Por Miguel Ceara-Hatton
El debate sobre el desempleo ha girado en torno a dos
posiciones.
La primera, afirma que el desempleo se
debe a la rigidez del salario, el cual impide el funcionamiento del mercado de
trabajo. Si el salario fuera flexible (a la baja), habría un salario de
equilibrio (oferta = demanda de empleo) y todo el que buscara trabajo, lo
encontraría. Esta explicación está asociada a economistas neoclásicos, para
quienes los mercados tienen la capacidad de autocorrección si los precios
(salarios) son flexibles. El desempleo (el exceso de oferta de empleo) se
elimina bajando el salario que en equilibrio, según esta teoría, será igual al
aporte marginal de cada persona adicional que trabaja. En esas condiciones el
desempleo será voluntario, partiendo del supuesto de que la oferta de empleos
es independiente de la demanda.
Las consecuencias de este enfoque son la
pobreza y la desigualdad, que se consideran inevitables para reducir el
desempleo y garantizar el progreso tecnológico ahorrador de mano de obra.
La segunda, sostiene que el desempleo es
el resultado de una insuficiencia de demanda agregada (el consumo, inversión,
exportaciones) y de una estructura inadecuada de la demanda de empleos, lo cual
determina un crecimiento económico generador de pocos empleos y de mala
calidad. Esta visión se asocia a los economistas heterodoxos (post-keynesianos)
para quienes los mercados no tienen la capacidad de autorregularse y el
desempleo depende de factores que no se determinan en el mercado de trabajo (la
demanda agregada), de forma que la demanda de trabajo de las empresas no es
independiente de la oferta de empleos de las personas.
Así, la baja de salario reduce el
consumo y la demanda agregada. Las empresas venden, producen e invierten menos,
aumentando el desempleo y forzando a una nueva baja del salario, creando un
ciclo depresivo. Esto refleja la paradoja del salario, según la cual el salario
es un costo a minimizar para una empresa individual pero es un ingreso de
ventas a maximizar para las empresas en conjunto.
En economías abiertas,
donde las exportaciones son importantes en la demanda total, una reducción del
salario puede estimular las exportaciones y el PIB, si la productividad no
varía y la moneda no se aprecia. Esa ha sido la
experiencia dominicana, cuyo resultado a largo plazo se concreta en una caída
de la participación de las exportaciones en el PIB, en mayor desigualdad,
pobreza y desempleo. Me inclino por la
segunda explicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Esperamos que su comentario contribuya al desarrollo de los gobiernos locales .