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jueves, 11 de junio de 2015

Lo que nunca se hizo en Ordenamiento Territorial


Por Reynaldo Peguero

El lema de campaña electoral del señor Presidente Danilo Medina fue “Lo que nunca se hizo” frase que traducida al ordenamiento territorial debería tener significativas implicaciones para esta isla. La actual división geográfica-política de la República Dominicana es un verdadero caos. 228 distritos municipales, 158 municipios, 31 provincias y un Distrito Nacional. En ellos reside una población al 2010 de 9,378, 819 habitantes que se distribuyen en apenas 48,442 km cuadrados.  El aumento promedio de unidades administrativas  ha sido superior al 50% desde que la ley 5220 del 21 de septiembre de 1959 dividió el país en 23 provincias y un Distrito Nacional, 87 municipios y 545 secciones. 

Peor aún, ahora en este año 2015, varios políticos clientelares quieren crear dos nuevas provincias en Santo Domingo y dividir caóticamente el municipio más municipio de la República: Santiago. 

Se han hecho varios intentos de regionalización, teniendo los diversos ministerios y hasta algunas direcciones generales del Estado dominicano, una regionalización contradictoria con otros organismos homólogos dela nación. El Ministerio de Planificación (MEPyD) por fin ha culminado una nueva regionalización que todavía no se aplica. 

La nación se ha urbanizado aceleradamente en los últimos 30 años, casi el 70% de las personas viven en las ciudades, y aunque se conoce que el destino del cambio climático se va a ganar o perder en las ciudades, sólo uno de los 158 municipios: Santiago, ha avanzado una propuesta de ordenamiento territorial. El país transcurre su agitado curso, sin todavía tener aprobada una Ley de Ordenamiento Territorial y se registran muy pocas ordenanzas municipales al respecto.

La malla o trama viaria nacional además de desordenada e inequitativa, está dirigida a generar tránsito y transporte de Santiago y la Región Norte a Santo Domingo, sea de carga o pasajeros. Este es el origen y destino más importante de la isla. Las vías urbanas e interurbanas de las 14 provincias del Cibao están dirigidas a Santo Domingo para recolectar el volumen producción cibaeño y depositarlo en grandes almacenes y centros de la capital de la República. El resultado es anárquico: 35% de la población de la isla reside en Santo Domingo, y el 65% restante en otras 30 provincias.

La vialidad nacional favorece económicamente a sectores del capital privado de Santo Domingo con poder fáctico e influencia. Grupos que no están conformes de que el Cibao haga sus exportaciones productivas por la costa norte de la isla y para mantener sus injustos beneficios históricos, pretenden garantizar la permanencia del ordenamiento territorial caótico de las ventas al exterior concentrando todos los puertos en la costa sur de la isla. Los principales países y ciudades del mundo receptoras de los productos y viajeros nacionales, se encuentran al norte de la isla La Hispaniola. 

En consecuencia, no puede haber Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), ni cumplimiento de las convenciones de Naciones Unidas sobre Cambio Climático como reza el programa de gobierno del Señor Presidente Medina, porque bajo este crecimiento urbano, se estima que la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional, acumularán en 10 años más del 70% del parque vehicular nacional, o sea más de 1 millón, 800 mil vehículos de motor generando monóxido de carbono a diestra y siniestra. A todo este desarrollo desigual se suma el hecho riesgoso para las costas y ríos de Santo Domingo que menos del 15% del agua residual de los capitaleños se trata con mecanismos limpios.

Los dominicanos van en masa a residir a Santo Domingo, a buscar empleos “no dignos” y a recibir el peor servicio de agua potable y saneamiento del país. Residen allá a pesar de que escasamente le recogen la basura y que en pleno Siglo XXI, las autoridades de Santo Domingo no han podido desarrollar un relleno sanitario mancomunado, lanzando todos sus residuos sólidos a cielo abierto. Santo Domingo es la provincia más contaminante del suelo, subsuelo y la atmósfera de la isla generando un estimado más de 2.7 toneladas per cápita de gases de efecto invernadero (GEI).  

Destaca además que teniendo la Región Norte y Santiago el mayor nivel de vulnerabilidad a los sismos y acumulando condiciones territoriales adversas que precipitan inundaciones, deslizamientos y otros riesgos antrópicos, tienen el menor nivel de inversión pública en gestión de riesgos. No puede haber ordenamiento territorial en esta media isla, si la Región Norte y Santiago no encabezan el país en urgentes inversiones en riesgo y en la gestión integral de sus cuencas hidrográficas. En conclusión, “lo que nunca se hizo” en materia de ordenamiento territorial, se podrá realizar sí y sólo sí, desconcentramos el modelo de crecimiento urbano nacional, si asumimos entre todos, una verdadera alianza estratégica, del gobierno nacional y ayuntamientos para desarrollar un crecimiento urbano ordenado fundamento en la ley.  En la otra seguimos. 

Por Reynaldo Peguero
Director del Plan Estratégico de Santiago pes@claro.net.do


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