Por Isaac Terrero y Julio Alejo
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Cualquiera sin conocimiento de causa o que
pretenda ignorar los acontecimientos que están ocurriendo en la municipalidad,
podría pensar que la crisis actual por la que atraviesa el sector municipalista
es de carácter fortuito, coyuntural y/o asintomático. La realidad es, que esa
situación se ha venido gestando de manera progresiva y sistemática con causas
enclavadas en la gestión de las instituciones del asociativismo municipal en
los últimos años, directamente asociadas a los directivos que han tomado parte
en el liderazgo y las direcciones más recientes, a excepción de Juan de los
Santos, quien está cargando injustamente con ese lastre.
Si se hace una comparación entre la situación
de la gestión de los gobiernos locales y las entidades asociativas, se encontrarán
amplias y numerosas similitudes. Empezando por el tema de la planificación, la
mayoría de los ayuntamientos y juntas de distritos carecen de planes de
desarrollo, por lo que la gestión depende de la cotidianidad; igual panorama se
puede apreciar en las instituciones asociativas de la municipalidad, las cuales
adolecen de una instrumentación de planificación estratégica, a excepción de
Fedomu, sin embargo ésta la tiene cual si fuera una obra de arte visual para
ser mostrada al público. En ediciones anteriores, se ha dejado establecido que
Fedomu, luego haber manejado casi seiscientos millones de pesos, no ha podido
presentar una propuesta de política pública para la gestión de servicios
básicos municipales.
En lo relativo al tema de la transparencia, es
de conocimiento generalizado que los gobiernos locales, en su gran mayoría,
ocultan las informaciones relacionadas con el uso de los fondos públicos que
manejan, una gran parte ni siquiera cuenta con pagina web ni oficina de libre
acceso a la información pública, cuestiones imprescindibles para una gestión
transparente; el caso del asociativismo municipal sobre este particular
pareciera ser gemelo al de las entidades edilicias, ya que los gestores de
estas instituciones manejan la información pública a discreción, puesto que
solo dos de ellas cuentan con pagina web, sin embargo, en el caso de Fedomu que
es la más poderosa, en su portal aparece información no actualizada, incompleta
y de difícil entendimiento, basta con verificar el informe de ejecución presupuestaria
del año 2013, que es la última información financiera existente.
En lo que tiene que ver con la gobernabilidad,
es evidente que persiste un enfrentamiento entre actores de las dos entidades
asociativas más relevantes, situación que ha sido reseñada con ejemplos
concretos en escritos anteriores, debe recordarse también, que en el año 2010
Fedomu excluyó de su estructura política a los distritos municipales y a los
regidores; este patrón conductual se reproduce en los territorios, pero de
forma más grave, llegando incluso a reportarse muertes en conflictos entre
autoridades locales, además de que para nadie es un secreto las constantes
luchas existentes entre municipios y distritos municipales por cuestiones
asociadas a los límites territoriales, cobro de arbitrios, fiscalización, entre
otros, azuzados por ciertos directivos de Fedomu y Fedodim.
Es un imperativo la transformación de la
administración local, y en esa tesitura, es necesaria una reforma integral que
toque aspectos de fondo en la gestión municipal como son la participación
social, la organización y prestación de servicios, la planificación, la
coexistencia entre municipios y distritos municipales, una redefinición de las
funciones de los órganos de gobierno local acorde con la carta magna, entre
otras, incluyendo el asociativismo, el cual debe contar con una clara
definición del papel que debe jugar en el fortalecimiento de la gestión local y
en la consolidación de la autonomía municipal.
Claro está, que la transformación y reforma
integral de la que se habla en el presente escrito requiere de la participación
y concurso de un conjunto de actores con un perfil totalmente diferente al de
los que hoy promueven reformas municipales. Se trata de actores con plena
conciencia de lo que implica asumir la responsabilidad de orientar la gestión
de local, con capacidad de comprender las nuevas tendencias en el campo de la
administración pública, pero sobre todo que cuenten con una nueva visión
política y una concepción ética en el manejo de la cosa pública.
Ahora bien, para transformar y/o reformar la
municipalidad, es necesario, primero, llevar a cabo una profunda transformación
en el asociativismo, con miras a convertirlo en un instrumento que realmente
impulse y promueva el buen gobierno local y la defensa de la autonomía
municipal. El momento y espacio idóneo para iniciar la transformación a la que
se hace referencia inicia en septiembre y concluye en noviembre. Se puede
iniciar con un cambio de actores, siguiendo con la consolidación del liderazgo
y posteriormente la integración del asociativismo en una sola expresión
asociativa, entre otros pasos; en ese proceso se debería invertir todos los
esfuerzos y en el año 2016 poner en marcha la reforma integral de la
municipalidad con nuevos actores, que deberán contar con mayor compromiso
social y político con sus munícipes.
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