danilo Medina, que ha
entrado en su cuarto y último año de administración, le tomó el gusto a
gobernar sin oposición, lo cual le permitió plena holgura para tejer fantasías
sobre presuntos cambios en la vida de los dominicanos y hasta de una
“revolución” educativa sostenida en la construcción o reparación de planteles
escolares.
El engullimiento de los partidos
políticos por parte de los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina
facilitó a este último desenvolverse cómodamente en su ejercicio, no obstante
presidir un gobierno que salta de un escándalo a otro –sobre todo robos y
fraudes- mientras la canasta familiar anda por las nubes y la criminalidad
devasta noche y día.
De pronto, Luis Abinader, economista,
empresario y candidato presidencial del PRM (Partido Revolucionario Moderno) ha
venido a erosionar la maquillada epidermis del gobierno. El joven político,
auxiliado por valiosos profesionales de la agropecuaria y otras ramas, ha
demostrado la falsedad del estandarte del gobierno: las llamadas visitas
sorpresa.
Ministros, embajadores, senadores,
diputados y los bien pagados pericos mediáticos se han lanzado al ruedo para
defender con todas las armas ese blasón gubernamental. Ha dolido a una
administración que se daba por inmune, que le hayan enrostrado que el 88 por
ciento de las promesas hechas por el Presidente en las referidas visitas, no se
han cumplido.
Los propagandistas del gobierno suelen minimizar a Abinader, un
político forjado en el estudio y el trabajo y que busca aplicar en el Estado su
capacidad de regencia. No esperaban el gobierno ni su partido que a quien ellos
consideran aprendiz de político les desmontara tan meridianamente la engañosa
propaganda sobre dichas visitas.
Lo que han dicho Abinader y el PRM es que las llamadas visitas
“sorpresa” del presidente Medina han funcionado más como un mecanismo de
campaña y promoción política, que como un programa racional para resolver los
graves problemas de producción, financiamiento, titulación, reconversión
tecnológica y comercialización que afectan al campo.
El candidato del PRM ha formulado críticas al proyecto de Ley de
Presupuesto y Gastos Públicos, con recomendaciones que, de ser acogidas,
permitirían ahorrar cuantiosos recursos que podrían destinarse a aumentar
sueldos de los servidores públicos más requeridos, mejorar programas de salud y
reducir la pobreza y el hambre que agobian al pueblo dominicano.
A la vez pregona su compromiso de ejecutar siete políticas
de gobierno para rescatar la producción agropecuaria y detener la espiral
inflacionaria que en los últimos tres años ha disparado los precios de 68
productos alimenticios. Algunas alzas topan hasta 275 por ciento. La
retórica de Abinader es crítica y propositiva. Hacía falta. Por algo causa
ronchas.
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