Por Pablo Vicente
Con el triunfo de Javier Milei en
Argentina sin lugar a duda que fracasa el sistema democrático, una democracia
ideal no solamente se sustenta en la cantidad de votos que saca un candidato,
la democracia también se sustenta en valores, que de hecho son más importantes
que acudir a las urnas y contar los votos.
La democracia en su esencia es un
sistema político que se basa en la participación ciudadana, respeto a los
derechos humanos, en la igualdad, en la toma de decisiones colectivas y la
aplicación justa y equitativa de la ley. Esos valores son fundamentales para el
buen funcionamiento de un sistema democrático y contribuyen a la creación de
sociedades justas, inclusivas y participativas.
Milei pretende recortar programas
sociales, su programa no es democrático y de seguro va a perjudicar a los
sectores más débiles de la sociedad, plantea propuestas extremistas que, según
él son necesarias para revertir una economía y un gobierno quebrado.
El nuevo presidente de Argentina ha prometido recortar el gasto público y los
impuestos, cerrar el Banco Central de Argentina y reemplazar la moneda
nacional, el peso, con el dólar estadounidense. También ha propuesto prohibir
el aborto y solo considerar como países aliados de Argentina a las naciones que
quieran combatir el socialismo, y a menudo pone como ejemplo a Estados Unidos e
Israel.
Desde luego cabe preguntarse ¿porque
Milei ha conseguido tanto apoyo que lo llevó a la presidencia de la república?
¿Cómo es posible que un partido antisistema (La Libertad Avanza) que no existía
hasta hace dos años gane las elecciones?
La respuesta puede ser tan complicada
como sencilla, Argentina está sumida en una profunda crisis económica, con una
inflación anual que supera los dos dígitos y con índices de pobreza que van en
aumento, acompañado del hartazgo con el peronismo, todo esto elementos fueron
fundamentales para la arrasadora victoria del candidato libertario.
Desde luego, solo resta esperar si es
posible poner en la práctica sus planteamientos, deseando todo lo mejor para
ese país, lo que, sí está claro es que los argentinos estaban ante dos
disyuntivas, el desastre o la locura, optaron por la locura que ojalá no lo
lleve al desastre.
El
autor es abogado, magíster en derecho electoral y presidente de FUJUDEL,
fujudel@gmail.com
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