Por Margarito Carlos De León
La República Dominicana atraviesa por una
profunda crisis de valores y en ese orden se ha acentuado en los últimos años la
desconfianza de la población en la clase política, producto de las recurrentes
promesas incumplidas de gobierno tras gobierno.
Nuestros ciudadanos han sido testigos
presenciales de como las instituciones políticas se han corrompido,
convirtiéndose en organizaciones empresariales al servicio de los beneficios
mercuriales de los jefes de grupos, donde algunos de sus principales
dirigentes apartados de la ética y la moral se comportan como vulgares
mafiosos.
Esta realidad ha ido mermando la credibilidad
de los dominicanos en los procesos de cambios mediante el ejercicio
democrático. Lacras sociales como el clientelismo y el paternalismo se han
hecho presente en la actividad política cotidiana, encareciendo los procesos
electorales y disminuyendo la calidad de los políticos.
El altruismo y la filantropía
desaparecieron de la actividad política. Citamos el ejemplo de las
posiciones de regidores, que eran reservadas para ciudadanos ejemplares,
historiadores y urbanistas. Hoy son posiciones apetecibles, negociadas
por el alto salario y beneficios que devengan, en detrimento de la calidad en
los servicios que deben proveer los ayuntamientos o alcaldías.
A Luis Abinader, un político limpio,
honesto, que no tiene "cola que le pisen", le corresponde iniciar el
proceso de restablecimiento de la confianza y la fe que han perdido nuestros
paisanos ante este espectro deprimente. Nacido despuésde la desaparición de la
tiranía trujillista, formado en un hogar de aquilatada solvencia moral y
educado en universidades de gran prestigio, está llamado a encabezar la era de
la eficientizacion del estado.
A él le corresponderá asumir como tarea
básica e innegociable restablecer el apego a la capacidad de sacrificio del
servidor público, el amor y respeto a su patria, la ética, la honradez y la
integridad en el comportamiento de los hombres y mujeres que les
acompañaran durante este proceso. El está consciente de que si no lo hace
así, no valdría la pena el esfuerzo de lograr que todo cambie para que todo siga
igual. La sociedad dominicana está ansiosa de ese cambio.
El segmento poblacional pasivo que ronda
por el 29%, que no participa ni milita en las organizaciones políticas, se
abstuvo de expresarse en las ultimas elecciones generales y ahora se mantiene a
la expectativa, observando el actual proceso y el comportamiento de sus
actores. Ellos que conforman del voto cualitativo, están ahí, esperando
ansiosos la hora de ir a tomar decisión. Ya tienen en Luis Abinader una
opción y razón valedera para salir a producir el cambio.
Luis Abinader es un hombre en quien creemos y confiamos, descontaminado de las perversidades políticas, transparente, íntegro y honrado, que representa el cambio anhelado y merecido por nuestro pueblo.
No desaprovechemos esta oportunidad. El
peligro que se cierne sobre nuestra nación es verdadero, las pretensiones del
actual mandatario de perpetuarse en el poder son obvias, eliminando primero la
oposición interna y agudizando eldescalabro del sistema democrático, al
utilizar los recursos del estado en la compra de voluntades de las cúpulas de
los partidos políticos.
Todo eso nos obliga a hacer seriamente la
siguiente conclusión: Desaparecida toda posibilidad de alternabilidad del poder
por las vías democráticas, ¿qué nos queda?. Impedir el continuismo peledeísta
que está destruyendo la poca estructura democrática que nos queda y que
podría fácilmente desembocar en una dictadura e integrarnos al cambio que
representa Luis Abinader.
Margarito
Carlos De León es el Coordinador General en Ultramar del Consejo de Campaña del
Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la candidatura presidencial de Luis
Abinader.
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