Por JUAN T H
Durante su
proclamación como candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno
(PRM) en el Palacio de los Deportes, Luís Abinader pronunció un discurso de
aproximadamente 30 minutos, sin duda memorable, con propuestas políticas,
económicas y sociales, acompañado de duras críticas a los 15 años de gestión
del Partido de la Liberación Dominicana.
En el pódium,
rodeado de miles de dirigentes y simpatizantes del PRM, estaba un hombre
empoderado, seguro de sí mismo, sin temor, convencido del papel que las
circunstancias históricas han puesto en sus manos.
Fue un buen
discurso, dicho con firmeza, sin vacilaciones ni medias tintas, sin palabras
rebuscadas, ni citas descontextualizadas de las que suelen usarse para no decir
nada y rehuir responsabilidades.
Con su firmeza y
determinación Luís demostró estar preparado para asumir el reto de enfrentar la
maquinaria inmoral y corrupta del PLD que encabeza el presidente Danilo Medina,
porque tiene la calidad ética y moral para hacerlo.
De igual manera
llamó a la formación de un frente amplio que una a todos los partidos y
organizaciones de la sociedad civil, personalidades honorables, intelectuales y
artistas, para luchar contra la dictadura de partido único a través de un pacto perverso con el PRD del traidor
Miguel Vargas y con los depredadores profesionales del Partido Reformista, que
garantiza la impunidad y la corrupción.
No puedo dejar
pasar el gesto hacerle un reconocimiento
al ex presidente Hipólito Mejía, considerándolo un demócrata a carta cabal, que
hizo posible con su esfuerzo y desinterés, la unidad y el fortalecimiento del
PRM, gracias a lo cual hoy es el
principal partido de oposición. Honrar, honra.
(Hipólito fue
aplaudido casi delirantemente por la multitud que abarrotó el Palacio de los
Deportes, incluyendo el propio Luís que dijo: “Llegó Papá para apoyarnos a
todos”)
Tanto el
discurso, como el lenguaje corporal, mostraron una esperanza y un camino
esperanzador de grandes posibilidades de triunfo en las elecciones venideras,
pero sabiendo que no será fácil porque el PLD
ha envilecido todas las instituciones del Estado incluyendo la Junta
Central Electoral (JCE) y el Tribunal Superior Electoral (TSE).
Más, no importa,
con la unidad y con la lucha del pueblo, decidido a sacar del Palacio Nacional
a los que han convertido el país en una pocilga que hiede en todo el hemisferio
latinoamericano y mundial, el triunfo será posible.
Pero, para ello,
hay que confiar y creer en la fuerza transformadora de las masas populares.
¡Con ellas hay
que ganar las calles! ¡Demostrarle al gobierno que no podrá seguir burlándose
de la gente sin consecuencia alguna!
Peña Gómez era
un líder de masas porque siempre creyó en ellas, porque nunca las abandonó,
porque siempre las movilizó, no con un sentido utilitario, sino político y
social en beneficio de ellas mismas. Esa fue su escuela. Ese fue su
ejemplo. Hay que seguirlo, con palabras, sino con hechos.
Quiero tomarle
la palabra al candidato Luís Abinader cuando dijo, henchido de emoción, lo siguiente: “Desde este escenario, y con 10 millones de
dominicanas y dominicanos como testigos y ante los millones que viven en
ultramar, hago un juramento sagrado ante Dios, ante mi familia, ante mi
partido, ante mi pueblo, de asumir con pasión el desafío de la renovación ética
y moral de la nación. Juro que nunca los voy a defraudar”.
¡Que así sea!
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