Por Aileen Feliz Pérez
Estuve de cumpleaños recientemente. Venía
escribiendo varios borrones que reflejan cómo he llegado a esta edad
conservando mi esencia y dejándome moldear por la vida.
En un punto donde aprendes a las malas (el
ser humano se empeña en aprender de esta manera), que debes dejar ir de fiesta
a los prejuicios, de repente te ves riendo del “qué dirán” y el “voy por lo que
quiero” es tu norte. Créeme, si lo intentas puede resultar muy divertido, y
extremadamente satisfactorio.
Ya has creído en personas y te han
traicionado. Aunque “creer” es una palabra muy compleja. Si interiorizo
el por que me he sentido traicionada, veo que nunca lo fui.
Después de mucha meditación con mi yo
interno, de muchos “piques” conmigo misma, de varias noches maldiciendo a
quienes defraudaron mi confianza, entendí que esas personas no lo hicieron
nunca. Ellas, aunque no lo puedan admitir, se defraudaron a sí mismas.
Puede sonar cruel, pero son seres vacíos, tan
faltos de amor propio que tienden a ser mal agradecidos con quienes les dan
todo sin esperar nada a cambio.
Sentirse traicionado, cuando hemos dado lo
mejor de nosotros y nos pagan con la otra cara de la moneda. El asunto está, en
que nunca debimos esperar recibir algo a cambio. Admito que este es un
punto en el que todavía debo trabajar y que no me detendré a desglosar en esta
oportunidad.
Las letras de hoy hablan de por qué cumplo 26
años y a todos les causa asombro que no lo niegue. Primeramente, negar lo que
soy SI es traicionarme a mí misma. Tengo 26 años, ¿He de decir
que tengo 23? Bueno, también es mi decisión decir que tengo 23 años aún no
teniéndolo, y los demás han de respetar mis razones.
Analizando por que las personas nos quitamos
la edad (principalmente las mujeres) han nacido estas letras:
1-Obsesión con la belleza eterna
A las mujeres se nos ha intentado vender la
idea de que sólo siendo bellas podemos ser felices. No te lo voy a negar, es
cierto. Ahora bien, ¿Qué es ser bella?
Muchos piensan que ser bella es tener una
piel de película, ropa elegante, cuerpo de infarto. Si bien estos son
complementos, existe un tipo de belleza que casi nadie voltea a ver. La que
alimenta el alma.
Esta, nunca se marchita. Todo lo
contrario, puede florecer cada año si las vivencias que te acontecen las
utilizas para crecer como individuo, para amarte sin tabúes, sin auto-herirte,
sin limitarte. Sin criticar tus cualidades, sin hacer opiniones despectivas de
tu cuerpo, de tu trabajo, de tu familia, de tus amigos, de tu pareja.
Si de una vez por todas dejas de mirar con
nostalgia esa foto de 15 años, donde eras tan risueña. Quizás con un poco de
acné, con un peinado que te obsesionaba, con una sonrisa de fotografía.
Si, esa quinceañera era bella. ¿Dónde fue a
dar? Simplemente está transformada, moldeada por la vida, no tan insegura, con
más fortaleza, más enfocada en sí misma, y no en prejuicios de adolescentes.
Entiende, tu piel y tu cuerpo
cambiarán. Acéptalo de una vez por todas. No puedes tener una piel de 15 si
tienes 30, pero si tener una piel de 30 reluciente y bella.
Hay otras características que describen a una
persona joven: Su espíritu. Las personas jóvenes mayormente tienen mucha
energía, mucho vigor. Ríen a carcajadas, brincan y saltan.
Lo hacen simplemente porque para ellos
divertirse es más importante que seguir las etiquetas y protocolos que nos
impone la sociedad.
Dirás quizás que los jóvenes tienen esa
energía porque poseen un cuerpo más saludable debido a su juventud.
Tienes razón. Nuestro cuerpo es el templo del
espíritu, nadie que esté enfermo se siente feliz, con energía. Un cambio
en el estilo de vida, donde cuidarlo sea un punto primordial, sería de gran
ayuda.
Es cierto que mientras se crece la vida se
torna más complicada. Cada etapa trae su propio estrés, su propio nivel de
preocupación, incluso la juventud. Si, créeme el “joven” también se estresa.
2- El Éxito que espera de nosotros la
sociedad
La sociedad, tan importante e inexistente a
la misma vez. Aglomerado de gente que dice que debes ser de una forma cuando
muchas veces ellos tienen más cola que les pise.
La sociedad en sí, no existe. Está tan
ocupada viviendo sus propios asuntos que sólo se acuerdan de ti, a la hora de
criticar tu vida, las elecciones que has tomado, la forma en que has decidido
vivir tu existencia.
Probablemente te has negado a ti mismo decir
tu edad en voz alta porque pensabas que a esta altura de tus años estarías en
una posición en la que no estás.
Pero recuerda, negar tu pasado, es no aceptarte,
bloquearlo en tu mente, es no enfrentar tus miedos. Es no quererte como eres
hoy, con esas caídas y “guallones” que te dio la vida.
Aceptemos lo que fuimos, hicimos y dejamos de
hacer. Aprendamos que nuestro pasado oscuro nos dejó más lecciones de vida que
todos los días de sol. Comprendamos de una vez por todas, que esas piedras en
el camino nos moldearon el carácter, nos hicieron lo que somos ahora.
Hoy, agradezco a Dios que a pesar de los
azotes no he perdido el rumbo. Es por eso que no siento la necesidad de negar
mi edad en lo absoluto. Me tiene sin cuidado andar por el mundo
intentando complacer con lo que soy, no soy, con lo que tengo o dejo de tener,
con lo que he logrado o espero lograr.
Hay quienes pierden el sueño investigando la
vida de los demás. En cambio, habemos otros que preferimos perderlo detrás de
nuestros anhelos y metas.
Amado lector, estas son mis razones. Y tú,
¿Alguna vez te has quitado la edad?
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