Por Rodolfo Roa
Hipólito Mejía,
que ha sido candidato a la presidencia del país en tres ocasiones y de las
cuales sólo ha salido victorioso en una, hoy aspira de nuevo, por cuarta vez; a
pesar de que la vez que “ganó” lo hizo gracias a las circunstancias y entre
comillas, porque no alcanzó el 50% más un voto requerido por la ley.
Recordemos que
en esa oportunidad el polémico político llegó solamente hasta el 48.8% de los
votos válidos; pero Balaguer estaba “encuerdao” con el PLD y no los quiso
apoyar.
La pregunta se
cae de la mata: ¿Es qué acaso la desmedida ambición de esta persona no le
permite ver que detrás de él hay otros dirigentes que si pueden representar su
partido en las elecciones y que tienen incluso, mayor posibilidad de derrotar
al PLD?
No les voy a
negar que Hipólito Mejía tiene todo el carisma del mundo y que hay mucha gente
que por una razón u otra le debe favores y hasta fortunas al ex presidente
dominicano. Esto es lo que explica que se le considere dueño de un caudal de
votos, que aunque no sean suficientes para ganar, por lo menos le garantizan un
lugar digno en la contienda.
El problema es
que no basta con un “lugar digno”; necesitamos un candidato que pueda llegar al
corazón de los dominicanos votantes y que nos libre de esta peste morada que
nos desgobierna; unas veces dilapidando el presupuesto nacional, como es el
caso de Leonel Fernández y otras, dilapidándolo un poco menos pero, agravando,
con su indiferencia ante el problema fronterizo, el futuro del pueblo
dominicano, que es el caso de Danilo Medina.
No nos podemos
conformar con un candidato que de seguro nos llevará a una derrota (digna) ante el PLD; porque aunque la gente quiere
acabar con la “plaga morada”, no tenemos ninguna garantía de que en medio de la
campaña el candidato no se “descomponga” y comience a hablar todo lo que le
viene a la boca, sin medir las consecuencias.
En realidad lo
que necesitamos es un candidato sin tasa de rechazo, comedido, con una visión
moderna del Estado, progresista, que trabaje en equipo y que tenga la capacidad
de construir una mayoría electoral. Y ese candidato existe en el PRM, y tiene
nombre y apellido. Todos sabemos que es Luis Abinader Corona.
A mi parecer, lo
que más conviene a Hipólito Mejía es no presentarse como candidato sino, apoyar
a Luis Abinader que es el candidato que todos queremos. Hay dos motivos por lo
que creo esto: primero, porque si se enfrenta a Luis y pierde en la convención,
puede que también pierda su liderazgo y su ascendencia dentro del PRM y del
país.
Segundo, porque
si Hipólito le ganara a Luis en la convención -algo muy remoto, casi imposible-
y se convierte en el candidato del PRM y la Convergencia, estará obligado a
ganar las elecciones de 2016, porque si las pierde, no solo que no tendrá
excusas, como las que utilizó cuando impuso la odiosa reelección de 2004, sino,
que sembrará el desconcierto y la frustración entre los dominicanos que
queremos cambiar el país que tenemos hoy.
Es verdad que la
situación es muy difícil para Mejía y su grupo; solo hay que recordar que la
maldita reelección “apagó prácticamente el jacho” de Peña Gómez y que de ahí en
adelante a él se le culpa de la desgracia que nos ha caído.
De manera que de
perder de nuevo y por tercera vez, Hipólito Mejía se convertiría en el hombre
más destructor de la historia partidaria de la política dominicana; y en lo
adelante se le conocería por el sobre nombre que tiene este trabajo y que es el
título de la famosa canción de Toño Rosario: “Hipólito acabó con tó”, porque
acabó con Fello, con Milagro, con Hatuey, con Alburquerque, con Miguel, con el
PRD y ahora acaricia la idea de acabar con Abinader y también con el PRM.
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