lunes, 21 de julio de 2014

Transformar el asociativismo para transformar la municipalidad


Por Isaac Terrero y Julio Alejo
(23/40)
Cualquiera sin conocimiento de causa o que pretenda ignorar los acontecimientos que están ocurriendo en la municipalidad, podría pensar que la crisis actual por la que atraviesa el sector municipalista es de carácter fortuito, coyuntural y/o asintomático. La realidad es, que esa situación se ha venido gestando de manera progresiva y sistemática con causas enclavadas en la gestión de las instituciones del asociativismo municipal en los últimos años, directamente asociadas a los directivos que han tomado parte en el liderazgo y las direcciones más recientes, a excepción de Juan de los Santos, quien está cargando injustamente con ese lastre.
Si se hace una comparación entre la situación de la gestión de los gobiernos locales y las entidades asociativas, se encontrarán amplias y numerosas similitudes. Empezando por el tema de la planificación, la mayoría de los ayuntamientos y juntas de distritos carecen de planes de desarrollo, por lo que la gestión depende de la cotidianidad; igual panorama se puede apreciar en las instituciones asociativas de la municipalidad, las cuales adolecen de una instrumentación de planificación estratégica, a excepción de Fedomu, sin embargo ésta la tiene cual si fuera una obra de arte visual para ser mostrada al público. En ediciones anteriores, se ha dejado establecido que Fedomu, luego haber manejado casi seiscientos millones de pesos, no ha podido presentar una propuesta de política pública para la gestión de servicios básicos municipales.
En lo relativo al tema de la transparencia, es de conocimiento generalizado que los gobiernos locales, en su gran mayoría, ocultan las informaciones relacionadas con el uso de los fondos públicos que manejan, una gran parte ni siquiera cuenta con pagina web ni oficina de libre acceso a la información pública, cuestiones imprescindibles para una gestión transparente; el caso del asociativismo municipal sobre este particular pareciera ser gemelo al de las entidades edilicias, ya que los gestores de estas instituciones manejan la información pública a discreción, puesto que solo dos de ellas cuentan con pagina web, sin embargo, en el caso de Fedomu que es la más poderosa, en su portal aparece información no actualizada, incompleta y de difícil entendimiento, basta con verificar el informe de ejecución presupuestaria del año 2013, que es la última información financiera existente.
En lo que tiene que ver con la gobernabilidad, es evidente que persiste un enfrentamiento entre actores de las dos entidades asociativas más relevantes, situación que ha sido reseñada con ejemplos concretos en escritos anteriores, debe recordarse también, que en el año 2010 Fedomu excluyó de su estructura política a los distritos municipales y a los regidores; este patrón conductual se reproduce en los territorios, pero de forma más grave, llegando incluso a reportarse muertes en conflictos entre autoridades locales, además de que para nadie es un secreto las constantes luchas existentes entre municipios y distritos municipales por cuestiones asociadas a los límites territoriales, cobro de arbitrios, fiscalización, entre otros, azuzados por ciertos directivos de Fedomu y Fedodim.
Es un imperativo la transformación de la administración local, y en esa tesitura, es necesaria una reforma integral que toque aspectos de fondo en la gestión municipal como son la participación social, la organización y prestación de servicios, la planificación, la coexistencia entre municipios y distritos municipales, una redefinición de las funciones de los órganos de gobierno local acorde con la carta magna, entre otras, incluyendo el asociativismo, el cual debe contar con una clara definición del papel que debe jugar en el fortalecimiento de la gestión local y en la consolidación de la autonomía municipal.
Claro está, que la transformación y reforma integral de la que se habla en el presente escrito requiere de la participación y concurso de un conjunto de actores con un perfil totalmente diferente al de los que hoy promueven reformas municipales. Se trata de actores con plena conciencia de lo que implica asumir la responsabilidad de orientar la gestión de local, con capacidad de comprender las nuevas tendencias en el campo de la administración pública, pero sobre todo que cuenten con una nueva visión política y una concepción ética en el manejo de la cosa pública.
Ahora bien, para transformar y/o reformar la municipalidad, es necesario, primero, llevar a cabo una profunda transformación en el asociativismo, con miras a convertirlo en un instrumento que realmente impulse y promueva el buen gobierno local y la defensa de la autonomía municipal. El momento y espacio idóneo para iniciar la transformación a la que se hace referencia inicia en septiembre y concluye en noviembre. Se puede iniciar con un cambio de actores, siguiendo con la consolidación del liderazgo y posteriormente la integración del asociativismo en una sola expresión asociativa, entre otros pasos; en ese proceso se debería invertir todos los esfuerzos y en el año 2016 poner en marcha la reforma integral de la municipalidad con nuevos actores, que deberán contar con mayor compromiso social y político con sus munícipes.


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