Por Guillermina
A. Marizàn S.
En procura de
remedios adecuados a los crecientes males que corroen la integridad de nuestras
familias, de la sociedad y el Estado, las estrategias formuladas por el Consejo
Regional de Desarrollo, Inc. (CRD) en procura de propulsar un desarrollo
sustentable, asumen que las madres dominicanas como guías, fuerza moral y
aglutinadoras de sus hijos, deben ser columnas esenciales en el referido
proceso, y por tanto, deben proponerse romper con las barreras que les impiden
colectivamente tener una participación activa y decisiva, en la sanidad que
requieren nuestras entidades políticas y sociales, así como los diversos
estamentos estatales.
Traza en el
referido sentido, que como tarea fundamental nuestra sociedad necesita de sus
valores más puros y sanos que los representan las madres, correspondiendo a
ellas llenarse del valor, la fuerza y templanza que les permitan integrarse a
tareas y responsabilidades que sobrepasen su actual papel en el hogar o la
adquisición de empleos para sostener a su núcleo familiar, para así jugar el
rol protagónico que se les pide, no
solo para sacar a las familias dominicanas de su palpable resquebrajamiento,
sino también, para que nuestra nación deje ser víctima del caos, la corrupción,
la pobreza y el atraso social.
Respecto a esto,
entiende que la convocatoria que a éstas se les hace, deberán motorizarla y
ejecutarla llevando en sus manos la correcta orientación de sus hijos, para que como mentoras
y guías de los mismos, les tracen las rutas correctas que detengan el acelerado
proceso de degeneración de los valores morales que acrecienta la delincuencia
en todos los estratos sociales, así como, para proveerles de la sabiduría y
fortaleza moral, que les garanticen visualizar en forma inequívoca, que el
mayor éxito personal, es el que se obtiene al ser parte de los logros que
producen los frutos sostenibles y duraderos, engendrados por la unión de
esfuerzos y voluntades en favor de los intereses comunitarios.
Cuyo accionar,
considera el CRD llama a las mismas no solamente a reflexionar y cuestionarse,
sino también, tener una actitud decidida y firme, a fin de entender que si bien
es cierto que es necesario vacunar a sus hijos para protegerlos de las
enfermedades físicas, resulta más importante su vacunación contra las
enfermedades sociales, por ser las más peligrosas, ya que quizás no destruyan
el cuerpo, pero indefectiblemente corroen la mente y el alma de los humanos.
Contempla que
dentro del proceso de transición generacional que camina la sociedad
dominicana, corresponde a las madres la tarea y responsabilidad de enseñar a
sus hijos, que es preferible, sobre todas las cosas, ser honestos y recibir
toda la satisfacción que esta virtud les puede dar y traer en sus vidas y las
de sus propias familias, ya que, de nada les valdría y serviría tener fortunas
mal habidas, cuando la sociedad y Dios les señalen como delincuentes.
La realidad
expuesta, conforme a la visión estratégica del organismo de desarrollo, las
invita a vencer los altos niveles de letargos que desde el nacimiento de
nuestra república han primado colectivamente en ellas, con relación a su participación en la toma
de la dirección y ejecución de las decisiones en el ámbito de los diferentes
estamentos de nuestra nación, debiendo pasar a ser de simples espectadoras a
las principales actoras dentro de nuestras iniciativas y ejecutorias políticas
y sociales, además en la dirección de todas nuestras instituciones, sin
excepción alguna.
Para trazarnos
un mejor rumbo y con ello lograr una sociedad sólida y sustentable, para las
presentes y futuras generaciones, como bien nos lo sugiere el Consejo Regional
de Desarrollo, Inc. (CRD), debemos implementar como una de nuestras metas
principales, que las madres dominicanas, con su autoridad, su amor y
experiencia, orienten y guíen a sus hijos hacia la práctica de la honestidad,
la responsabilidad y el cumplimiento del deber, para dotar a nuestra nación, de
la plataforma que requiere, para procurar la erradicación de las causas que
obstaculizan la paz y el desarrollo social de su población.
La autora es:
Guillermina
Altagracia Marizàn Santana, Directora Comisión de Género del Consejo
Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), Juez y Dra. en Derecho.
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