Por Dr. Remulus Della Valle
Los siglos XX y XXI se han caracterizado por los grandes
desplazamientos migratorios de seres humanos alrededor del planeta. Acontecen
desplazamientos no tan solo de humanos sino también de los capitales, las
mercancías, las imágenes, la música, las costumbres y los hábitos.
Desplazamientos considerados imparables.
De acuerdo a datos de Las Naciones Unidas (1998), se
calcula que más de 120 millones de personas viven fuera de sus países de
origen. Los dominicanos no nos quedamos atrás en ese proceso migratorio
mundial, teniendo aproximadamente más de dos millones de nuestros compatriotas
residiendo en el extranjero, mayormente en Estados Unidos. Nos preguntamos ¿Qué
motiva a los seres humanos a migrar de un punto del globo a otro? Las motivaciones para partir siguen siendo las mismas:
diferencia en los niveles de vida entre países, pobreza, búsqueda de mejores
condiciones económicas y sociales, inestabilidad política, persecución
religiosa, guerras, desastres naturales, etc.
En la medida que
aumentan los movimientos migratorios, de la misma manera también aumentan las
medidas preventivas de los países receptores a recibir a trabajadores inmigrantes
que indudablemente tendrian un gran impacto socio-económico y cultural en las
sociedades receptoras. . Las fronteras se cierran y
la fuerza pública interviene con mayor rigor. A menudo el desempleo creciente o
las pobres expectativas sociales sirven de excusa para tratar controlar la
inmigración.
Existen dos
tipos de migraciones: la legal que hace a través de la búsqueda de una visa
(Visa de turista, de migración legal, de negocio, de estudiante, de inversión,
profesional, etc.) en un consulado del país de origen, visas expedidas de
acuerdo a la capacidad de absorción de cada país. Como sabemos, a finales del siglo 19 y principio del 20,
muchos países con grandes territorios, poca población, incentivaron la
inmigración extranjera para aumentar su población y como ejemplo tenemos a
Argentina, Paraguay y Uruguay con la inmigración italiana, Perú con los
inmigrantes japoneses., estableciendo
como prioridad el “JusSolis” como
requisito para obtener la ciudadanía de esos países.
La otra
migración existente, es la llamada ilegal que es simplemente la llegada de
inmigrantes a los países receptores sin ser inspeccionados y sin ninguna visa
que le permita entrar legalmente, pero también se pueden incluir los que una
vez expiradas sus visas, se quedan ilegalmente en dichos países. Muchas de
estas migraciones son dirigidas por grupos mafiosos internacionales, o
instigadas por gobiernos que buscan tener menor presión política y económica en
sus respectivos países, o por gobiernos de países poderosos como Estados
Unidos, Canadá y Francia, promueven la
migración haitiana hacia República Dominicana para evitar que estos
ciudadanos haitianos migren hacia sus países.
La migración
ilegal tiene sus causas pero al mismo tiempo también sus consecuencias:
Desunión familiar; violaciones sexuales, torturas, muertes, enfermedades,
estreche económica; depresión, cárcel y hasta guerras Étnicas. No obstante, la
migración conlleva a un conjunto de patrones específicos en las relaciones e
interacciones del migrante, distintos a los prevalecientes en sus países de
origen.
El paso abrupto de un ambiente social y cultural a otro plantea serios
problemas sobre la capacidad de adaptación tanto individual como colectiva del
migrante. Al indagar específicamente sobre los problemas sociales causados por
la migración, se encuentra que las medidas de integración adoptadas por los
países receptores cumplen un papel básico. Pero estas medidas variarán sus
resultados dependiendo de las circunstancias de cada país y del volumen y tipo
de los flujos migratorios: si son masculinos o femeninos, si la migración es
temporal o permanente, legal o ilegal, laboral o no.
El fenómeno de la migración, por razones de empleo temporal o de residencia
permanente, despliega impactos complejos y, a veces, contradictorios a la
estructura social de los países emisores y receptores. Al evaluar el impacto
social de las migraciones en los países de origen, es importante distinguir
entre migración permanente y no-permanente. De la misma manera, el efecto de la
migración de retorno difiere considerablemente en relación a: - El tiempo de la
estadía en el extranjero; - El tipo de contacto general con la vida cultural y política
del país receptor; - Las condiciones de trabajo, incluyendo si el migrante
vivía con compatriotas o si estuvo completamente integrado a la cultura del
país receptor.
Los efectos der esas migraciones requieren de la intervención y supervisión
a niveles nacional e internacional sin que los países dejen de ejercer su
soberanía de determinar quiénes son sus ciudadanos y nacionales apegados a sus
constituciones y normas particulares.. Acciones semejantes son requeridas en la
medida en que los migrantes inducen eventualmente problemas políticos, sociales
y económicos en los países receptores. Algunos problemas con efectos sobre las
estructuras sociales de los países receptores incluyen:
El incremento de la población con consecuentes efectos adversos sobre las
instituciones sociales existentes y tenemos de ejemplo la Republica Dominicana:
- Incremento en la demanda de bienes y servicios;
- Desplazamiento del empleo de los nacionales (La Ley establece 80% mano de
obra dominicana y 20% extranjera debidamente calificada) Ley que no la cumplen
ni el gobierno dominicano ni los empresarios;
- Incremento del sector informal;
- Deterioro de las estructuras salariales en los sectores informal, rural y
urbano;
- Cambios en las costumbres y tradiciones mantenidas por las poblaciones
locales;
- La transculturización;
- La presión causada por el ingreso de los hijos de inmigrantes en el
sistema educativo;
- La introducción de enfermedades endémicas y otros problemas sociales.
-Gastos del presupuesto nacional para cubrir la educación y salud de los
inmigrantes ilegales.
En la Republica Dominicana en los
últimos cincuenta (50) anos hemos tenido una invasión pacifica de ciudadanos
haitianos ilegales propiciada por sectores de los gobiernos Dominicano y
Haitiano, planificada por EEUU, Canadá y Francia que a toda carrera quieren
evitar la migración haitiana hacia sus países y por ende propician la
unificación de la Isla para desligarse de su responsabilidad y compromiso de la
desfalleciente nación llamada Haití. Obviamente, esta invasión ha contado con
el apoyo los políticos dominicanos de los partidos traiciónales incluyendo los
líderes opositores Luis Abinader y Guillermo Moreno que desde un principio se
han opuesto a la Ley patriótica 168-13 para apoyar la ilegitima Ley 169-14 que
viola nuestra Constitución y así quieren ser elegidos presidentes de la nación.
A parte de los políticos tradicionales que apoyan la invasión haitiana,
tenemos también la prensa amarilla y mercurial a trasvés de sus representantes
Juan Bolívar Díaz (Jean Bolivite), Marino Zapote, Nuria Piera, Álvaro Arvelo (la verborrea humana) y
otros, así las ONGs pagadas junto a los
pedófilos jesuitas.
Lo irónico de esta tragedia que azota nuestra patria, es que aquellos que
nos acusan de “racistas” (EEUU, Francia, Canadá, Haití, Barbado, Granadina,
CARICOM) por ejercer nuestro derechos soberanos de determinar quiénes son
nuestros ciudadanos y quienes deben vivir en nuestro país, aquellos que en
nombre de los llamados “Derechos Humanos” haitianizar a la Republica
Dominicana, sus países son los primeros violadores de los derechos humanos y
donde el racismo es una manifestación diaria (en EEUU mueren diariamente
jóvenes negros a mano de policías blancos solo por el color de su piel).
Irónico también es que en Haití no existe el “JusSolis”
sino el “jusSanguini” y en cambio quieren que se aplique en nuestra nación el
“jusSolis” para que todos los hijos de las parturientas haitianas que
diariamente paren aquí se conviertan en nacionales dominicanos, negándole al mismo
tiempo la nacionalidad haitiana que le corresponde de acuerdo al artículo 11 de
la Constitución haitiana.
Necesitamos miles de ciudadanos como el profesor Manuel Núñez que se
sientan orgullos de ser dominicanos y dispuestos a defender a nuestra patria de
los enemigos externos como internos, dispuestos a combatir a todos esos
políticos, legisladores, religiosos, falso comunicadores traidores y corruptos
que su patria es un peso en el bolsillo y no el apego a la tierra que los vio
nacer. A formar la nueva Trinitaria para rehacer una Nueva República Dominicana
digna de llamarse una nación libre e independiente como lo sonaron los padres
de la patria, así como lo quisieron
Luperón, los héroes del 14 de junio, las hermanas Mirabal, Manolo
Tavares Justo, Caamaño y miles de dominicanos que murieron defensa de la patria
contra las invasiones haitianas y Norteamericanas. ¡! Patria o Muerte, venceremos!!
Dr. Remulus Della Valle
es Politólogo y empresario residente en New York
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