Por Miguel Ceara-Hatton
El mayor desafío de la economía dominicana es generar
un crecimiento económico que cree empleos. Solamente así se podrá combatir de
una manera sostenible la pobreza.
Lamentablemente eso no ha ocurrido. En los 18 meses
del Gobierno de Medina los cuatro sectores que más aportaron al
crecimiento económico (construcción, banca, minería y manufacturas)
explican el 72% del crecimiento del valor agregado pero apenas
aportaron el 3% del empleo adicional. Por lo tanto, el otro 97% del
empleo adicional fue creado en 7 sectores que aportaron al crecimiento del
valor agregado el 28%.
El aumento del empleo se concentró en tres sectores:
otros servicios (empleadas domésticas, “saloneras”, etc.) que absorbió el 40% del
aumento, el sector agropecuario (32% del aumento) y transporte y comunicaciones
(motoconchos) el 10% del aumento.
En consecuencia la sostenibilidad del empleo es
dudosa, el empleo creado es de mala calidad en sectores poco dinámicos y de
baja productividad. Este resultado no ha sido exclusivo de ese período, ha sido
una forma de funcionar de la economía dominicana, que se ha extremado en esos
18 meses.
Los 4 sectores que más aportaron al valor agregado
requieren en promedio 6 personas para producir un RD$ millón real de 1991, ese
mismo millón requiere 11.2 personas en el promedio nacional, mientras que en el
sector de las construcciones se requiere 14.6 personas, es decir 1.3 veces el
promedio nacional, lo cual refleja un sector intensivo en fuerza de trabajo,
pero no mucho más que el promedio de la economía.
La minería es el menos intensivo en empleo (1.9
personas por millón real de 1991), las manufacturas (locales y de zonas
francas) requieren 4.8 personas, la banca casi 6 personas y el turismo 9.5 personas
para producir el mismo millón.
El sector que más empleos genera por millón (real de
1991) es Administración Pública y Defensa, unas 4.51 veces la media
nacional, seguido por el comercio (24 empleos) otros servicios (20 empleos) y
la agropecuaria de 18.3 personas por el mismo millón real de 1991.
El diseño de las políticas públicas que tenga en el
centro la calidad de vida de las personas, requiere un trabajo más
fino en las actividades agropecuarias e industriales para obtener coeficientes
técnicos y poder orientar el crédito y otras políticas de apoyo hacia los
sectores que sean más eficientes e intensivos en los empleos. De lo contrario
la economía seguirá creciendo pero con más pobreza.
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