Por
JUAN TH
Cuando
la palabra del Presidente de la República se degrada, también se degrada el
país.
Cuando
la credibilidad del Presidente de la República se pierde, también se pierde la
credibilidad del gobierno.
Tal es
el caso de Danilo Medina.
“Estoy
decidido a ponerle fin a la impunidad en nuestro país, mediante la lucha
decidida contra la criminalidad y la corrupción”, dijo solemnemente el 16 de
agosto del 2012 ante la Asamblea Nacional y ante el país que lo vio y escuchó
por una cadena de radio y televisión.
Para
darle fuerza a sus palabras, anunció la creación de la Dirección Nacional de
Ética e Integridad Gubernamental. El primero en mentir fue el director de ese
órgano al falsear su propia declaración jurada de bienes, sin que pasara nada.
Danilo
aseguró que esa nueva entidad “tendrá potestad para investigar las denuncias de
corrupción por el solo rumor público, citar, interrogar, requerir informaciones
a entidades públicas y privadas y aplicar
sanciones disciplinarias, sin perjuicio de las que correspondan al
Régimen Ético y Disciplinario de la Función Pública y a la Cámara de Cuentas”.
(A
más de tres años de su gobierno, la mayoría de los funcionarios no han
presentado sus declaraciones jurada de bienes como manda la ley sin que ninguno
haya sido sancionado o cancelado como manda la ley. El Presidente no ha dicho
al respecto, “ni esta boca es mía”)
Danilo
puso en vigencia, ese mismo 16 de agosto del 2012 cuando asumió el poder, un
“Código de Pautas Éticas, “que contribuirá a desarrollar y fortalecer el
gobierno ético y moral que he prometido”. (“Las palabras son del aire y van al
aire”, pensaría al decirlo mientras tarareaba la canción de Willy Colón)
La
burla y el cinismo no pudieron ser mayores cuando afirmó: “El primero en
suscribir este Código seré yo, como muestra de mi firme compromiso con el
pueblo dominicano” ¡Uf!
El
caso de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, ministerio paralelo al de
Obras Públicas que debió desaparecer
hace muchos años, es solo una muestra de lo que sucede en casi todo el
gobierno, donde la extorsión, el chantaje, el robo, el desfalco y la
malversación, constituyen una norma, no una excepción.
El
rumor público del que hablaba Danilo en su toma de posesión, habla de mafias
bien estructuradas en el propio Palacio Nacional con los permisos de
importación de alimentos; el rumor público dice que en la mayoría de las
entidades públicas: Instituto Nacional de Alcantarillado y Agua Potable, la
Corporación de Acueducto de Santo Domingo, Salud Pública, Obras Públicas,
Educación, Finanzas, Hacienda, la Presidencia, etc., la “mordida” va de un 30 a
un 50% de las deudas a los suplidores y
contratistas de obras del Estado. Y si eso lo sabe “todo el mundo”, ¿cómo es
que el Presidente, la persona mejor informada del país no lo sepa o lo ignore
si prometió hacer un gobierno ético y moral combatiendo la corrupción? ¿Cómo es que un presidente ético se reserve, luego
de en un pacto canallesco, respalde las
candidaturas de personajes sometidos a la justicia por corrupción? ¿Dónde está
su ética, Presidente Medina?
¿No
fue usted quién dijo estar “decidido a ponerle fin a la impunidad”? ¡Palabras,
Presidente, palabras! ¿Dónde está Presidente su
Código de Ética, en que baúl lo tiene guardado? ¿Acaso lo incineró junto
con los centenares de expedientes de corrupción de todos los gobiernos de su
partido? Nadie lo sabe, lo que sí sabemos todos es que nadie ha sido sometido a
la justicia por corrupción, prevaricación, desfalco, etc., lo que sí sabemos es
que nadie está en la cárcel. Eso sí lo
sabemos Presidente Danilo Medina.
Y
usted quiere Presidente, que volvamos a votar por usted… No relaje, Presidente
Medina. ¡No relaje!
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