Por JUAN T H
Funcionarios
de éste y de otros gobiernos, dirigentes del partido oficialista como de la
oposición, abogados y periodistas(esos nunca se quedan) adquirieron grandes
porciones de tierra en Bahía de las Águilasa sabiendas de que cometían un
delito penal. No hubo ingenuidad, ni compra “de buena fe”. Se estaban robando un patrimonio del pueblo Convencidos
de que la impunidad los cubriría. ¡Como siempre!
Pero,
como diría el poeta, “le salió el tornillo por el queso”, con hombres y mujeres
que defendieron ese paraíso tropical
denunciando sin desmayar el intento de enajenar al Estado de esa propiedad,
creando una conciencia nacional que impidió el fraude.
La
magistrada Alba Beard, desafiando presiones de sectores oficialistas y
privados, incluso de la propia justicia, emitió una sentencia que la enaltece.
Hizo lo que le correspondía. Actuó con firmeza y determinación. Recibió toda
clase de propuestas, algunasindecentes, amenazas, algunas muy serias, pero no se
llenó de miedo. Hizo lo que tenía que
hacer. ¡Justicia!
Determinó,
después de un largo proceso de investigación, que la mayoría de los títulos
eran (son) falsos, como lo sabíamos todos. Como lo supo siempre nuestra
inolvidable y entrañable amiga Piki Lora, mujer vertical que supo tomar las
armas para defender la libertad, la justicia y la soberanía nacional cuando fue
necesario. Ella sabía que se estaban robando Bahía de las Águilas. Y lo
denunció mil veces. Y no solo lo denunció, actuó valientemente para impedirlo
hasta su muerte.
Pero
no crean que el casoquedó resuelto con la heroica sentencia de la jueza Alba
Beard, ni con la actuación militante de la abogada Laura Acosta Lora, hija de
Piki, sobrina de Huchi y de Junio, nieta de doña Tatá, que defendió al Estado,
es decir, al pueblo, de manera gratuita. O sea, sin cobrar un peso. (¿Cuánto
pagó el Estado para su defensa en el caso de la quiebra de los bancos privados?
¡El pueblo nunca lo sabrá!)
Ahora
es que falta mambo. Los supuestos dueños de los terrenos apelaran la sentencia.
Otra instancia judicial, más grande y poderosa, conocerá el caso. Y ahí tengo
mis temores. Las “altas cortes” no son garantía de justicia. Y los “dueños” de
esos terrenos de vocación turística tienen mucho dinero y mucha influencia.
Algunos jueces les deben sus cargos a más de uno de los implicados en el robo
de Bahía de las Águilas. De ahí mis dudas.
Se
habla de negociación, de resarcir a los “compradores de buena fe”. El gobierno
no debe pactar con esos señores, ni darles un peso. Al contrario, soy de
opinión que el Ministerio Público debe actuar contra todos.
Espero,
sentado bajo un árbol frondoso de buena sombra, que las Altas Cortes ratifiquen
la sentencia de la magistrada Alba Beard en el sentido de que los títulos son
falsos.
Y, si
son falsos, como en efecto lo son, procede entonces someter a la justicia a
todos -¡dije todos!- los implicados, no importa cómo se llamen, que cargo
tengan o hayan tenido en el gobierno, ni el partido al que pertenezcan. ¡A la cárcel por intentar robarse Bahía de
las Águilas! ¡No más impunidad! ¡Justicia en la bahía!
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