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jueves, 15 de mayo de 2014

Nuevas tareas de las instituciones de servicio

Por  Dr. Ysócrates Andrés Peña Reyes

Las instituciones de servicio desde la fundación de su primer club y su fecundo esparcimiento por todo el territorio de nuestra nación, no sólo han sido los principales propulsores de la formación de nuevos y de renovados liderazgos locales, regionales y nacionales, sino también del más extraordinario desarrollo institucional que ha alcanzado el país desde la colonización hasta nuestros días.

Si nos ponemos a pensar y analizar qué eran nuestras comunidades antes de surgir entidades como  los clubes Rotario, clubes Leones y otras más, llegaríamos a la inexorable conclusión, que las mismas eran villas o aldeas en las que prevalecía el más inimaginable atraso social, económico, cultural  e institucional.

En tal sentido, les invitamos a  penetrar en la historia de cada una de nuestras ciudades y regiones, a fin de que hagamos mentalmente una comparación de lo que eran nuestras comunidades antes de operar en ellas estas instituciones de bien social  y qué ha sido después de ellas; estamos seguro que al realizar la  comparación, no sólo nos sentiremos orgullosos del esfuerzo realizado por las mismas, sino también comprobaremos que esas instituciones y el liderazgo que ellas han fomentado se han constituido por muchas décadas en la piedra angular y columna principal en  las que se han soportado los esfuerzos destinados a lograr un mejor porvenir para todos los componentes de la sociedad dominicana.

Por tanto,  dentro de su dinámica de participación en  la motorización y alcance del verdadero desarrollo humano, si nos detenemos a contemplar y ponderar las innumerables universidades, centros educativos, organismos de desarrollo y de bien social que han sido creadas en las diferentes regiones del país, podremos constatar que los esfuerzos de las referidas entidades  han sido muy relevantes y que sus aportes han sido sumamente determinantes para que hayamos crecido como comunidades y sobre todo como nación.

Los simples ejemplos que acabamos de citar, han sido la constante  a  seguir por muchas décadas, del sendero luminoso y fecundo seguido por nuestras instituciones de servicio, resultando esencial para el país que sean mayores  los retos que éstas deban asumir y afrontar en el proceso de relanzamiento que deben asumir nuestras comunidades y nuestra nación para salir victoriosas  frente a  los grandes males que actualmente nos asechan,  afectan y laceran, para sí lograr el establecimiento de una sociedad que dignifique y reivindique a sus integrantes sin excepción alguna.

Por ello es, que ahora más que  nunca a los clubes Rotario, de Leones y otras entidades de servicio como buenas semillas y tierras fecundas  les corresponde jugar un rol principalísimo dentro de una sociedad como la nuestra en amenaza constante, para que  con  la implementación de sus principios e ideales, soportados en la unión de voluntades y la vocación de bien, encaminarnos por un rumbo que nos arroje la luz y nos brinde la esperanza que los dominicanos y a las dominicanas necesitamos   para conquistar en condiciones adecuadas el progreso y el desarrollo que urgimos.

Son pues,  estas entidades de servicio que han  podido vivir, crecer y  servir durante décadas pese a los embates de dos guerras mundiales, de depresiones mundiales  y de permanentes convulsiones, las llamadas junto con sus liderazgos a  ser  nuestros soportes y columnas,  para que por medio de ellas orientemos y revisemos nuestras metas, a fin de  darle real sentido a nuestro vida con los cuantiosos y gloriosos beneficios que realmente produce en la promoción humana  la práctica del compañerismo, la confraternidad, la norma de cooperación constructiva  y la ayuda a los demás. 


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