POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.
Las encuestas que son un mecanismo de estudio y
comprensión del pensamiento y gusto de la gente, entre otros múltiples factores
humanos más, también es utilizado en la política como instrumento de creación
de percepción y manejo ve voluntades y preferencias, y en tal virtud, cuando
conviene, al sector o persona que lo usa, es vendido a la población cual si
fuera una bolita de cristal, a la que se atribuye falsamente la capacidad de
ver en el futuro.
Ya lo expresó así el ingeniero lozano cuando dice
“las encuestas no son una bolita de cristal” (ni la de Kutuca en Villa Jaragua,
agregamos), ni una ni la otra, nadie le quita por ejemplo, lo chivo de el
dominicano, sobre todo el de el campesinado, al cual, para poderse acercar a su
sentimiento o pensamiento, hay que
llegarle muy fina e inteligentemente. Recuerdo un pequeño discurso que
pronunciamos por allá por los años 80s, cuando en apoyo a la candidatura
presidencial del licenciado Jacobo Majluta Azar y nuestra candidatura a la sazón
a senador por la provincia Bahoruco, en la Sección “los Cocos de Galván, cuando decía, cito, “compañeros, no se lleven
de las encuesta publicadas en los días pasados, las mismas son un instrumento
vendido al mejor postor”
No nos arrepentimos de aquellas valoraciones, porque
en aquella ocasión, como en esta, el poder económico, político y mediático las
brindan por todos los medios y momentos, en cambio, nadie conoce la verdadera
metodología de las mismas ni el cuestionario al que se somete al
encuestado. Muestra más axiomática que la siguiente, no la puede haber, y es la
siguiente: el presidente Danilo Medina arrancó su gestión con un 90% y a veces venden que un 86%, cuando
nadie en nuestro país ha tenido nunca,
ni un 90%, ni un 86%, dicho
además por el experimentado Lozano, quien asegura que ni el generalísimo
Trujillo en momentos de terror y alta coacción se puede decir que lo tubo o lo marcó.
Más cuando ahora el gobierno presidido por don
Danilo Medina sufre los más voluminosos escándalos de corrupción, los más altos
niveles de desigualdad social, los mayores procesos de endeudamientos públicos,
los más ineficientes servicios públicos y los mayores costos de la canasta familiar, le venden a la
gente que los niveles de preferencias o aceptación rondan el orden de los 70s,
si fuera por ellos, terminarán colmando
los niveles de espejismo y hechicería con que se pretende llevar al pueblo
dominicano por todo este milenio.
Mientras tanto, el humo de la bola de cristal deja de marcar
rostros por el exagerado desgaste de los métodos de manejo de percepción, la
contraparte, en la ocasión, encabezada
por Luis Abinader, tiene que seguir
marcando un nuevo perfil para el gusto popular, con mesura, como lo ha hecho,
con denuncias responsables y propuestas de solución a los problemas y anhelo
popular, por tanto, ¡Coherencia! y la conformación de una boleta electoral que
sea de gusto y arreglo con cada localidad, a su imagen y semejanza, decimos
semejanza con el pueblo, esta es la verdadera esperanza del pueblo dominicano,
esta es la fuente de confianza con que debemos presentarnos al electorado
nacional… ¡he dicho!
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