Por Felipe
Lora
Situaciones y calamidades extremas, como las que
existen y ocurren en RD ameritan o exigen soluciones
extraordinarias. Es hora de empoderarnos y cumplir con nuestro compromiso.
Hay quienes creen que, como izquierdistas, no hemos dado muestra
de estar a la altura de nuestras responsabilidades.
Algunos nos acusan de que mostramos, con nuestra conducta, no
sólo la falta de fe en el movimiento revolucionario, sino también nuestra
resignación ante el actual estado de las cosas. Nos acusan de
exhibir conductas y actitudes que se asemejan más a la de un
reformista que a la de un revolucionario.
Muchos de nuestros detractores sacan sus conclusiones basados en
la versión burguesa del pasado reciente o en las descabelladas acciones de
quienes, buscándose una senaduría o una alcaldía, se visten de revolucionarios
buscando el reconocimiento de las masas, para luego destaparse como “uno más
que usó la política para su propio beneficio”, desprestigiando aún más el
movimiento izquierdista.
Quizás esta errónea percepción es el resultado de las
innumerables embestidas que la izquierda dominicana ha sufrido, de parte de los
que representan a los enemigos del pueblo.
Algunos
nos critican, quizás, porque ignoran los estragos por los cuales ha
atravesado la izquierda dominicana desde la época de los cincuenta. Ignoran
que la izquierda actual, la izquierda de hoy, es el
resultado una izquierda que fue perseguida, exilada, encarcelada,
torturada, traumatizada y cruelmente asesinada.
Quizás, nosotros mismos, nos hemos olvidado de que nuestros
mártires vivieron en una época mucho más difícil. Vivieron en una
época donde el simple hecho de pertenecer a la izquierda o de ser
abiertamente marxista, se convertía automáticamente en pena de muerte, como
ocurrió con aquellos jóvenes que, por demostrar su devoción e incuestionable
dedicación a la causa revolucionaria, fueron blanco de las embestidas del
capitalismo opresor que se empeñaba en “evitar” otra Cuba.
Sin embargo, esos acontecimientos no explican la falta de
coincidencia que existe entre los que hoy representamos a esos
mártires. Al contrario, esos hechos deberían servirnos de inspiración para
trabajar sin descanso por la consolidación del movimiento hasta convertimos en
una opción de fuerza capaz de deshacernos de las escorias que nos detienen y,
junto al pueblo, capaz de alcanzar el poder.
Debemos abrir el portal de las conversaciones francas y sinceras
sobre nuestra realidad histórica. Debemos salir de nuestras guaridas y
extenderle la mano a quienes, por sus acciones, se han posicionado a la
izquierda del pueblo.
Camaradas,
situaciones y calamidades extremas, como las que existen y ocurren
en RD ameritan o exigen soluciones extraordinarias. Comencemos la
lluvia de ideas, recopilemos las que son innovadoras y factibles y con sangre
nueva en la vanguardia, lancémonos a la difícil tarea de conquistar el apoyo
del pueblo pues, sólo así, podremos terminar la tarea iniciada por nuestros
mártires.
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