Por Dr. Ysócrates Andrés Peña Reyes
Las instituciones de servicio desde
la fundación de su primer club y su fecundo esparcimiento por todo el
territorio de nuestra nación, no sólo han sido los principales propulsores de
la formación de nuevos y de renovados liderazgos locales, regionales y
nacionales, sino también del más extraordinario desarrollo institucional que ha
alcanzado el país desde la colonización hasta nuestros días.
Si nos ponemos a pensar y analizar
qué eran nuestras comunidades antes de surgir entidades como los clubes Rotario, clubes Leones y otras
más, llegaríamos a la inexorable conclusión, que las mismas eran villas o
aldeas en las que prevalecía el más inimaginable atraso social, económico,
cultural e institucional.
En tal sentido, les invitamos
a penetrar en la historia de cada una de
nuestras ciudades y regiones, a fin de que hagamos mentalmente una comparación
de lo que eran nuestras comunidades antes de operar en ellas estas instituciones
de bien social y qué ha sido después de
ellas; estamos seguro que al realizar la
comparación, no sólo nos sentiremos orgullosos del esfuerzo realizado
por las mismas, sino también comprobaremos que esas instituciones y el
liderazgo que ellas han fomentado se han constituido por muchas décadas en la
piedra angular y columna principal en
las que se han soportado los esfuerzos destinados a lograr un mejor
porvenir para todos los componentes de la sociedad dominicana.
Por tanto, dentro de su dinámica de participación
en la motorización y alcance del
verdadero desarrollo humano, si nos detenemos a contemplar y ponderar las
innumerables universidades, centros educativos, organismos de desarrollo y de
bien social que han sido creadas en las diferentes regiones del país, podremos
constatar que los esfuerzos de las referidas entidades han sido muy relevantes y que sus aportes han
sido sumamente determinantes para que hayamos crecido como comunidades y sobre
todo como nación.
Los simples ejemplos que acabamos
de citar, han sido la constante a seguir por muchas décadas, del sendero
luminoso y fecundo seguido por nuestras instituciones de servicio, resultando
esencial para el país que sean mayores
los retos que éstas deban asumir y afrontar en el proceso de
relanzamiento que deben asumir nuestras comunidades y nuestra nación para salir
victoriosas frente a los grandes males que actualmente nos
asechan, afectan y laceran, para sí
lograr el establecimiento de una sociedad que dignifique y reivindique a sus
integrantes sin excepción alguna.
Por ello es, que ahora más que nunca a los clubes Rotario, de Leones y otras
entidades de servicio como buenas semillas y tierras fecundas les corresponde jugar un rol principalísimo
dentro de una sociedad como la nuestra en amenaza constante, para que con la
implementación de sus principios e ideales, soportados en la unión de
voluntades y la vocación de bien, encaminarnos por un rumbo que nos arroje la
luz y nos brinde la esperanza que los dominicanos y a las dominicanas
necesitamos para conquistar en
condiciones adecuadas el progreso y el desarrollo que urgimos.
Son pues, estas entidades de servicio que han podido vivir, crecer y servir durante décadas pese a los embates de
dos guerras mundiales, de depresiones mundiales
y de permanentes convulsiones, las llamadas junto con sus liderazgos
a ser
nuestros soportes y columnas,
para que por medio de ellas orientemos y revisemos nuestras metas, a fin
de darle real sentido a nuestro vida con
los cuantiosos y gloriosos beneficios que realmente produce en la promoción
humana la práctica del compañerismo, la
confraternidad, la norma de cooperación constructiva y la ayuda a los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Esperamos que su comentario contribuya al desarrollo de los gobiernos locales .