Por
Luis Aníbal Medrano S.
Los partidos en
el gobierno se desgastan y más cuando su ejecutoria está plagada de un sinnúmero
de desaciertos, barrabasadas administrativas y confabulaciones perversas para
crear una nueva camada de millonarios al vapor, en detrimento de la clase del
poder económico compuesta por familia que debieron esperar varias generaciones
para exhibir fortuna y ser considerada como parte de los “tutumpotes”,
dominicanos.
Ese desgate debe
ser aprovechado por la oposición dominicana con la finalización de la formación
de un gran bloque que sirva de muro de contención de las aguas hediondas que
trae consigo el rio peledeista donde habitan toda clase de peces y animales
destructores, habidos y por haber, y librar al pueblo dominicano de ser
arropado por esas aguas pestilentes en las que se nos quiere ahogar.
El Partido de la
Liberación Dominicana (PLD), sin temor a equivocarnos, ha resultado ser el
fiasco más grande que registra la historia de la República Dominicana, lo
decimos porque a raíz de la salida de Joaquín Balaguer del Palacio
Nacional y del paso por este de los gobiernos no bien defendidos de Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), la organización morada amarilla se enquistó de
tal manera y con una voracidad que ni las pirañas amazónicas le hacen
competencia, absorbiendo todos los poderes y estamentos del Estado,
perjudicando así la resucitada Democracia dominicana.
Creemos que los
que no se suban a la patana del triunfo del Partido Revolucionario Moderno
(PRM),la historia lo condenará y pesará sobre sus hombros la pesada carga del
desprecio generalizado de un pueblo que quiere y tiene que liberarse de las
cadenas de una dictadura disimulada encabezada por un hombre que solo ha sabido
comer tiburón en descomposición e incumplir con sus palabras, decepcionado una
vez más a los votantes, convirtiendo el pedregoso camino que dejo su antecesor
en un camino de tiniebla donde los fantasmas de la delincuencia, el alto costo
de la vida, la inseguridad jurídica, la corrupción con autorización estatal y
una serie de engendros más, prevalecen.
Luis Abinader,
por suerte para los dominicanos, viene trabajando de manera metódicas, actuando
con cautela, poniendo las piezas del ajedrez político donde manda la actual
coyuntura nacional, es decir, haciendo lo que tiene que hacer y en los momentos
preciso.
Agrada entonces
saber que esa forma de buen gerente, de ser exitoso en su vida personal y
profesional, junto a su forma sencilla y sincera fruto de una fe en Dios
incuestionable, está dando sus fruto, el pueblo habla de Luis, el pueblo quiere
a Luis, entonces hay que llevar a Luis al poder y cumplir con el mandato de
cambio que ordena el pueblo.
A nuestro
entender, como viene conformándose y estructurándose el destino político
nacional, no puede ser distraído por ningún tipo de ruido de bocinita de quinta
categoría que quieran lucrarse de un triunfo que no le pertenece, que quieran
dirigir lo que no saben dirigir, lo que quieran comercializar con una candidatura
que es del pueblo y no de nadie en particular, de los que se creen los únicos
destinados a coordinar sin tener la capacidad de gerentes porque fueron y
seguirá siendo perdedores, ya que los buenos gerentes se prueban en las crisis,
no en la abundancia.
Hoy más que
nunca se requiere de esa unidad que se exhibe a lo largo y ancho de la
geografía nacional y en el exterior el Partido Revolucionario Moderno y sus
aliados y para tales fines me sumo a la invocación expresada por el ex presidente
Hipólito Mejía cuando llama al ínfimo residuo de sus seguidores que se resiste
a integrarse a inmediatamente a inmiscuirse
en las labores propias del partido a favor de la candidatura de Luis Abinader y
es que él sabe que sin 16 no hay 20, que sin 16 no hay más chance para la
oposición dominicana y se dará paso finalmente a la dictadura del clan morado,
matando con una estocada mortal la Democracia dominicana.
Hipólito se
subió en la patana del triunfo del PRM, y todas las fuerzas aliadas y por
aliarse, no hay pero que valga, todos y todas debemos trabajar por el triunfo
porque de no ser así, el pueblo no nos perdonará y los que se creen genios y
toletes, tendrán que esperar al 2060, y cuidado.
Luis
Aníbal Medrano S. es periodista, locutor, municipalista y político, residente
en New York.
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