Nueva York.- Considerado como el maestro joven del arte dominicano, el destacado
pintor y escultor Oscar Abreu convirtió su desafío en un hito, al haber logrado
situarse como el primer artista latinoamericano en pintar una maratónica obra,
en un período record de siete horas ininterrumpidas y al aire libre, en esta
urbe.
La actividad,
que inició a primer hora de la mañana del pasado viernes, en el Mitchel Square
Park, de la Saint Nicholas con Broadway, en el Alto Manhattan, se extendió
hasta caída la tarde, ante la entusiasta concurrencia del público y la atención
de los medios de comunicación que fueron fieles testigos de la hazaña del
maestro dominicano, radicado en Estados Unidos logrando romper su propio
record.
El artista
se ha consagrado como parte de una generación, que fijándose en los referentes
más citados de la plástica contemporánea, ha podido construir su identidad con
una apuesta que le ha permitido diferenciarse e ir transitando por la senda del
galerismo internacional.
Durante el
performance, las condiciones ilimitadas del parque, sirvieron como escenario
para recrear sobre la textura de un mural de más de 50 pies donde se
crearon diez piezas, en formato individual de 100 x 66 pulgadas, tres de las
cuales fueron, sorpresivamente y en plena labor artística, apartadas por
coleccionistas maravillados ante la creación del maestro Abreu, que se mueve en
tercera posición entre los artistas dominicanos más cotizados, de acuerdo a
indicadores de subastas internacionales como www.artprice.com
Su
intencionalidad artística desborda la novedad, la fuerza y la imprevisilidad,
pero también se fija en el movimiento y en el ritmo de las formas. Repara en el
poder de la luminosidad para expresar con determinación los matices más
insospechados de la figura y logra rescatar con inusual destreza, la semiótica
del color como discurso casi definitivo sobre la psicología de sus personajes.
Muchas son las
voces que han reconocido el potencial, y crecimiento de su trabajo. Sobre el
ágil pintor, la reconocida Crítico de arte e historiadora del Latinoamérica,
Marianne de Tolentino señala: “Lo que más nos impresiona de sus pinturas, son
esas miradas inocentes, insobornables e indiferentes en sus figuras, en
ocasiones a su desentono expresivo. La paradoja se explica, por las distintas
maneras del artista hacer memoria. Esta versatilidad, posee un acceso de
melancolía que el artista subraya, para indicarnos que la naturaleza del ser se
ve acosada por lo desconocido y lo fantástico.” Concluye.
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