Intervención del
Presidente, ingeniero Hipólito Mejía, en el Almuerzo Semanal del Grupo Corripio
este el 21 de mayo de 2014.
Agradezco al
Grupo Corripio, en la persona de su presidente, José Luis (Pepín) Corripio
Estrada, la gentileza de permitirme exponer mis puntos de vista sobre el
presente y el futuro de nuestro país en este privilegiado escenario.
Señores
Directores,
Señores
periodistas,
Personalidades
presentes,
Comparezco a
este encuentro del Grupo Corripio para tratar tres temas que considero de
especial importancia: en primer lugar, la situación económica y social de la
nación; en segundo lugar, las próximas elecciones nacionales a celebrarse el 15
de mayo del 2016 y, por último, mi participación en ese proceso electoral.
Al culminar el
gobierno de Leonel Fernández, nuestro país, en lugar de ser una nación donde
reinaba el progreso como él dice, estaba afectado por una grave crisis donde
reinaba la desesperanza.
¿Qué ha cambiado
de esa realidad dramática, a casi dos años de la gestión del Presidente Danilo
Medina? Lo más visible es su estilo sencillo de gobernar, en comparación con el
estilo arrogante de Leonel Fernández.
Lo cierto es,
que lejos de mejorar, la situación ha empeorado y el país continúa sumido
en una crisis, la cual se caracteriza por la desigualdad social, la inseguridad
ciudadana, el desempleo, el alto costo de la vida, el endeudamiento
desenfrenado, la impunidad, la corrupción y el marcado deterioro de las
instituciones fundamentales, entre otros males.
Es por ello que,
aunque la mayoría de la población valora como positivo el estilo sencillo del
Presidente Medina, la gente afirma que sus condiciones de vida durante la
presente gestión continúan deteriorándose significativamente.
Los dominicanos
padecemos los efectos de las continuas alzas de precio de los combustibles; el
aumento del precio de los alimentos y de los medicamentos; la falta de empleo
de calidad, especialmente entre mujeres y jóvenes que ingresan a la edad
laboral; y el creciente endeudamiento, que hipoteca la vida de la juventud de
hoy durante los próximos treinta años.
En adición a
esos problemas de naturaleza económica, vemos cómo la delincuencia se ha
desbordado llenando de miedo y dolor a las familias, a lo que se añade la
impotencia que sentimos frente a un sistema judicial que privilegia a los
corruptos y favorece la impunidad.
Esta realidad la
demuestra con mucha propiedad el Banco Mundial cuando afirma que solo dos de
cada cien dominicanos han mejorado sus condiciones de vida; 19 de cada cien,
viven en peor situación; y 79 de cada 100 no han tenido ninguna mejoría en sus
condiciones de vida, durante los gobiernos del PLD.
Esa afirmación
proveniente de un organismo internacional de tanta credibilidad, es un mentís
profundo a la falsa noción de progreso que pregona el Partido de la Liberación
Dominicana.
Los únicos que
no entienden que el país anda por un sendero equivocado, son aquellos
dirigentes peledeistas, que se han enriquecido a la sombra de la
corrupción y la impunidad con que han ejercido el poder, quienes pretenden
continuar en el gobierno a cualquier costo.
Nosotros, así
como la mayoría del país, entendemos que esta realidad que acabamos de
describir, constituye una seria amenaza a la estabilidad social y a la paz; una
bomba de tiempo que nadie sabe en qué momento puede estallar ni el daño que
puede causar, sin excepción, a cada uno de nosotros.
Otra amenaza a
la democracia dominicana y a la paz, que debe recibir la más alta atención de
la sociedad, la constituye el panorama de cara a las elecciones del 15 de mayo
del 2016.
A dos años de
celebrarse las venideras elecciones, el panorama electoral se encuentra lleno
de desafíos y dificultades, las cuales ponen en peligro la democracia, la
estabilidad política y la paz pública.
¿Cuáles son esos
desafíos y dificultades?
En primer lugar,
estas elecciones serán muy complejas ya que el mismo día serán
elegidos, 4 mil 128 cargos, con más de 80 mil aspirantes.
Ese día se
elegirán el Presidente y Vicepresidente de la República; Senadores;
Diputados, por circunscripciones electorales; Diputados Nacionales;
Diputados al Parlamento Centroamericano; y Diputados de Ultramar.
Además, serán elegidos Alcaldes, Directores Distritales,
Regidores, Vocales, y sus respectivos suplentes.
En segundo
lugar, está la duda sobre la capacidad que tiene la Junta Central Electoral
para dotar a tiempo a los electores de una nueva cédula, para los comicios del
2016. Según su Presidente, para tener derecho a ejercer el voto, todos los
ciudadanos deberían estar en posesión de su nuevo documento.
En el caso de
que un porcentaje de la población con derecho a elegir no haya podido obtener
su nuevo documento electoral, una pregunta lógica es: ¿se podrá votar,
entonces, con las dos cédulas, la vieja y la nueva?
La experiencia
nos indica que votar con dos cédulas podría prestarse a prácticas fraudulentas
y traumáticas en los resultados de las elecciones.
Al día de hoy, no
hay garantías de que podamos celebrar elecciones confiables y creíbles. Eso se
debe, principalmente, a la composición de la Junta Central Electoral y el
Tribunal Superior Electoral. Ambos organismos, lejos de actuar para garantizar
la transparencia y la equidad del proceso, se han descalificado como árbitros
imparciales mediante sentencias, disposiciones y manejos ilegales e indebidos.
Por tanto, para
que las elecciones sean transparentes, es condición fundamental modificar
la composición de la Junta Central Electoral y la del Tribunal Superior
Electoral, como forma de garantizar árbitros imparciales y confiables.
Para que este
cambio se produzca, se requiere la concertación de un gran acuerdo nacional que
permita llevar a ambos órganos personalidades independientes que gocen de la
credibilidad de la sociedad civil, de los partidos políticos y de la comunidad
internacional, para que su presencia sea garantía de transparencia e
imparcialidad.
La falta de una
Ley de Partidos que regule la vida de los mismos, es uno de los problemas que
tenemos. La aprobación de esa Ley contribuiría a la democracia interna, al
manejo transparente de los fondos públicos, a la equidad en la competencia
interna y a la regulación de la campaña interna de los partidos.
A lo antes
señalado se suma la necesidad de adecuar la actual Ley Electoral a la
Constitución vigente, en lo que se refiere al funcionamiento de la Junta
Central Electoral, la fiscalización y supervisión de la vida interna de los
Partidos Políticos, organización y montaje de las elecciones y control de los
recursos del Estado.
Además de la
Junta Central Electoral y el Tribunal Superior electoral, hay otros actores
vitales para el proceso.
En primer lugar
está el Presidente de la República, quien, por su investidura tiene la
responsabilidad ineludible de garantizar la democracia y la transparencia en
las elecciones.
A propósito del
rol del Presidente, el 27 de enero del presente año, le dirigimos una carta al
Presidente Danilo Medina, en donde le solicitamos cumplir con el pacto que
ambos firmamos, como candidatos presidenciales, de impulsar la aprobación de la
Ley de Partidos y la Ley Electoral, en el año 2012.
En segundo lugar
están los partidos políticos que, además de participar en las elecciones, tienen
la representación congresual para consensuar la Ley de Partidos y la Ley
Electoral y lograr su aprobación.
En tercer lugar,
contamos con el importante rol de la comunidad internacional en el proceso
electoral. Esa participación incluye la observación electoral, la concertación
y el apoyo a la modernización de los partidos.
En cuarto lugar,
está el espacio legítimamente ganado por la Sociedad Civil en las elecciones
dominicanas. En efecto, invitamos a las iglesias, a Participación Ciudadana y a
personalidades independientes, entre otros actores, a que continúen defendiendo
la causa de la transparencia.
A nuestro
juicio, la observación de la Comunidad Internacional y la Sociedad Civil, para
que sea efectiva, no debe limitarse al día de las elecciones. Es fundamental
que la observación electoral cubra todas las fases de la organización y
celebración de los comicios.
Es en ese
contexto de dificultades y deficiencias institucionales que debemos ver lo
dicho hace algunos días por el Presidente de la Junta Central Electoral quien
anunció que esa institución ya empezó el montaje del proceso electoral del
2016, el cual calificó de complejo.
Esa complejidad
para nosotros se debe, más que a razones técnicas y administrativas, a la
disposición del PLD de continuar en el poder a cualquier precio, violando la
Ley mediante el uso abusivo de los recursos del Estado e irrespetando las
instituciones.
Frente a los
desafíos y amenazas que enfrenta nuestra nación todos los que estamos
comprometidos con el presente y el futuro del país, tenemos la obligación
ineludible de involucrarnos en la búsqueda de soluciones.
Es justamente a
partir de esa obligación que estamos trabajando sin descanso en dos frentes: el
frente político y el frente social.
En el aspecto
político, nuestra tarea prioritaria es la conformación de la Corriente
Mayoritaria.
Esta decisión
fue fruto de la imposibilidad de lograr, a lo interno de nuestro partido, un
entendimiento que nos permita, en primer lugar, organizar una convención
democrática, como ha sido la tradición, y en segundo lugar, asumir el papel de
oposición que nos demanda la sociedad.
Me complace
informar que al día de hoy tenemos conformadas en la Corriente Mayoritaria,
todas las estructuras a nivel de zonas, distritos municipales, municipios,
provincias y seccionales del exterior, lo cual representa más del 90% de los
verdaderos perredeístas.
Es importante
resaltar que los compañeros y compañeras que conforman la Corriente
Mayoritaria, encarnan la historia de lucha y la lealtad a los principios que
han hecho del PRD, desde su fundación hasta hoy, un garante de la democracia y
la libertad.
Al tiempo que
organizamos nuestras fuerzas internas, participamos en la articulación de las
diferentes fuerzas políticas y sociales para integrarnos a la Convergencia por
un Mejor País y aglutinar la mayoría que se opone a las funestas pretensiones
continuistas del PLD.
La Convergencia
no es un partido político ni un simple instrumento electoral; la Convergencia
es un magnífico espacio de concertación que nos da la oportunidad para
participar en la promoción de los profundos cambios que demanda nuestra
sociedad en lo político, en lo social, en lo económico y en lo moral.
La Convergencia
representa una oportunidad excepcional, una esperanza extraordinaria para
unirnos como nación y enfrentar con nuevos bríos, con nuevas ideas, y con lo
mejor de nuestra gente, el desafío de armonizar la generación de riquezas y el
desarrollo humano.
Para ello
participaremos junto a todos los integrantes de la Convergencia, en la
formulación de un Plan de Nación que abarque varios períodos de gobierno, que
esté sustentado en políticas públicas a favor de las mayorías, con una visión
estratégica fundamentada en el uso de nuestros recursos humanos y naturales y
la integración del país con la economía global, de manera sostenible.
Ese Plan de
nación tiene dos requerimientos esenciales: primero, la formulación de un
Programa de Gobierno concertado con todas las organizaciones políticas y
sociales; y segundo, la alternabilidad política, que permita gobernar durante
varios períodos consecutivos, con diferentes presidentes, congresistas y
alcaldes, comprometidos con darle continuidad al Plan de Nación aprobado por la
Convergencia.
Los líderes
políticos y sociales que aspiran a cargos electivos por los distintos partidos
y organizaciones que conformen la Convergencia, pueden estar seguros que tienen
en ella un instrumento idóneo para hacer realidad sus ideales y aspiraciones.
Las dominicanas
y dominicanos pueden estar seguros de que a quienes presentemos como candidatos
por los partidos y organizaciones que formen parte de la Convergencia serán los
mejores y los más calificados ciudadanos, elegidos mediante procesos de
selección participativos, limpios, democráticos y transparentes.
Para superar
nuestras calamidades y derrotar las pretensiones continuistas del PLD, tenemos
que, además de trabajar por la unidad política, acompañar a la sociedad en la
movilización por sus reclamos.
Esta decisión de
movilizarnos junto a la sociedad está fundamentada en nuestro convencimiento de
que esa es la única vía para lograr que el PLD atienda las demandas ciudadanas,
tal como lo demuestran la lucha por el 4% para la educación, la observación del
Código Procesal Penal, y otras jornadas de movilización social que han ocurrido
en el país.
Frente al
panorama social, económico y electoral que hemos descrito, invito a que nadie
se quede cruzado de brazos ni asuma posiciones ambiguas.
A los hombres y
mujeres que amamos esta tierra, nos corresponde la responsabilidad de
transitar unidos el camino de la esperanza, en lugar de continuar por el rumbo
de la frustración y el desaliento.
Este
convencimiento es el que nos ha hecho salir a la calle a organizar la Corriente
Mayoritaria y participar en la construcción de la Convergencia, para derrotar
las pretensiones continuistas de Leonel Fernández y el PLD y
producir los cambios que necesita el país.
Esa es mi
prioridad en este momento, para lo cual dedicaré todo el tiempo que sea
necesario.
Ahora bien,
¿Cuál será mi papel en la selección de los candidatos?
En primer lugar,
que nadie crea que pretendo ser el dueño de un proceso que nos pertenece a
todos.
Quiero que quede
bien claro, que nunca seré obstáculo para el desarrollo del liderazgo y
aspiraciones de los valiosos hombres y mujeres con que cuentan la Corriente
Mayoritaria, la Convergencia, la Sociedad Civil, y otros sectores y
personalidades del país.
Eso es coherente
con lo que ha sido mi conducta a lo largo de mi vida.
En segundo
lugar, fiel a mis convicciones democráticas y al derecho que todos tenemos de
elegir y ser elegidos, defenderé que la selección de los candidatos a los
diferentes cargos, incluyendo el candidato a la presidencia de la República, se
haga a través de procesos y procedimientos democráticos y transparentes, por lo
que me mantendré equidistante de todos los aspirantes.
Estoy consciente
que, después de haber dicho todo esto, ustedes se preguntarán si voy a aspirar
a la presidencia de la República en las elecciones del 2016; y yo les digo, con
toda franqueza, que estaré en el lugar donde las circunstancias y las mayorías
me requieran.
Muchas gracias.
Santo Domingo,
R.D.
21 de mayo de
2014
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