Por Miguel Ángel Cid Cid
Los enfermos padecen sin encontrar un
samaritano que se conduela de ellos. Hasta las aspirinas escasean en las
boticas. Es como si el sistema de salud a nivel general fuera consumido por un fraude
astronómico.
Lo ocurrido en el Seguro Nacional de Salud
(SeNaSa) es como las manos limpias
en las elecciones de 1982. Talvez como la
corrupción que no se atreve a cruzar la
puerta del despacho presidencial.
Merecen mención los aviones Súper Tucanos
comprados a Brasil a precio de vaca
gorda y, el colibrí de vuelo bajito con la
colección de relojes Rolex a bordo. O, quizás, recordar los guantes blancos en
las manos de los ciegos de la Lotería Nacional.
Puede inclusive, pensar en Odebrecht,
constructora brasileña que instaló el Departamento de Sobornos en el mismísimo
Palacio Presidencial. O traer a la memoria las jeringuillas donadas por los
chinos, pero que SeNaSa prefirió comprarlas por más de mil quinientos millones
de pesos. No querían deberle ni un centavo a los chinos.
Podría, si se quiere, llenarse libros
enteros recordando casos de corrupción en el
ámbito público. Señalar las vinculaciones
del sector privado —sobre todo— del
empresarial: siempre protagonizando la
película. Pero en secreto, creen ellos.
No hay gobierno que se escape ileso.
Todos, al pararse de la silla de alfileres salen con el fundillo manchado del
robo. Sin importar si existe o no una sentencia condenatoria. Salvo el ejemplo
heroico del expresidente Dr. Salvador Jorge Blanco, (1926-2010), único
presidente condenado.
La suma de los casos de robo, deleznable
—como lo califican los abogados— arroja una lista kilométrica. Cada uno merece
ser vociferado en la Plaza de la Bandera, todos vestidos de negro entero. Puede
ser en una marcha con indumentarias verdes.
Sin embargo, los promotores de las camisas
negras y los de las banderas verdes están demasiado ocupados para andar de
vocingleros en las calles. Parece que, además, la CIA-USAID está negada a
financiar esas movilizaciones patrióticas.
Pero no se trata de salir a la calle a
gritar: ladrón, ladrón, ladrón, ladrón. “Ladronasasaso”. No. No hace falta eso.
Se trata más bien, de armar un movimiento
político cuyo objetivo principal no se
reduzca a conquistar el poder. Un
movimiento que se proponga rastrear datos sobre las acciones del gobierno,
analizar esos datos para luego ejercer presión política y legal.
Es urgente que, exista un partido político
inquisitorio. Un partido que en cada intervención pública pregunte por qué los precandidatos
presidenciales del PRM
guardan silencio rotundo sobre lo que pasó
y pasa en SeNaSa.
Un partido que se dedique a desenmascarar,
quitarles la careta a los que están detrás del desfalco en SeNaSa.
Porque, cuando todos sonríen a los que
exhiben el poder adquirido están alimentando lo mal hecho. Sepan que, los que
ostentan el poder solamente se espabilan cuando lo presionan.
En suma, cómo puede sanarse la gente si el
dinero del seguro es para comprar relojes por docenas y de ocho millones de pesos
en adelante. Nadie se sana con SeNaSa.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Esperamos que su comentario contribuya al desarrollo de los gobiernos locales .